Violencia doméstica

Históricamente la violencia doméstica se ha relacionado con la violencia que surge en el ámbito de la pareja y especialmente en parejas heterosexuales, si bien es cierto que los estudios realizados en los últimos años vienen a demostrar que este tipo de violencia también afecta de forma directa a las parejas homosexuales. Por otra parte, la violencia doméstica va más allá de las relaciones conyugales o de pareja, afectando a todos los miembros que componen una familia. Dado el carácter íntimo de este problema social, cuesta mucho llegar a conocer realmente cual es el perfil de las personas que lo sufren, teniendo como principal obstáculo para impedir el conocimiento real de esta situación, la falta de confianza de las víctimas en los medios de control social destinados a tal fin, tales como la policía, los jueces y todos aquellos que de un modo u otro tienen la posibilidad de conocer y contrarrestar ese tipo de violencia.

En la actualidad existe una especial preocupación por parte de las distintas administraciones por combatir la violencia doméstica, ya que los valores tales como el respeto y la igualdad que deben existir entre los individuos, se ven mermados cuando una de las partes, habitualmente el hombre, impone su voluntad sobre el resto de miembros de su familia, a través del uso de la fuerza y del temor. Para poder llevar a cabo el tan deseado cambio en la sociedad, será preciso que las administraciones no solo se planteen hacer modificaciones legislativas, sino que tendrán que estudiar donde está el origen de dicha violencia y conocer que es lo que permite que ésta se lleve a cabo y que perdure en el tiempo. Aquellos que tengan destinado el trabajo de intentar modificar algunos aspectos de la sociedad para llevar a cabo una lucha con fundamento que permita la erradicación de ese tipo de violencia, tendrán casi la obligación de provocar que las personas modifiquen sus actitudes y comportamientos, basándose en la evitación de la desigualdad social, laboral y económica entre otras, ya que son la base en la que se sustenta la violencia doméstica.

 

Según Claramunt (2006), la violencia doméstica o intrafamiliar se puede definir como: toda acción u omisión que tenga como resultado el daño a la integridad física, sexual emocional o social de un ser humano, en el que debe mediar un vínculo familiar o íntimo entre el agresor y el agredido.

La relación que existente entre las partes implicadas en este tipo de violencia es el elemento central para que el abuso llevado a cabo sea considerado violencia doméstica. La diferencia con otro tipo de maltrato está en el trato íntimo que existe entre las personas afectadas, caracterizándose esta relación por lo general en una relación familiar o de pareja. Pero la violencia doméstica no solo afecta al entorno familiar, sino que también será considerada aquella que se produzca en los grupos que se encarguen de satisfacer para los individuos que lo componen las necesidades afectivas, de protección y cuidado que como norma general debieran ser realizados por el entorno familiar.

Así pues, la definición indicada anteriormente se puede concretar tomando en cuenta las siguientes disposiciones:

  • Cualquier acción abusiva o negligente contra los niños/as, adolescentes, personas adultas, ancianas o con discapacidad que se lleve a cabo en una familia biológica o adoptiva, en albergues en los que se produzca un cuidado de forma temporal o continuo y en aquellos grupos religiosos que realicen la función de familia, será considerada como violencia doméstica.
  • La realización de cualquier tipo de acción abusiva que se produzca en el seno familiar o de cualquier grupo que funcione como una familia, siempre que sea cometido por aquellos que tienen mayor poder y autoridad sobre los niños/as, adolescentes o personas que son dependientes.
  • Cualquier abuso realizado entre personas adultas que mantienen una relación íntima entre ellas, incluyendo a parejas heterosexuales y homosexuales, casadas o no, antiguas relaciones matrimoniales, amantes o parejas que tienen hijos en común, que mantengan o no en la actualidad relaciones sexuales.

La violencia doméstica con independencia de incluir las distintas clases de abuso o maltrato psicológico, físico, sexual o negligente, se manifiesta en distintos tipos de relaciones humanas, entre las que se puede indicar que las más frecuentes y las que mayor atención han recibido por parte de la sociedad, se encuentra la agresión a la esposa y el abuso a los niños, teniendo en ambos casos graves repercusiones sociales y emocionales.

En los casos antes reseñados, la gravedad de los daños causados no solo son el resultado del abuso y la severidad con el que se lleva a cabo, sino que se produce por la traición a la que se ve sometida la víctima por parte de aquel que se presume debía cuidarla, protegerla y respetarla. La violencia doméstica se puede considerar una de las formas más crueles de agresión, ya que sucede en un entorno en el que se presume, las personas se deben querer, amar y donde se tienen que mostrar los valores básicos para la convivencia.

Como indican Arruabarrena y De Paúl (1999), los abusos se cometen en relaciones en las que existe una desigualdad palpable entre los individuos, es decir una relación totalmente asimétrica. En estos casos, la violencia es llevada a cabo por individuos que tienen poder, control y autoridad sobre las personas sobre las que se comete la violencia intrafamiliar, en estos casos las víctimas están en una posición de subordinación y obediencia constantes. Los agresores consideran su actitud legítima, ya que entienden que las personas agredidas son objetos que les pertenecen y no son personas con capacidad de pensar y obrar por sí mismos y que tienen sus propios derechos.

Pero como se indicó anteriormente, la violencia doméstica no solo ocurre en el seno de una familia biológica, también se puede producir este tipo de violencia en aquellos grupos que realizan las funciones de una familia y en aquellas instituciones que tienen bajo su responsabilidad a personas que dependen de dichas administraciones y del personal que trabaja para ellas que se encargaran de realizar las tareas de cuidado y custodia de las víctimas, pudiendo ser personas mayores, personas con ciertas discapacidades e incluso el sector infantil.

Tal y como expresa De Media, (2001). Existen cuatro tipos de violencia intrafamiliar, la violencia física, la violencia psicológica, la violencia sexual y la violencia por negligencia.

Violencia física

Se entiende por violencia física todo ataque dirigido a una persona con la intención de causarle dolor y malestar como heridas, hematomas, mutilaciones y en algunos casos la muerte. Cualquier tipo de ataque que atente contra la integridad física de una persona es considerada como violencia, con independencia de que el agresor haya hecho uso de su cuerpo, de armas o instrumentos para golpear.

El daño causado puede ser tan grave que requiera de la hospitalización de la persona que la sufre. También puede suceder que la agresión física se produzca una sola vez, pero teniendo como resultado el homicidio. En líneas generales, la violencia física no es tan contundente como en los dos casos expuestos anteriormente, sino que va generando un deterioro físico progresivo.

Violencia psicológica

Este es el tipo de violencia más usual y se define como todo tipo de acciones u omisiones dirigidas a cualquier miembro de la familia con la finalidad de causar menoscabo mental y emocional, produciendo daño en su autoestima y en su capacidad como individuo.

Esta violencia se lleva a cabo a través de expresiones verbales tales como insultos, gritos y amenazas. También se puede realizar a través de gestos o miradas que causen intimidación en aquellos que la perciben, produciéndole una pérdida de autoestima y seguridad en sí mismos. Este tipo de actitudes causan frustración, tristeza, humillación y otro tipo de sentimientos negativos.

Otra forma de ejercer la violencia psicológica es la que se lleva a cabo a través de la privación de libertad de la víctima o negándole la posibilidad de trabajar o estudiar, cuando esta quiere hacerlo y puede llevarlo a cabo.

Violencia sexual

Es la que se lleva a cabo a través de la combinación de violencia física y psicológica fundamentalmente para lograr el contacto sexual indeseado por la víctima. Este tipo de contacto se puede llevar a cabo de forma genital, oral o corporal, siempre sin la permisibilidad de la otra persona y a través del chantaje, la coacción, las amenazas o la fuerza.

Se trata de obligar a la otra persona a soportar caricias o contacto sexual, haya o no penetración. En líneas generales, la violencia sexual se lleva a cabo por parte del hombre a la mujer y de los adultos a los niños y suele ejercerse por parte de aquel que tiene mayor poder, edad, género dominante o situación económica de dominio.

Violencia por negligencia física o psicológica

Se ejerce a través de la indiferencia por parte de aquel miembro de la familia que tiene los recursos y debe satisfacer las necesidades físicas y emocionales de los componentes de su familia, causando así un trastorno en el desarrollo normal de estos.

Por lo general, los recursos están a disposición de las personas mayores de la familia, que se encuentran sanas y no de los niños, desvalidos o enfermos. Pudiendo tener como ejemplo el de los adultos que no dan alimentos a sus hijos menores y el de los hijos adultos que contando con los medios adecuados no satisfagan las necesidades de sus padres.

La violencia doméstica, está presente de forma muy frecuente en la familia, llegando a indicar autores como Gelles y Strauss (1979), que la familia es la institución más violenta de nuestra sociedad. Estos autores, entienden que algunas de las características de la familia que hacen que sea un lugar seguro y cálido son las mismas que favorecen que este entorno se convierta en violento, por lo que deben ser otros valores los que determinen hacia donde se inclinan las relaciones familiares.

Las características son:

  • Sus miembros se relacionan entre sí mucho y durante mucho tiempo.
  • Esas relaciones no tienen objetivos concretos.
  • En muchas de esas relaciones hay ganadores y perdedores.
  • Es habitual que algunos miembros de la familia se entrometan en los asuntos privados de los otros.
  • Es frecuente que algunos miembros de la familia traten de influir en la conducta, actitudes y valores de otros de sus miembros.
  • Entre los miembros de la familia existen diferencias generacionales y sexuales.
  • Históricamente, se entiende que se debe respetar la privacidad de la familia, dejándola al margen de cualquier forma de intervención social.

Violencia contra los niños

Tal y como expone Sanmartín (2011), el concepto de maltrato infantil tiene distintos puntos de vista según los autores, ya que algunos consideran que para que exista este tipo de violencia será necesario que haya una continuidad en las agresiones y que la contundencia de estas sea tal, que causen lesiones a los niños. Por otra parte, existen otros autores que consideran que la bofetada que dan los padres a sus hijos con la finalidad de que corrijan una conducta que a juicio de los progenitores es desviada, debe ser considerada un tipo de violencia infantil. No obstante, quizás la definición que más se aproxima a este término es la que expusieron Martínez y De Paúl (1993), que dice que el maltrato infantil es toda acción u omisión física, emocional o sexual que se dirige contra la integridad física o psicológica del niño por parte de los responsables del desarrollo de estos.

Existen algunos aspectos de esta definición que se hace preciso reseñar, ya que el daño físico infligido no tiene por qué dejar marcas o lesiones físicas, ya que el daño ocasionado puede ser psicológico o emocional. Por otra parte, el daño se puede llevar a cabo por acción, cuando tiene el adulto la intención de ocasionarlo y por omisión, cuando la intención es la de evitar que se produzca el daño con conocimiento de que sin la intervención del adulto éste se puede producir. Finalmente, en esta definición existe una mención expresa a los padres, tutores o cuidadores del niño, por lo que se vincula directamente con la violencia doméstica.

Violencia contra las mujeres o de género

Herranz Contreras y Rodríguez Marín, (2002), definen la violencia de género como un patrón de comportamiento en el que se emplea de forma habitual la fuerza física y/o psicológica, la intimidación o persecución contra una mujer por parte de su cónyuge, ex cónyuge, alguien con quien cohabita o haya cohabitado, con quien mantiene o ha mantenido una relación consensual o con la haya tenido hijos/as en común, con la finalidad de causarle daño físico o psicológico grave a ella o a sus bienes.

Por tanto, la violencia de género consiste en agresiones físicas, psíquicas, sexuales o económicas que son llevadas a cabo por parte de un hombre con el que tiene o ha tenido un vínculo familiar vinculado a las relaciones de pareja y que ocasiona daño físico o psíquico, vulnerando además la libertad y la dignidad de la mujer.

Violencia contra los mayores

Iborra (2005), indica que con referencia al maltrato a personas mayores no existe ninguna definición aceptada de modo universal que englobe todos los aspectos que deben ser considerados, ya que algunas se centran en el maltrato intrafamiliar, mientras que otras lo hacen en el que se lleva a cabo por las instituciones. No obstante, aporta como más acertadas dos definiciones del concepto y que dice que es: cualquier acto u omisión que produzca daño, intencionado o no, practicado sobre personas de 65 o más años, que ocurra en el medio familiar, comunitario o institucional, que vulnere o ponga en peligro la integridad física, psíquica, así como el principio de autonomía o el resto de los derechos fundamentales del individuo, constatable objetivamente o percibido subjetivamente. También hace referencia a la definición que dice: que es el acto único o repetido, o la falta de una acción apropiada, que ocurre dentro de cualquier relación donde existe una expectativa de confianza, que causa daño o angustia a una persona mayor. Puede ser de varias formas: físico, psicológico, emocional, sexual, financiero o simplemente reflejar negligencia intencional o por omisión.

En las definiciones antes expuestas se indica que tiene que desarrollar esta violencia contra personas de más de 65 años y en los contextos de la familia y de las instituciones, pudiéndose llevar a cabo de diversas formas, ya sea a través de agresiones físicas, sexuales, psicológicas, económicas o emocionales, ya sea por acción o por omisión.

Violencia de los hijos a los padres

Cottrell (2005) indica que se entiende el maltrato parental como cualquier acto realizado por los hijos y que provoque miedo en los padres o que tenga como objetivo hacerle daño a éstos. De igual forma que otro tipo de violencia en el ámbito doméstico, se puede distinguir diversas formas de llevarlo a cabo, como por ejemplo el maltrato físico: pegando puñetazos, empujando, rompiendo y tirando objetos o golpeando las paredes. El maltrato psicológico: intimidando y atemorizando a sus progenitores. El maltrato psicológico o emocional: mintiendo con malicia a sus padres, hacerles creer que se vuelven locos, formular peticiones inalcanzables, mentir, escaparse de casa, chantajear emocionalmente a sus padres indicando que se suicidará o se irá de su casa, sin tener la verdadera intención de llevarlo a cabo. El maltrato económico: robando dinero y objetos a los padres para venderlos, destrozar la vivienda familiar o los bienes de sus padres, endeudarse a sabiendas de que serán sus padres los que tengan que pagar, comprar objetos de mucho valor y que sabe que no se los pueden permitir.

Pereira (2006) define la violencia filio-parental como las conductas reiteradas de violencia física (agresiones, golpes, empujones, arrojar objetos), verbal (insultos repetidos, amenazas) o no verbal (gestos amenazadores, ruptura de objetos apreciados) dirigida a los padres o a los adultos que ocupan su lugar. Se excluyen los casos aislados, la relacionada con el consumo de tóxicos, la psicopatología grave, la deficiencia mental y el parricidio.

Violencia entre hermanos

Millet (2014), indica que la violencia entre hermanos es un tema muy poco conocido, debido en gran medida a que se produce en el seno de la intimidad familiar y también porque los padres se niegan a reconocer este hecho.

Este tipo de violencia se puede realizar a través de agresiones físicas y empujones, de burlas, gritos, insultos y rompiendo objetos de valor de su hermano. En este caso la posición de superioridad se produce por parte de un hermano sobre el otro, motivada en ocasiones por celos y en la que la diferencia de edad suele marcar el desequilibrio físico e intelectual.

Uno de los grandes problemas que muestra este tipo de violencia es la normalidad con la que se suelen ver las peleas entre hermanos, siendo este un gran obstáculo para que pueda reconocerse que las peleas se han convertido en un acoso palpable por parte de un hermano sobre el otro, debiendo en ese caso calificarlo como un problema al que se tiene que buscar una solución.

 

 

Claramunt (2006), indica que algunas de las consecuencias que produce la violencia doméstica son las que a continuación se detallan. En el caso de la mujer maltratada, verá lesionada salud física y emocional, en el caso de los hijos que son testigos de la agresión a la madre, serán a la misma vez víctimas y testigos, debido a que observan la agresión a la vez que sufren en sus propias carnes el terror, el miedo y la impotencia de una víctima. Los menores que son abusados de forma sexual, física o emocional, crecen acostumbrados a los episodios violentos y terminan minimizando los abusos.

Los efectos psicológicos que genera el maltrato en el ámbito familiar son muy diversos y adoptarán una forma diferente dependiendo de la persona que la sufra y del tipo de abuso que esta haya recibido, la gravedad de la misma y continuidad en el tiempo con la que haya sucedido. En líneas generales existen unos efectos es bastante frecuente que se puedan encontrar en estas personas, tales como:

  • Sentimiento de culpa.
  • Miedo, vergüenza y tristeza.
  • Baja autoestima
  • Dificultades para autoprotegerse con posibles ideas suicidas.
  • Desconfianza con otras personas.
  • Dificultad para relacionarse con otros individuos.
  • Problemas para mantener relaciones íntimas, incluso de carácter sexual.
  • Carencia del sentido de autoeficacia, es decir incapacidad para conseguir objetivos o logros.

En muchas de las personas que han sido tratadas en su edad adulta y que han sufrido diversas agresiones a lo largo de su infancia, coinciden los patrones que las llevan a sentirse resentidas en sus relaciones interpesonales, tales como:

  • El salvador: es aquella persona que siempre va a encontrar a otra a la que poder ayudar, incluso en situaciones extremas en las que se pueda poner en peligro su propio bienestar personal.
  • El invisible: es aquel individuo que trata de pasar desapercibido, tanto por la forma de comportarse como por su forma de vestir y vivir.
  • El fuerte: es aquel que se muestra sensible al dolor y toma la decisión de canalizarlo a través de las adicciones a las drogas, el alcohol o alimentándose de forma excesiva.
  • El enfermo: es la persona que muestra su dolor emocional y la necesidad de ser atendido, llamando la atención a través de enfermedades físicas constantes.

Abusos, agresión, emocional, familia, hijos, igualdad, padres, poder, sexual.

Fotografía extraída de:

http://www.policlinicavaldemoro.com/revista/index.php/es/indice-de-contenidos/articulos-medicos/272-violencia-domestica

Millet, E. (2014). Bullying entre hermanos. Recuperado el 26 de mayo de 2016,de http://www.lavanguardia.com/estilos-de-vida/20140606/54408743468/bullying-entre-hermanos.html

Arruabarrena, M. y De Paúl, J. (1999). Maltrato a los niños en la familia: evaluación y tratamiento. Madrid. Ediciones Pirámide.

Asociación pro-derechos humanos (1999). La violencia familiar. Actitudes y representaciones sociales. Madrid. Editorial Fundamentos.

Claramunt, M.C. (2006). Casitas quebradas: El problema de la violencia doméstica en Costa Rica. Costa Rica. Editorial Universidad Estatal a Distancia San José.

De Media, A. (2001). Libres de la violencia familiar. El Paso, Texas. Editorial Alicia Zorzoli.

Cottrell, B. (2005). When teens abuse their parents. Nova Scotia. Editorial: Paul & co pub consortium.

Gelles, R. y Strauss, M. (1979). Journal of Social Issues. Violence in American family. Missouri. Wiley-Blackwell.

Herranz, L. y Rodríguez M. (2002). Violencia contra las mujeres. Manual de Formación. Sevilla: Instituto Andaluz de la Mujer.

Iborra, I. (2005). Violencia contra personas mayores. Barcelona. Editorial Ariel S. A.

Martínez, A. y De Paúl, R. (1993). Maltrato y abandono en la infancia. Barcelona. Editorial Martínez roca.

Pereira, R. (2006). Violencia filio-parental: un fenómeno emergente. Revista Mosaico, cuarta época.36, 8-9

Sanmartín, J. (2011). Violencia contra niños. Barcelona. Editorial Ariel S.A.