Rehabilitación del delincuente

El presente artículo, acerca de la rehabilitación del delincuente, trata de poner de manifiesto las diferentes teorías que abordan este concepto, sus principios explicativos y las medidas, que cada una de ellas propone para hacer frente a este problema concreto. Se han expuesto además, análisis e investigaciones desde diferentes prismas y disciplinas, en relación al tema de los tratamientos de reclusos, a nivel europeo, que arrojan algo de luz a la polémica eficacia de dichas intervenciones de rehabilitación. La segunda parte del artículo nos presenta, un acercamiento a los programas de proyectos de vida, una modalidad en materia de rehabilitación y reinserción a la sociedad. Por último, el artículo concluye con el modelo científico tecnológico, que aboga por la acción rehabilitadora a través de la intervención socioeducativa, las críticas que ha recibido y un breve espacio dedicado al planteamiento de la intervención en prisiones.

Una aproximación al concepto de rehabilitación y tipologías básicas

En la ley orgánica general penitenciaria de 1979 se dice:

“Al defender en primer término la finalidad resocializadora de la pena, la Ley pretende

significar que el penado no es un ser eliminado de la sociedad, sino una persona que continúa formando parte de la misma, incluso como miembro activo, si bien sometido a un particular régimen, motivado por el comportamiento antisocial anterior de aquel y encaminado a preparar su vuelta a la vida libre en las mejores condiciones para ejercitar socialmente su libertad”.

En la actualidad, “el ideal de rehabilitación”, en el contexto del sistema penal, según Redondo y Genovés, “se acomete a partir de la aplicación de estrategias educativas o de ayuda social cuyo propósito es compensar las carencias de los delincuentes que teóricamente se hallan vinculadas a su actividad delictiva. Algunas de estas técnicas pueden consistir en enseñanza escolar, entrenamiento en habilidades de negociación, alternativas al comportamiento violento, formación profesional, tratamiento de la drogadicción, mejora de la tolerancia a la frustración, desarrollo de valores y actitudes prosociales, control de la impulsividad y otras semejantes. El tratamiento puede implicar tareas relativamente sencillas, como las actividades escolares, o técnicas psicológicas más sofisticadas como el control de la impulsividad”.

Existen ciertos factores, ya sean remotos o inmediatos, de los cuales, depende que existan o no programas de rehabilitación de delincuentes. Por un lado, y ya citados, los factores remotos, aunque de una importancia sustantiva, son, tales como el propio sistema político y económico o los niveles culturales de un país. De esta manera, un sistema de rehabilitación apropiado, requiere, la previa existencia de un estado democrático, que posea, de alguna manera, los suficientes recursos económicos y sociales que se exigen para emprender este tipo de políticas, igualmente, es imprescindible la generación de un buen sistema de salud pública.

Por el contrario, hemos de señalar los factores inmediatos, que inevitablemente, también condicionarán, la aplicación de programas de tratamiento de este estilo. En primer lugar, dependerá de la filosofía penal-criminológica de un país, es decir, de si la prevención y el tratamiento de la delincuencia, son considerados, tanto políticamente, cómo en la esfera de la opinión pública, aspectos de máxima importancia en la lucha contra la criminalidad. Este punto adquiere un valor importante ya que, si la idea predominante de un país, es que el castigo penal es la única respuesta o arma contra los delincuentes, este principio se opondrá de manera reiterada, ante el verdadero “ideal de rehabilitación”.

Para terminar con este punto, resulta importantísimo, comentar uno de los factores para la implementación de estos programas de rehabilitación, que es el grado de desarrollo y madurez que hayan adquirido las disciplinas y los profesionales correspondientes que participen directamente en el diseño, aplicación y evaluación de estos programas. Así, la presencia en estas instituciones de profesionales como psicólogos, trabajadores sociales, criminólogos, sociólogos, hace más probable, aunque no garantizado, que este tipo de intervenciones se pongan en marcha. Hemos de señalar para terminar que necesariamente, este tipo de profesionales deben tener los conocimientos mínimos metodológicos y la suficiente motivación para este tipo de tareas evaluativas.

Existen teorías acerca de la delincuencia según los factores explicativos que utilizan. En palabras de Redondo y Genovés, se podrían dividir en dos grandes bloques, por un lado, las de los factores ambientales y sociales, como las desigualdades económicas y culturales, la pobreza o la falta de empleo y por otro lado, las que se centran en los factores individuales de los sujetos, cómo la impulsividad, las creencias o actitudes o la falta de empatía, entre otras. Así, las teorías de corte socioambiental se centran en la necesidad de cambiar las estructuras y condicionamientos sociales que alimentan la delincuencia, mientras que las de carácter individual o psicológico, abogan por la mejora en los factores personales proclives a la delincuencia.

Sin embargo, los autores, en el marco del “ideal de rehabilitación” se encuadran en las perspectivas de corte psicológico, cuya propuesta es la inducción de cambios que pueden favorecer la tendencia a cometer hechos delictivos.

En Europa, de acuerdo con las revisiones (Redondo, 1994; Redondo, Garrido y Sánchez-Meca, 1997; Redondo, Sánchez-Meca y Garrido, 1999; Garrido, Stangeland y Redondo, 2001) se han llevado a cabo las siguientes concepciones teóricas y técnicas del tratamiento de los delincuentes.

Trastornos emocionales y terapias psicológicas no conductuales:

Parte de la idea de que los delincuentes experimentan algún tipo de patología o trastorno emocional o de la personalidad y su conducta delictiva, sería una manifestación externa o síntoma del trastorno subyacente. Según esta tipología, la intervención adecuada sería tratar la patología para frenar el comportamiento criminal (terapias psicodinámicas y no directivas).

Déficits educativos e intervenciones educativas:

Trata la idea de que muchos delincuentes juveniles internados, presentan raves carencias educativas y culturales, que les llevaron a un temprano abandono escolar. Por ello, la rehabilitación debe ir dirigida a la implantación de programas escolares intensivos que equilibren de alguna manera esas carencias educativas.

Aprendizaje del comportamiento delictivo e intervenciones conductuales:

Estas teorías fueron desarrolladas en criminología por Sutherland, Bandura y Akers, y consideran, que el comportamiento delictivo es aprendido. El objetivo de los programas conductuales es usar los mecanismos del aprendizaje para volver a enseñar a los delincuentes nuevas habilidades basadas en conductas prosociales. Existe una amplia variedad de este tipo de intervenciones, cómo, las técnicas de condicionamiento aversivo (en delincuentes sexuales), técnicas de contingencia (las economías de fichas) o los programas de fases progresivas (para aumentar la motivación de los delincuentes).

Habilidades de interacción social y programas cognitivo-conductuales:

Estos programas ponen su énfasis en los importantes déficits que muchos de los delincuentes manifiestan en sus habilidades ante la interacción humana y el control de sus conductas. El propósito de estos programas se basa en el entrenamiento intensivo de los mismos en habilidades de este tipo mediante ejercicios múltiples que generan una integración del cuadro pensamiento-emoción-conducta. Uno de los programas cognitivo conductuales más completos es el programa de competencia psicosocial (Ross y Fabiano, 1985; Mcguire y Priestley, 1989; Garrido y López Latorre, 1995) que incluye diferentes técnicas de resolución de conflictos interpersonales. Son los más utilizados con todo tipo de delincuentes.

Teoría de la disuasión penal y endurecimiento de los regímenes de vida en prisión:

Se basa en la idea central de que, si la aplicación de sanciones penales disuade a los delincuentes de cometer nuevos delitos, cuanto más estricto y penoso sea el cumplimiento de estas sanciones mayor será su potencial disuasorio.

Ambientes institucionales profilácticos y comunidades terapéuticas:

Su fundamento teórico se basa en la consideración de que si los ambientes institucionales son más flexibles y participativos, desarrollarán en los internos un mayor y equilibrio psicológico y el resultado será la reducción de la violencia y la adquisición de virtualidades terapéuticas.

Evitación del etiquetamiento mediante programas de diversión:

Parte de la idea de que uno de los factores que consolidan y mantienen el comportamiento delictivo de aquellos jóvenes que han delinquido por primera vez, es, la estigmatización a la que se ven sometidos a través del sistema de justicia. Se trata de sustituir el paso de los jóvenes por el sistema penal, derivándolos a otros programas alternativos cómo, probation, mediation, reparación…

Una reseña acerca de los programas de rehabilitación a nivel europeo

Durante las últimas décadas se han dedicado grandes esfuerzos a determinar la eficacia práctica de diferentes estrategias de intervención sobre grupos de delincuentes, especialmente mediante la técnica del meta-análisis. Como sabemos, en Norte América, se han realizado una veintena de revisiones meta-analíticas, mientras que en Europa solo se han llevado a cabo tres investigaciones de esta índole.

En 1987 Losel, Koferl y Weber (ver también Losel y Koferl, 1989) publicaron un meta-análisis en el que integraron los resultados de diferentes estudios realizados en la República Federal de Alemania sobre 16 prisiones socioterapéuticas entre los años 1977 y 1985. La terapia social aplicada en las prisiones socioterapéuticas incluía elementos tales cómo cambios en las condiciones de vida de los internos, procesos grupales, factores organizativos, entrenamiento en habilidades sociales, contactos entre internos y la comunidad, trabajos externos, permisos y otros programas para preparar la excarcelación, todo esto, sin embargo, sin tener una concepción unitaria del concepto de tratamiento.

La reincidencia en el delito se evalúo a través de períodos de seguimiento de entre 3 y 5 años, obteniendo en todos los estudios, excepto uno, resultados positivos, es decir, una menor tasa de reincidencia en las prisiones socioterapéuticas que en los grupos de control procedentes de prisiones normales. Al margen del reducido número de estudios supervisados y la falta de información que limitó las posibilidades de relacionar los tamaños del efecto con las características de los tratamientos, las conclusiones de Losel y colaboradores en las prisiones socioterapéuticas alemanas, fue que cabría esperar un 10% menos de reincidencia en sus internos que en los internos de las prisiones normales.

Redondo, Garrido y Sánchez-Meca, (1997) llevaron a cabo un primer meta-análisis, que analizó la eficacia de 57 programas de intervención sobre delincuentes llevado a cabo en seis países europeos, con un total de 7728 sujetos y tomando diferentes medidas de resultados (reincidencia, ajuste social, psicológico, educativo, vocacional e institucional). El tamaño del efecto medio alcanzado fue de r = 0,15 y estadísticamente significativo. Según el lugar de la intervención, los mejores resultados se obtuvieron en los centros de menores (r=0,26) y en las prisiones de jóvenes (r=0,19), y los peores, en las prisiones de adultos (r=0,12).

En un segundo meta-análisis, llevado a cabo por estos mismos autores, en el año 1999, integraron los resultados de 32 evaluaciones de programas europeos que se habían desarrollado en los ochenta. Estos estudios habían utilizado medidas de reincidencia en el delito como variable dependiente. La eficacia media de los programas de intervención europeos analizados alcanzó un valor de r=0,12 estadísticamente significativo, lo que suponía una reducción en torno al 12% en las tasas de reincidencia de los grupos tratados respecto de los grupos de control.

El meta-análisis realizado por Redondo (1999) se centra en estudios de evaluación que hubieran utilizado alguna medida de la reincidencia en el delito y se extiende hasta 1998, además se restringió a aquellos estudios que incluyeran un grupo de control y un grupo (más) tratado. En este meta-análisis, sólo se incorporan medidas dicotómicas de reincidencia, con el fin de lograr mayor homogeneidad.

Así, se seleccionaron 23 trabajos, dando lugar a 26 estudios, lo que supuso una muestra total de 5764 sujetos (2750 en los grupos tratados y 3194 en los grupos de control).

Las características de los estudios se agruparon en 5 categorías: variables de tratamiento (modelos teóricos de la intervención, duración en meses del programa e intensidad en horas por semana y sujeto del programa), características de los sujetos (la edad y género de la muestra y el delito más común), contexto de la intervención (lugar dónde se aplica la intervención, régimen carcelario de los participantes y el país), aspectos metodológicos (tipo de asignación de los sujetos a los grupos, mortalidad experimental del grupo tratado y período de seguimiento) y variables extrínsecas (año de publicación del estudio y fuente de publicación (publicado versus no publicado) (Lipsey, 1994; Sánchez- Meca, 1997).

Las medidas de reincidencia fueron aquellas que contabilizaban el número de sujetos reincidentes y no reincidentes en cada grupo, a través de tres medidas de reincidencia, dos de ellas basadas en los registros oficiales de la policía y del sistema de justicia penal, y la tercera basada en datos auto-informados.

Para hacer una síntesis de los resultados, cabía empezar por señalar que la mayoría de la muestra fue de delincuentes adultos (61,5%) con una edad media de 25,5 años, siendo la mayoría hombres. los tipos de delitos se distribuyeron: categoría mixta 28%, relacionados con el consumo de alcohol 24%, contra la propiedad 20%, delitos sexuales 12%, y contra las personas el 4%. Los modelos teóricos de intervención fueron: terapias psicológicas no conductuales (26,9%), programas educativos (19,2%), programas de derivación (19,2%), intervenciones cognitivo-conductuales (15,4%). La duración de los mismos variaba en una media de 4,5 meses con 4 horas de tratamiento semanal, en promedio.

Sobre el tamaño del efecto medio, los 23 estudios que presentaron datos sobre reincidencia general alcanzaron un tamaño r= 0,21, siendo estadísticamente significativo. Así, los grupos que recibieron algún tipo de intervención presentaron mejores resultados de reincidencia general que el grupo control (Una tasa diferencial del 21% a favor de los grupos tratados).

En cuanto a la medida de la reincidencia grave presentaron un tamaño del efecto medio de r=0,22, también a favor de los grupos tratados. Este dato supone una tasa diferencial de reincidencia grave del 22%. Con respecto a la reincidencia autoinformada, sólo tres estudios incluyeron este tipo de medida, alcanzando un r=0,31, a favor de los grupos tratados. Estos tres estudios aplicaron un programa para reducir la reincidencia en delitos relacionados con el vandalismo y conducción bajo los efectos del alcohol.

Se podría terminar señalando que los análisis realizados por Lipsey y Wilson (1993) acerca de la efectividad de las intervenciones psicológicas que mostraron, que, en general, son positivas en la mayoría de los problemas objeto de intervención, mientras que el tipo de tratamiento parece ser poco importante a la hora de producir esos resultados positivos. Así, la experiencia y el entrenamiento del operador no está relacionado con la efectividad final del tratamiento (Quinsey, Harris, Rice y Cornier, 1998).

Sobre el papel de los profesionales de las intervenciones y siguiendo a Quinsey (1998) ” la conclusión general parece ser que la intuición clínica, la experiencia y formación, al menos concebidas del modo tradicional, no son de ayuda en el ámbito de la predicción y realización del tratamiento”. Se trataría de que el entrenamiento, tanto en conocimiento de la literatura empírica y las técnicas científicas, es el verdadero modo de mejorar la selección de los tratamientos apropiados, según el caso, su planificación y evaluación. Así, de esta forma, los tratamientos pueden ser llevados a cabo por personas interesadas e inteligentes.

Rehabilitación basada en “los proyectos de vida” (caso colombiano)

Habiendo repasado el panorama europeo y su eficacia en los programas e intervenciones en materia de rehabilitación, comentaremos ahora el funcionamiento de los proyectos de vida en relación a la rehabilitación de los internos, desde el prisma de los países latinoamericanos.

En el caso colombiano, se han llevado a cabo numerosos planteamientos, acerca de cómo debe realizarse la rehabilitación sin haber logrado responder efectivamente a la solución de esta problemática, ya que se ha confundido el tratamiento con la reclusión, limitando la acción al mejoramiento de las condiciones de vida del delincuente en el interior de la institución, o brindarle a los reclusos la satisfacción de sus necesidades primarias.

Teniendo en cuenta esta problemática, se lleva a cabo la elaboración de un programa de asesoría en la elaboración de proyectos de vida, que hiciera posible la reformulación del sentido de vida del recluso, en términos socialmente aceptables y la planeación realista de su vida, que le permita avanzar de manera eficaz en el desarrollo de tal sentido, como una forma, de reinserción en la sociedad. Así, se llevó a cabo un programa en la cárcel nacional de mujeres “Buen Pastor” de la ciudad de Bogotá, durante el segundo semestre de 1987 con base de estudio de casos. Este programa se llevó a cabo con 6 reclusas cuya participación fue voluntaria, a quienes les faltaban menos de un año para salir en libertad, con edades comprendidas entre los 18 y 35 años, siendo sus delitos: estafa, robo y posesión de drogas.

Para la asesoría del programa se llevó a cabo una intervención individual (entrevista psicológica) y grupal (talleres de autoconciencia, relaciones interpersonales, laboral y problemáticas específicas).

Los resultados se presentan cómo el producto del proceso de asesoría, citado anteriormente (a nivel individual y grupal) para la elaboración del proyecto de vida. Se realizaron 3 evaluaciones (antes, mitad y final de la intervención), para cada caso y del grupo en general, con respecto a sus condiciones externas (vínculos laborales, afectivos y sociales) e internas (autoconciencia, tendencias de la personalidad y manejo del tiempo).

Así, llevaremos a cabo la presentación de los resultados de un caso. Hemos de señalar que al tener en cuenta que la estructuración del proyecto de vida es muy personal, durante el tiempo que se les prestó asesoría, cada interna obtuvo logros muy específicos, encaminados de una u otra forma a su rehabilitación. Un ejemplo de ello lo prestó, A.R. de 30 años de edad, escolaridad 3º de primaria, nacida en Bogotá, soltera, reincidente por el delito de robo. Los aspectos más relevantes de su biografía son los siguientes: sufre violación a los 11 años, adicción a los psicofármacos desde los 12 años, conflictos con la madre, relaciones bisexuales, problemas en su relación de pareja, buena relación con sus tres hijos.

Antes de la intervención (diagnóstico), se encontró con respecto a las condiciones externas, lo siguiente: en lo referente a los vínculos laborales, puede regresar a desempeñarse en el último puesto que ocupó; no sabe llenar una solicitud de empleo. En cuanto a los vínculos afectivos: no vivía en la casa materna antes de ser detenida, pero mantenía comunicación con la familia, existiendo la posibilidad de vivir con la madre al salir en libertad. El apoyo que ha recibido por parte de la madre es estar al cuidado de sus tres hijos; espera recibir de apoyo por parte de su familia el que “no me reprochen el pasado y acepten cómo soy”. A.R. considera poder restablecer su relación de pareja y continuar con la buena relación que ha mantenido con sus hijos hasta el momento. Cree que en la actualidad, no cuenta con amigos.

En cuanto a las condiciones internas podemos decir que A.R. es consciente de las cualidades negativas y positivas que posee, y así logra darse cuenta de las consecuencias de éstas para su presente y futuro. No asume su autovaloración de manera consecuente ya que ésta no abarca toda su realidad, sino que la limita y centra en los aspectos familiares. Su conducta está orientada por la valoración de los demás, lo que la lleva a subvalorarse. No es consciente de las cualidades volitivas que posee, a pesar de haberlas utilizado a lo largo de su vida. Es consciente de poseer habilidades en el campo laboral y de no contar con habilidades de tipo social. Su mayor interés se centra en poseer dinero y en las actividades de tipo manual; surge empobrecimiento de intereses profesionales. La principal necesidad de A.R. es afectiva, sin tender al autodesarrollo, ya que no considera de mucha importancia la autorrealización, la independencia y el ser experta en algo. Los objetivos que plantea en las áreas laboral y afectiva, están encaminadas a satisfacer su principal necesidad (el afecto), que es la que da sentido a su vida. Existen carencias a la hora de definir las formas de alcanzar los objetivos que se propone, ajustados a condiciones reales. Sólo ha realizado acciones para satisfacer los objetivos de afectividad.

Al final de la intervención se concluye lo siguiente: los vínculos laborales permanecieron estables en cuanto a la posibilidad de encontrar trabajo cuando fuera puesta en libertad. Se conservan los vínculos con la madre y hermanos, presentándose la posibilidad de vivir con ellos mientras se organiza. Logró restablecer los vínculos de pareja, sin ser buena la relación, pero recibiendo apoyo económico por parte de ella, considerando posible vivir juntos si él cambia. Las relaciones con sus hijos se han conservado y mejorado. Actualmente cree contar con amigos que no son delincuentes.

El conocimiento que adquirió de sí misma le permitió valorarse y autorregular su conducta. Lo más significativo en la vida de A.R., es poseer el afecto de su familia ya que esto la guía en la mayoría de sus determinaciones. Podemos decir que A.R. tiene un proyecto de vida en estructuración. Así, se lleva a considerar que en A.R. existen las premisas para continuar su proceso de rehabilitación dependiendo de que conserve las condiciones externas adecuadas.

En términos generales, en cuanto a los resultados grupales podemos decir que se contribuyó a que la mayoría planteó superar las cualidades que poseen que les traen dificultades y obstaculizan los objetivos que se proponen. Plantearon superar sus carencias volitivas y lograron determinar sus necesidades e intereses prioritarios, siendo la necesidad principal para la mayoría, brindarles bienestar a sus familias, lo que les posibilitó formular objetivos acordes con sus posibilidades.

La mayoría de las integrantes de la muestra lograron formular objetivos de acuerdo a distintas áreas de sus vidas, siendo viables para la mayoría, los objetivos del área laboral y social, ya que su consecución dependía principalmente de las propias internas, contando además con personas a las que recurrir a nivel de empleo o recursos económicos. Esta consecución no se logró en el área afectiva ya que sólo para la mitad el logro de sus objetivos se ajustaba a sus posibilidades y dependía de acciones propias.

La mayoría de la internas, llegaron a ser conscientes de las cualidades que les facilitaban o dificultaban el logro de sus objetivos en el área laboral o afectiva. La mayoría realizó acciones para conseguir lo que se proponía en diferentes áreas, todas obteniendo logros en las áreas afectiva y social y la mitad de ellas en el área laboral.

En esta última parte, vamos a abordar, el modelo científico-tecnológico, ampliamente contestado desde posicionamientos epistemológicos alternativos (hermenéutico, emancipatorio, estructural…).

En palabras de Garrido y Gómez (1995), la asunción de que la intervención socioeducativa debe promover que un sujeto sea más autónomo y competente en su medio, adquiere especial relevancia en la esfera de la desviación social. Desde este punto de vista, se podría definir la Educación social como la especialidad de la Pedagogía orientada a la promoción de la competencia social en todo tipo de contextos susceptibles de intervención educativa.

Así, los autores apuestan por una Pedagogía Correccional, basada en la rehabilitación de los delincuentes a través de la intervención socieducativa.

Puesto que muchos de los delincuentes no pueden conseguir por sí mismos un cambio en las pautas de conducta que les desvinculen de la actividad delictiva, el objetivo básico de la Pedagogía Correccional ha de ser paliar su falta de preparación cognitiva y conductual, de forma que aumente su capacidad para participar en los mecanismos prosociales de convivencia.

Sin lugar a a dudas, es claramente manifiesta la necesidad de propugnar una aproximación educativa al problema de la delincuencia, aproximación desde la cual se considere al delincuente una persona cuyo proceso de socialización ha sido deficitario e inadecuado y a la que hay que educar para que llegue a ser socialmente competente.

Existen muchas críticas a este modelo científico-tecnológico, desde la acusación a atender exclusivamente a hechos observables, y la descontextualización, hasta el reduccionismo metodológico y el favorecimiento a la alienación del sujeto y el determinismo. Aquellos que critican la aplicación de este modelo a la educación en centros penitenciarios, califican tal planteamiento de “plataforma ineficaz” al servicio del “orden dominante” (González, 1989). En esta línea se llega incluso a afirmar que “el único sentimiento que puede tener hoy en la actual realidad penitenciaria española el concepto de resocialización y de tratamiento…es procurar la no desocialización del delincuente, o, en todo caso, no potenciarla con instituciones de por sí desocializadoras. (Muñoz Conde, 1987; p. 80).

La intervención en prisiones desde sus planteamientos iniciales ha sido un camino arduo y difícil, además nunca se ha considerado un marco ideal para conseguir el fin último de la reinserción. Así, se propone en primer lugar, devolver a las estrategias de intervención de carácter educativo el lugar que les corresponde, eliminando ideas erróneas y lastres que han hecho tanto daño a algunas iniciativas interventivas correccionales verdaderamente interesantes. En este caso, existen premisas, que han globalizado la idea de ineficacia de estos programas, como el uso predominante del castigo y la utilización de técnicas basadas en el modelo médico y en atribuciones internalistas.

De otro lado, resulta primordial analizar la problemática inherente a la propia institución. Estos problemas serían:

a) Masificación: La escasez de esfuerzos económicos y personales destinados a programas de intervención, han convertido las prisiones en “almacenes de presos”. Este hacinamiento determina la aparición de circunstancias negativas.

b) Violencia institucional: La interacción del interno con los estímulos físicos, organizativos y personales hace que surja el llamado “código del recluso” o subcultura carcelaria. Así, se enrarece el clima de convivencia y se ponen en peligro los derechos de los presos y funcionarios. Se alimentan sentimientos de frustración y hostilidad.

c) Insalubridad: Aparición de toxicomanías y sida. Falta de hábitos de higiene, superpoblación y adicción a drogas, explican la facilidad con la que los internos contraen enfermedades. Se deben incluir técnicas de autocuidado, modificación de hábitos de riesgo, etc.

d) Desinformación: La presencia de canales fluidos de información, tanto para los reclusos como para el personal administrativo, resulta clave para el funcionamiento óptimo de la institución.

e) Bajo nivel formativo: Dado el alto porcentaje de analfabetismo que existe en la población carcelaria se debe dotar a los mismos con herramientas educativas y culturales que les ayuden personal y socialmente y que les vinculen a la sociedad no delincuente.

f) Ausencia de vínculos con la comunidad: Las dificultades de los internos para mantener vínculos de tipo afectivo con las personas de su entorno.

g) Insuficiente capacitación técnica del personal: No basta con poseer experiencia o un amplio dominio de la normativa. Ya que la formación de los profesionales en temas de aplicabilidad penitenciaria es escasa, se reproducen esquemas de actuación que han resultado ser poco eficaces.

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