Psicología criminal

La psicología criminal, puede considerarse como una disciplina dentro de la Psicología. Esta disciplina está orientada a estudiar, entender y explicar cuál es el origen del delito, cuáles son las motivaciones y la personalidad del delincuente, y además, tratar de prevenir y controlar la delincuencia y rehabilitar y reinsertar al ofensor. Por tanto, es posible englobar a un psicólogo criminal en diferentes ámbitos, de los que es posible destacar su uso en el profiling criminal, en la investigación criminal, utilizando la geo-criminalidad o mapping criminal, realizando entrevistas, tanto a ofensores como a víctimas, elaborando teorías del conflicto y programas preventivos de la criminalidad, y finalmente, valorando la imputabilidad de los acusados en juicios. Por tanto, los psicólogos criminales pueden desarrollar su profesión en diferentes lugares, destacando centros penitenciarios y de salud mental y los juzgados.

El estudio de la criminalidad humana es un fenómeno complejo, sobre el que diversas y diferentes ciencias han aportado sus conocimientos y teorías explicativas para poder lograr una mejor comprensión, evaluación y tratamiento de los delincuentes. Una de estas ciencias ha sido la psicología, y dentro de ésta, la psicología criminal (Nicolás Guardiola, 2006).

La psicología criminal, aunque tiene un desarrollo reciente, ha pasado a convertirse en uno de los aspectos más populares que existen en la psicología recientemente (Howitt, 2006). Dependiendo de la orientación teórica de quiénes formulen una definición del concepto de psicología criminal, existen numerosas definiciones, ya que, la Psicología no es una ciencia compacta que incluya una sola teoría o aproximación en su estudio. Atendiendo a su origen etimológico, la psicología criminal podría entenderse como el estudio del alma del criminal, pero en este caso atendería a su personalidad (Nicolás Guardiola, 2006)

Más concretamente, la psicología criminal puede definirse desde una perspectiva más amplia o más estrecha, y dependiendo de ésta, incluirá unos u otros aspectos. La definición estrecha sugeriría que la psicología criminal concierne a todos los aspectos de la psicología del ofensor, el problema que ésta presenta, es que parece que se centra solamente en el criminal, pero también debería incluir los aspectos psicológicos del hecho criminal acaecido, ya que la criminalidad no es una característica de los individuos que pueda ser separada del contexto social del crimen y del sistema de justicia criminal (Howitt, 2006). Por eso, se ha escogido una definición de esta disciplina que se consideraría que posee una perspectiva amplia. Otín del Castillo (2009, p.24) considera que la psicología criminal “es aquella rama de la psicología incardinada en la ciencia criminológica que se ocupa de estudiar y explicar la génesis del delito, la personalidad y motivaciones del delincuente y apoyar medidas para su prevención, control, tratamiento y reinserción”.

Esta definición más amplia y no restrictiva del tema, permite incluir en la presente disciplina, además del estudio de la conducta del delincuente, el análisis de todo lo que rodea al hecho criminal. Tanto el delincuente en concreto, las motivaciones y sus factores tanto endógenos como exógenos. Por tanto, la psicología criminal estudiaría al delincuente, el hecho criminal e intentaría prevenir el delito mediante programas de tratamiento a los delincuentes y medidas para hacer menos vulnerables a las víctimas (Nicolás Guardiola, 2006). Actualmente se viene separando la psicología criminal de otras ramas de conocimiento que han venido tradicionalmente relacionadas. Éstas serían la psicología legal, que estudia los principales fenómenos psicológicos relacionados  con el proceso judicial (testimonio, memoria…); la psicología forense, encargada del peritaje psicológico; la psicología penitenciaria, dedicada a estudiar el comportamiento de los reclusos y la influencia de la privación de libertad, y la psicología policial, dedicada al estudio de los fenómenos que afectan a los cuerpos de policía y ayudar en la investigación criminal (Otín del Castillo, 2009).

Por tanto, y según afirma Nicolás Guardiola (2006, p. 12), “la psicología criminal sería una ciencia social aplicada, que busca resolver problemas complejos, utilizando un método y no actúa de forma aislada, ya que es interdisciplinar”.

Para poder entender mejor cuál es la relevancia y las aplicaciones que puede tener esta disciplina psicológica, es importante en primer lugar, hacer referencia a sus orígenes históricos, y cuál ha sido la importancia que ha tenido este concepto a lo largo de la historia y a través de su desarrollo.

Los orígenes de la psicología criminal se pueden encontrar relacionados a otras disciplinas, especialmente, la criminología, la sociología y la psicología (Otín del Castillo, 2009).

Pero, debe destacarse sobre todo, que el desarrollo de la psicología criminal, no puede entenderse a parte del desarrollo de la Psicología como ciencia general. Algunos de los acontecimientos más importantes que han de destacarse de la Psicología, en relación al desarrollo de la psicología criminal, son, en primer lugar los estudios realizados acerca de la memoria por Ebbinghaus. Estos tienen esta relevancia para valorar el ser testigo ocular de algunos hechos y comprobar su veracidad. En segundo lugar, es destacable también, el  énfasis en la psicología social en las dinámicas de grupos, aumentando así, el interés en el estudio de la toma de decisiones por los diferentes individuos. Y, finalmente, es destacable también, el desarrollo de test en diferentes áreas de la psicología, como pueden ser la académica, la clínica o la educativa, que propiciarán el desarrollo de diferentes técnicas de evaluación y medida de ofensores y criminales (Otín del Castillo, 2009).

Pero, a pesar de esta estrecha relación con la evolución de la Psicología, la psicología criminal tiene también relación con diferentes cambios históricos y sociales acontecidos. En este aspecto, se debería destacar la aparición del feminismo en los años sesenta y setenta, además de la detección de que el abuso sexual infantil era un fenómeno que se encontraba en la sociedad mucho más presenten de lo que se creía hasta el momento, llevando a la psicología criminal, al entendimiento y el afrontamiento de una mejor manera de los diferentes efectos de este fenómeno, además de desarrollar e implementar tratamientos para los abusadores y de estudiar la habilidad de los niños para dar evidencias en el juzgado del hecho ocurrido (Otín del Castillo, 2009).

A parte de la relación existente con el desarrollo de la Psicología, existen otras disciplinas, aunque algunas ya obsoletas, que han contribuido en gran medida al desarrollo de la psicología criminal. En primer lugar, es posible destacar la Fisonomía. Ésta considera que el alma y el cuerpo se hallan en íntima relación, de modo que las deformidades somáticas se corresponden con defectos espirituales, es decir, y como afirmaba Edicto de Valerio, “cuando existan dudas entre dos presuntos culpables, condena al más feo”.

En segundo lugar, se encuentra la Frenología de Gall. Este autor, propugna una teoría de la localización, en la que cada función anímica, hace referencia a una parte cerebral, y se pueden observar en el cráneo signos externos de esas localizaciones. Por tanto, las causas del crimen residen en malformaciones y/o disfunciones cerebrales, que, mediante la observación del cráneo, están sujetas a su estudio e investigación.

Otra de las principales aportaciones a esta disciplina ha sido la Psiquiatría, mediante la distinción entre aquellos individuos que eran enfermos mentales y aquellos individuos que eran delincuentes. En un principio, la criminalidad se atribuía a la locura moral de Prichard, que sería una degeneración del núcleo moral de la personalidad, pero que ésta, no tenía ninguna relación con la enfermedad mental. Este concepto de locura moral, fue finalmente sustituido en el siglo XIX, por personalidad criminal, término que reconoce que la conducta delictiva se produce a causa de rasgos criminales presentes en la personalidad del individuo.

Por último cuanto a aportaciones para la psicología criminal, debe resaltarse la antropología criminal, que afirma que el delincuente pertenece a una subespecie humana inferior y degenerada. Dentro de esta antropología criminal, pueden incluirse dos teorías. En primer lugar, la degeneración que ciertos factores desfavorables hacia el individuo podrían provocar en pocas generaciones, haciéndose hereditario, y la teoría evolucionista Darwiniana, en que la supervivencia depende del más fuerte (Otín del Castillo, 2009).

Pero a pesar de estas diversas aportaciones, la psicología criminal moderna, tiene sus orígenes o sus antecedentes en el siglo XIX con el positivismo criminológico o en la Escuela Positivista Italiana, con una tendencia determinista. Dos autores son destacables. En primer lugar Lombroso, quien pretendía demostrar que ciertas degeneraciones mentales llevaban al acto criminal, es decir, que existían ciertas anomalías estructurales en el cráneo que eran comunes a los criminales, e interpretó esas anormalidades como un indicador (Howitt, 2006). Defendía que ciertas personas nacen con una tendencia innata a la delincuencia (Soria, 2006)  También debe destacarse a Garofalo, en cuya teoría de la criminalidad cobra especial relevancia el concepto de anomalía moral. Es decir, el delincuente tiene una carencia en el desarrollo de la sensibilidad moral, condicionado por una base orgánica. Puede comprobarse que la psicología criminal en sus orígenes, presente una base muy biológica (Otín del Castillo, 2009), partidarios de un método empírico inductivo, basado en la observación tanto del delincuente como de su medio (Soria, 2006).

Otro hecho que tiene especial relevancia en el origen de la psicología criminal, es la publicación de la primera estadística oficial de crímenes en Francia en el año 1827. Esta publicación permitió el desarrollo de la investigación en la distribución geográfica del crimen, cosa que continúa actualmente en una disciplina llamada mapping criminal, una de las áreas más importantes de la psicología criminal actualmente (Howitt, 2006).
A la hora de considerar el desarrollo de esta disciplina, debe tenerse en cuenta que existen cuatro formas básicas en las que la disciplina se ha consolidado. Estas han sido la formación de asociaciones, que a pesar de que varían de país a país, suelen estar sujetas a asociaciones profesionales de psicólogos, como la American Psychological Association (APA), y la British Psychological Society (BPS), soliendo ser estas las más importantes actualmente (Howitt, 2006), también destaca la creación de libros y revistas especializadas y la creación de cursos universitarios en relación al tema (Howitt, 2006).

En relación al origen y desarrollo de esta disciplina en España, éste fue muy tardío. Y a pesar de que el primer libro de psicología legal fue escrito en 1932 por un psiquiatra, este autor tuvo que emigrar a Estados Unidos por la Guerra Civil, y no fue hasta 1971, cuando el Colegio de Abogados de Barcelona, creó el departamento de sociología y psicología legal, que el concepto fue reabierto (Howitt, 2006). En este contexto nacional, deben destacarse autores como Santiago Redondo, sobre el tratamiento penitenciario y Vicente Garrido, sobre el delincuente. También los de Eugenio Garrido sobre la psicología policial, Javier Urra, sobre menores delincuentes y Ramón Arce, sobre decisiones judiciales, Margarita Diges sobre testimonios y Miguel Ángel Soria sobre la psicología de la victimización. Autores, cuyos trabajos han contribuido al desarrollo de la psicología criminal en España (Soria, 2006).  Pero a pesar de que existen diferencias entre los países, la psicología criminal como tal empieza a aparecer en los años 70 en EEUU y en el oeste de Europa (Howitt, 2006).

Se puede considerar que la psicología criminal sería la aplicación de la ciencia psicológica al entendimiento del comportamiento criminal. Sin embargo, no existe una sola teoría, sino que se puede realizar a través de diferentes teorías psicológicas o paradigmas.

Una es la psicología evolutiva, una rama de la psicología que pone su atención en aplicar la teoría de la evolución al pensamiento y comportamiento humano, y también puede aplicarse a la explicación del comportamiento criminal. Estas aproximaciones, se centran en como las trayectorias del desarrollo influyen en el comportamiento criminal, teniendo especial relevancia el ambiente, como por ejemplo, la deprivación económica, la ausencia de estimulación cultural, los estilos parentales y la autoestima, pueden tener especial relevancia a la hora de desarrollar un comportamiento delictivo, teniendo especial relevancia la adolescencia (Soria, 2006).

Otro de los paradigmas o teorías importantes para la psicología criminal, sería la psicología social. Esta puede considerarse la más importante y relevante en el estudio de la criminalidad. Las teorías más importantes que se engloban dentro de estas serían en primer lugar, los estudios sobre las actitudes humanas, pudiendo ser éstas antecedentes de las conductas. En segundo lugar, la teoría de la atribución social de Festinger, mediante la cual, las personas tienden a atribuir una causa, tanto interna, como externa, a la aparición de una conducta. La teoría de la disonancia cognitiva del mismo autor, explicada como la tendencia de las personas a tomar una decisión entre dos opciones que se valoran de forma similar y llevan a una tensión psicológica interna. También se incluyen los estudios sobre procesos grupales, en que se expresa que la conducta criminal estaría influenciada por el grupo. Y finalmente los estudios sobre la desindividualización social, proceso en el cual la persona pierde su identidad individual en el seno de un grupo (Soria, 2006).

También son importantes las características psicológicas individuales. Esta orientación, trata de explicar y encontrar cuales son las características específicas de personalidad que hacen a algunos individuos más propensos a delinquir que otros, con una relación muy estrecha con el autocontrol. También es posible relacionar el crimen con ciertos trastornos mentales, como la esquizofrenia, el trastorno bipolar y los trastornos del estado de ánimo, entre otros (Durrant, 2013).

Tiene su influencia en esta disciplina, también, la psicología del comportamiento. Mediante el énfasis puesto sobre la conducta observable y el énfasis sobre la validez de las teorías elaboradas, desarrollando así sistemas de evaluación, de medida y control, además de teorías para predecir el comportamiento humano (Soria, 2006).

Por último, la perspectiva biológica, se centra también en las diferencias individuales. Por un lado, centra su estudio en la interacción compleja de factores individuales genéticos y ambientales, mientras que, por otro lado, se examina el papel que tiene diferentes neurotransmisores, hormonas y regiones cerebrales (Durrant, 2013). También se realizan estudios sobre adopciones, analizando los cambios existentes entre niños adoptados por familias sin antecedentes cuya familia de origen sí los poseía. Por último, se realizan también estudios fisiológicos y de disfunción cerebral (Soria, 2006).

En función de ello, es posible afirmar que existen numerosos paradigmas y teorías que aportan información de gran importancia a la psicología criminal, facilitando de esta manera su desarrollo y su aplicación.

Una vez que se ha conocido además, de cuál ha sido el origen y el desarrollo de esta rama de la psicología, aquellas aportaciones más relevantes en el ámbito, se hará referencia a cuáles pueden ser los ámbitos de aplicación de la misma.

En primer lugar, la psicología criminal puede aplicarse en el ámbito del análisis criminal o el análisis del crimen. Una de las principales razones por las que debe incluirse la psicología en el ámbito del crimen, es debido a que dentro de éste, se incluyen también las personas, y se perpetran por personas, ya que la psicología es el estudio de las personas y del comportamiento humano (Hollin, 2013). De esta manera, la psicología criminal analiza los comportamientos del delincuente en diferentes situaciones específicas y de esta manera se comparan los datos que se obtengan con las bases de datos. Si se encuentran coincidencias, como las armas utilizadas, el tipo de víctima, el modus operandi, el lugar geográfico, entre otros, permite tener una base para guiar la investigación (Miller, 2012). Podría incluirse también aquí, la investigación policial, en la que se incluye la negociación con criminales, trabajos sobre el contenido psicológico de diferentes pruebas o hechos, estudios sobre la estructura de bandas criminales y la geo-criminalidad (Nicolás Guardiola, 2006), o lo que se conoce como “crime mapping”.

Otra de las aplicaciones de esta disciplina psicológica, es el “profiling” criminal o simplemente conocido como “profiling”. Ésta es una de las técnicas de investigación que ayuda a los investigadores a colocarse en la mente del criminal. Es una técnica que permite identificar las características de personalidad y de comportamiento, analizando el crimen y el escenario o la escena del mismo, que el delincuente ha cometido (Hollin, 2013). Haciendo este análisis de la escena, pueden conocerse diferentes aspectos acerca de la personalidad o de los motivos del autor. Por ejemplo, si el crimen fue un acto que tuvo una planeación previa, si fue un acto impulsivo, la edad de quien ha cometido el delito, el género del mismo, por qué zona es posible que viva y otro tipo de información que puede ser realmente útil para los investigadores para resolver efectivamente el caso, como el estado marital o laboral (Kocsis, 2002).

La psicología criminal, también puede ser aplicada a la realización de entrevistas tanto a ofensores como a las víctimas del delito, para poder conseguir información relevante y veraz acerca de los hechos acaecidos. Mediante esta aproximación a la entrevista criminal, se tienen en cuenta las diferentes necesidades que cada persona sometida a ella puede tener. Por ejemplo, tienen necesidades, capacidades y características que deben ser tenidas en cuenta a la hora de realizar la entrevista, un menor o un niño que haya sido testigo de un crimen, que el ofensor que se niega a confesar su acción. Es importante destacar la relevancia de este ámbito de aplicación, ya que centrándose en la entrevista estándar se pueden identificar tres problemas que implican la inhibición en la recuperación de información. Estos tres serían las frecuentes interrupciones, la formulación de excesivas preguntas y la secuencia inapropiada de las mismas, resultando en una información más vaga e imprecisa (Arce y Fariña, 2006). En este tipo de entrevistas, se suele utilizar la entrevista cognitiva mediante diferentes técnicas. La primera trataría de reconstruir mentalmente los contextos del crimen, la segunda técnica dejaría el “recuerdo libre” a la persona, narrando ésta todo lo que recuerde. La tercera técnica es el “cambio de perspectiva”. Finalmente, la última técnica es el “recuerdo en orden inverso”, que se narren los hechos de modo diferente al en el que sucedieron. Luego, esta tipo de entrevista psicológica, se puede adaptar tanto a menores como personas discapacitadas  (Arce y Fariña, 2006). Además, realizar este tipo de entrevistas por psicólogos criminales, permitirá además valorar la credibilidad del testimonio y su veracidad en el relato de los hechos, otra de las facetas en las que es aplicable también la disciplina de la psicología criminal (Nicolás Guardiola, 2006).

Esta disciplina, es utilizada también en la elaboración de teorías acerca del conflicto, a través de teorías integrativas y teorías predictivas del riesgo. Las primeras, consideran que la delincuencia es un fenómeno complejo con una base biopsicosocial. Las segundas se basan en estudios predictivos del comportamiento humano y en las teorías elaboradas sobre la criminalidad que intentan establecer la posterior reincidencia o no del criminal (Nicolás Guardiola, 2006).

Además, esta área pone también su foco de actuación en la prevención del delito. Esta podría ser una de las aplicaciones más prácticas de la disciplina. Se pretende conseguir un conocimiento acerca de los factores biopsicosociales que presentan una relación con la aparición y con el desarrollo de la delincuencia para poder llegar a reducir la criminalidad mediante programas de prevención (Nicolás Guardiola, 2006), además de realizar estudios acerca de los procesos de información y asesoramiento comunitario, mejorando el conocimiento del delito y de este modo la protección frente a este (Soria, 2006).

Por último en referencia a las aplicaciones de la psicología criminal, debe destacarse la preocupación que existe sobre la víctima, tanto de los efectos y secuelas psicológicas que ésta pueda sufrir a consecuencia del hecho delictivo, como acerca de la reacción social ante la victimización. Se analizan tanto los efectos individuales sobre la víctima, como los efectos colectivos sobre la sociedad (Nicolás Guardiola, 2006).

Además de estas diferentes aplicaciones que puede tener esta disciplina, se añadirán otras, que aunque puedan ser aplicables también a la psicología forense, el profesor Laurence Miller, las incluye dentro de la psicología criminal (Información extraída de: Diveintopsychology1, 2012). Una de las competencias de un psicólogo criminal sería la valoración para saber si el acusado es apto para ser juzgado. Es decir, para que un individuo pueda ser juzgado, se deberá valorar si éste es capaz de entender la comisión del delito del que se te acusa, y si tenía plenas facultades para entenderlo en el momento de la comisión del hecho, si puede entender las causas de las que se te acusa, si puede entender el rango de las posibles condenas que se le pueden imponer y si tiene la capacidad de declarar en tu propia defensa. Si estas premisas no se cumplen, la persona será considerada no apta para ser juzgada. Para eso los psicólogos cuentan con diferentes métodos de evaluación o pruebas psicométricas. Algunas de estas causas pueden ser una lesión cerebral, la demencia y el retraso mental, que no pueden mejorar mediante tratamiento. Puede haber también condiciones psiquiátricas, como una esquizofrenia o trastorno bipolar, que pueden ser tratados. Otra de las aplicaciones de esta disciplina, consiste en la valoración de si una persona es o no peligrosa, es decir, para poder valorar si el individuo va a reincidir. Finalmente, estos profesionales intervendrán también en la asunción de no culpabilidad de un individuo por razones de enfermedad mental.

De estas diferentes aplicaciones, se desprende el campo de trabajo en el que se puede incluir al psicólogo criminal. Estos pueden trabajar en instituciones académicas, junto a la policía, para ayudar a la resolución de crímenes, en los juzgados, en hospitales forenses y en centro de salud mental (What is Criminal Psychology, s.f.)

Una disciplina no puede entenderse sin un método específico de estudio que le permita llevar a cabo investigaciones. Los métodos a los que se puede hacer referencia son el lógico abstracto o inductivo, y el inductivo o experimental. Pero para la Psicología criminal, el método es el inductivo, que se basa en la observación, experimentación y cuantificación, ya que es una ciencia experimental. Las dos estrategias metodológicas que más se utilizan en esta disciplina serían la experimental, en la que se crean las condiciones para la manipulación de las variables que inciden en el comportamiento y la correlacional. Esta es la estrategia que más se utiliza en la Psicología Criminal y representa la asociación que existe entre diferentes variables, que puede ser positiva o negativa (Nicolás Guardiola, 2006).

Por último, se va a hablar acerca de algunas de las consideraciones que debería tener en cuenta la psicología criminal para su desarrollo futuro. Una de las primeras que deben considerarse, sería el centrarse no sólo en las diferencias individuales que llevan a cometer un delito o las diferencias individuales en el desarrollo del potencial delictivo, sino centrarse también en las situaciones que rodean al acto delictivo, es decir, cuáles serían las situaciones que más propiciarían a la comisión de diferentes delitos y porqué se da este fenómeno. Por tanto, deberá tenerse en cuenta que la comisión de un crimen no solamente depende del individuo, sino también de la situación y de la interacción de ambos factores. Otra de las cosas que se debe tener en cuenta en Psicología Criminal es que se necesita más investigación para poder relacionar los cambios intra-individuales en los factores de riesgo con los cambios intra-individuales en el crimen, ya que las conclusiones se obtienen de diferencias entre individuos diferentes, y puede que las conclusiones no sean válidas dentro del mismo individuo. También debe aumentarse el estudio en factores de riesgo para la criminalidad, incluyendo variables poco estudiadas como el contexto vecinal o correlatos biológicos. También, se debe centrar la atención en factores de protección, ya que estos han sido mucho menos estudiados, y mediante ellos, se puede reducir la influencia que tengan los factores de riesgo. Tanto el estudio de los factores de riesgo como de los de protección, tendrán implicaciones para el desarrollo de programas, tanto de intervención como de prevención. Una más de las futuras investigaciones que se deben tener en cuenta, es que hasta el momento, esta disciplina se ha centrado en las causas del crimen y el desarrollo de los criminales, pero debe explicarse también, el porqué de la comisión de esas acciones, diferenciando según el tipo de criminal. Por último, se deben realizar más investigaciones experimentales para poder evitar los sesgos que se producen en los estudios no experimentales mediante datos oficiales o auto-reportes (Farrington, 2004).

Por tanto, el papel más importante que deben llevar a cabo los psicólogos criminales, será el tratar de explicar el comportamiento criminal, pero relacionándolo tanto, con la prevención, como con la reducción de este tipo de comportamientos. También, deberá estudiarse tanto el cómo las personas se convierten en delincuentes como por qué se convierten en delincuentes. Se necesitará más investigación acerca de correlatos biológicos y factores comunitarios, ya que éstos han sido poco estudiados, y centrarse también en las influencias situacionales para tratar de explicar la comisión de los delitos.

Criminal Profiling

El criminal profiling, es considerado una sub-disciplina de la psicología criminal. En general, esta disciplina tiene como una de las principales aplicaciones, el hacer inferencias acerca de las características físicas, emocionales, psicológicas, de hábitos, incluso vocacionales de los diferentes criminales, para poder trazar un perfil del delincuente y ayudar en las investigaciones policiales (Turvey, 2011).

Psicología Forense

La psicología forense hace referencia literalmente a aquella psicología aplicada en los juzgados. Ésta aúna dos disciplinas diferentes, la psicología y el derecho, pero que ambas intentan comprender el comportamiento criminal, y ha aparecido debido a los diferentes cambios que se han producido en el sistema judicial a través de los siglos, aumentando la necesidad de la experiencia psicológica en el ámbito jurídico. El término forense, proviene de la palabra fórum, de origen latino. El foro era considerado un lugar en el que se producía el debate público (Hawitt, 2006). También debe mencionarse la psicología legal, que versa sobre el juicio oral y los testimonios y de las circunstancias agravantes y atenuantes del ofensor y de la psicología policial (Nicolás Guardiola, 2006).

Psicología del Testimonio

La psicología del testimonio, es una disciplina que trata de aplicar los diferentes conocimientos acerca de los procesos psicológicos básicos, como pueden ser, la atención y la memoria, para obtener y valorar una prueba testifical, o la declaración de un testigo. Se centra en los diferentes factores que influyen en la exactitud de las declaraciones y en las identificaciones de los testigos. Actualmente, tiene un creciente interés acerca del efecto de la información sugerida, el origen de los recuerdos y los factores que influyen en la percepción y reconocimiento de personas. La presente disciplina tiene una creciente demanda en el sistema de justicia y en los cuerpos de seguridad, aumentando las actuaciones periciales en los juzgados (Manzanero, 2010).

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