(Español) 1.CRIME DROP EN ESTADOS UNIDOS
El descenso del crimen se ha estudiado en Estados Unidos principalmente haciendo referencia al siglo pasado, cuando a partir de los años 60 existió un incremento bastante elevado de los índices de homicidios y robos llegando a su punto máximo a principios de los 90, descendiendo a partir de entonces de una forma muy considerable (Blumstein, 2006; Blumstein y Wallman, 2006).
De esta manera, la tendencia de la criminalidad en Estados Unidos ha sido estudiada intentando conocer el porqué de sus variaciones. Más concretamente, de acuerdo con los datos ofrecidos por el Federal Bureau of Investigation (FBI), Uggen (2012) establece que en Estados Unidos ha existido un descenso generalizado desde 1990 hasta el 2010 tanto de los delitos violentos, como de los delitos contra la propiedad, en un 40% en total. Además, solamente en la década de los 90 el declive de los homicidios se estima en un 40% aproximadamente (Farrell et al., 2011; Gartner, 2009, citado en Pinker, 2012). Más específicamente, el índice de homicidios y de robos comienza a descender a partir de 1991 de manera continuada, alcanzando a finales de la década el mayor descenso de estas tipologías que se hubiera visto desde los 60 (Blumstein, 2006).
De acuerdo con los datos de la NCVS, el índice de victimización desciende en un 70% desde 1993 en delitos violentos, y en un 60% con respecto a delitos contra la propiedad (Uggen, 2012).
Estos datos confirman el brusco declive en la década de los 90, que ha continuado a lo largo de los años, llegando a generar la posibilidad de que hubiese existido otro declive de la criminalidad en 2007 (Baumer y Wolff, 2014; Uggen, 2012). Asimismo, se considera que es muy probable que en torno a 2015 también se haya podido generar otro descenso (Parker et al., 2017).
Estos hechos han provocado un mayor interés por investigar qué causas han sido importantes en la caída brusca de los índices de criminalidad en la década de los 90 (Farrell et al., 2011), siendo su determinación una tarea compleja, ya que se afirma que son muchos los indicadores que han podido estar implicados en esta tendencia (Blumstein y Wallman, 2006).
Por su parte, Levitt (2004) propone cuatro indicadores involucrados en el descenso de la criminalidad durante los 90 y son: el aumento de la población reclusa, la reducción de la epidemia del crack, la legalización del aborto y el número de policías. Estos dos últimos factores junto con los cambios en la edad de la población, han sido muy criticados al considerarse poco consistentes en comparación con otros indicadores como los económicos y la encarcelación (Rosenfeld y Messner, 2009).
Por lo tanto, existen otras hipótesis que también se han valorado como fundamentales para poder comprender el descenso de la criminalidad en Estados Unidos.
Así, el incremento de la inmigración ha dado respuesta, en parte, al descenso de los homicidios (Ousey y Kubrin, 2014; Wadsworth, 2010) y de los robos con violencia o intimidación en áreas urbanas entre 1990 y el 2000 (Wadsworth, 2010). Exactamente, se ha comprobado que en áreas metropolitanas los cambios en la inmigración conllevan variaciones en los índices de crímenes violentos, de agresiones graves y, sobre todo, de la tasa de robos con violencia o intimidación (Stowell et al., 2009).
En relación al índice de encarcelación, se trata de un factor muy estudiado en la década de los 90 (Aebi et al., 2015), ya que ha ido aumentando progresivamente (Rosenfeld y Messner 2009; Uggen, 2012). Así, parece que existe una correlación entre el descenso de la violencia y el aumento de las cifras de encarcelación a partir de los 90, pero algunos autores no verifican esta relación, puesto que el mayor incremento de encarcelamiento se dio en la década de 1980 teniendo lugar también un aumento bastante significativo de la violencia (Blumstein y Wallman, 2006; Roeder et al., 2015).Por otra parte, es destacable reseñar los estudios con variables económicas. Así, se ha determinado que existe una relación entre la recesión y el descenso de la criminalidad (Uggen, 2012). Por otro lado, la inflación es un indicador en el que a medida que aumenta, también lo hace los delitos contra la propiedad (Roeder et al., 2015). La confianza del consumidor ha destacado como una variable implicada en dicha tendencia, sobre todo con respecto a los delitos contra la propiedad (Roeder et al., 2015; Rosenfeld y Messner, 2009). Por otra parte, Roeder et al. (2015) estiman un descenso de un 5 – 10% del crimen en relación al crecimiento de la renta.
Por otro lado, las diferencias entre las grandes y las pequeñas ciudades ha sido un ámbito también destacable e interesante, en tanto, parece que las pequeñas ciudades siguen las tendencias de repuntes y descensos de las grandes ciudades (Blumstein, 2006).
Con respecto a la edad y el crimen, Roeder et al., (2015) confirman que existe una correlación entre ambas variables. Así, Blumstein (2006) verifica que el incremento de los homicidios cometidos a finales de los 80 y comienzos de los 90 fue causado por jóvenes, teniendo mucha relevancia esta conclusión en el estudio de los homicidios en general.
Asimismo, la mejora en la seguridad de los automóviles se establece como un indicador que tiene relación con el descenso de los delitos de robo de automóviles (Farrell, 2013; Farrell et al., 2011; Farrell et al., 2014; Fujita y Maxfield, 2012).
Por último, en cuanto a las estrategias policiales, parece que hay un vínculo entre este factor y el descenso del crimen. No obstante, no en todas las ciudades donde ha decrecido la delincuencia ha existido una transformación en la dinámica policial (Knepper, 2012). Independientemente, se ha considerado importante a nivel local (Baumer y Wolff, 2014).
2. CRIME DROP EN EUROPA
En Europa, para estudiar la tendencia de la criminalidad, algunos autores realizan una división de su territorio entre Europa Occidental y Europa Central y del Este. Esta agrupación se realiza debido a las diferencias en el contexto histórico, político, social y económico en el que se encontraban a principios de los 90 (Aebi y Linde, 2012).
De forma general, se puede establecer que la población penitenciaria incrementó a principios de los 90 en los delitos estudiados por Aebi y Linde (2012) en Europa (agresión, homicidio intencionado -incluyendo y excluyendo las tentativas de homicidio-, violación, robo con violencia o intimidación, hurto y delitos relacionados con las drogas). A partir de estos datos, observan una variación en la tendencia de muchos de estos delitos en la década de los 90, mostrándose en Europa Central y del Este unos índices más altos que en Europa Occidental. No obstante, es a principios de la década de los 2000 cuando en ambas partes de Europa comienza a existir una evolución similar (Aebi y Linde, 2012).
Así, en relación a Europa Occidental, algunos autores advierten que no existe un descenso global del crimen, aunque sí que existe un descenso de los delitos contra la propiedad y los homicidios desde la mitad de la década de los 90. En contraposición, ciertos delitos violentos como los relacionados con las drogas, incrementaron desde 1990 hasta el 2000 (Aebi y Linde, 2010b).
De forma más específica, las cifras de los delitos contra la propiedad han descendido desde que experimentaron sus máximos niveles entre los años 1992 y 1995 en Europa Occidental. Este descenso fue interrumpido en los primeros cinco años de la década de los 2000, sin embargo, a partir de entonces ha sufrido el mayor declive de la época (Aebi y Linde, 2010b). Con respecto a los delitos de hurto, el descenso se produjo a partir de 1994 en Europa Occidental y en el 2000 en Europa del Este y Central (Aebi y Linde, 2012).
En Europa Occidental han aumentado las cifras de delitos de agresiones hasta en un 143% desde 1990 hasta 2007 según las estadísticas policiales. Este aumento, no es causa de que los delitos violentos sean más denunciados, ya que, se muestra una estabilidad en los índices de denuncias durante este periodo (Aebi y Linde, 2010b).
En el caso de los delitos de robo con violencia o intimidación se observa que existió un aumento a comienzos de la década de los 90, manteniéndose estable el crecimiento de las cifras hasta 2002, donde a partir de entonces comienza a decrecer. En las encuestas de victimización este crecimiento se produce hasta 2004 (Aebi y Linde, 2010b). En el caso de Europa Central y del Este, la tasa de encarcelamiento por robo con fuerza o intimidación ha tenido un crecimiento constante desde 1996 a 2006 (Aebi y Linde, 2012).
Con respecto a los delitos relacionados con las drogas en Europa Occidental, la tendencia ascendente se mantiene desde 1990 hasta 2007, siendo el aumento de un 200% (Aebi y Linde, 2010b). Asimismo, el delito de agresión sexual se ha visto en incremento en los países de Europa Occidental, manteniéndose estable desde la mitad de 1990 en Europa del Este y Central (Aebi y Linde, 2012).
En el entendimiento de estas tendencias del crimen y sus causas, en el caso concreto de Europa del Este y Central, se considera que los países excomunistas presentan una tendencia similar al resto de Europa, pero de forma más extrema (van Dijk y Tseloni, 2012).
Así, es importante tener en cuenta la región que se está analizando, ya que el descenso en los homicidios de los países de los Balcanes Occidentales, podría ser explicado por el proceso de democratización que han ido viviendo (Alvazzi del Frate y Mugellini, 2012).
Por otra parte, las condiciones económicas han sido estudiadas también para dar respuesta a la tendencia de la criminalidad en Europa. El desempleo para Pinker (2012) no ha sido una variable realmente significativa en la explicación de esta tendencia, aunque sí que afirma que las variables económicas se relacionan con los delitos contra la propiedad.
De esta forma, Rosenfeld y Messner (2009) comprueban que la confianza del consumidor es una variable importante para explicar el descenso de los delitos de robo con fuerza en las cosas en Europa. Además, confirman que el aumento de la población penitenciaria no tiene un efecto significativo en los robos con fuerza, aunque en Italia probablemente la gran reducción de población en prisión propició que aumentara este delito en 2006.
En esta línea, Aebi et al. (2015) comprobaron que hasta 2005 se ha visto en aumento el índice de población penitenciaria en Europa Occidental, que desde entonces se ha mantenido estable, viéndose a su vez reducidas las entradas en instituciones penitenciarias. Este hecho, explican, se debe al incremento de la duración de las penas, producido por la dureza contra el crimen por la policía de esta parte del continente, así como, del aumento del índice de encarcelamiento por delitos violentos y en relación con las drogas hasta 2005.
Por otro lado, existe una explicación de la tendencia en Europa que ha dado un gran peso a las teorías de la oportunidad (Aebi y Linde, 2010b, 2012; van Dijk et al., 2012) y, en concreto, a la teoría de las actividades cotidianas (Aebi, 2004; Aebi y Linde, 2010b, 2012).
De forma más exacta, Aebi y Linde (2010b, 2012) plantean un modelo multifactorial basado en las teorías de las actividades cotidianas, el cual explica el aumento de los delitos contra la propiedad a principios de los 90 con los cambios políticos y socioeconómicos que ha vivido Europa durante esta etapa. Así, la caída de la Unión Soviética transformó importantemente las oportunidades delictivas, ya que con la apertura de las fronteras se desarrolló el mercado negro en Europa del Este y Central, que era liderado por grupos organizados de países europeos occidentales, y facilitaba el tráfico por Europa de productos ilegales y básicos, así como drogas (Aebi y Linde, 2010b, 2012). Asimismo, este incremento de los delitos en Europa del Este y Central es explicado también por la destrucción de los mecanismos inherentes en los regímenes totalitarios encargados de “suprimir” el crimen, además de su lento remplazo por otros mecanismos propios de regímenes democráticos (Council of Europe, 1999). De esta forma, el crecimiento en el crimen local y transfronterizo en Europa del Este, podría deberse a la rápida y simultánea transformación de sus sistemas políticos, sus sistemas económicos y de sus fronteras e identidades (Offe, 1996, citado en Bort, 2000).
El descenso posterior en los delitos contra la propiedad en la misma década, se asocia con la saturación del mercado negro, el desarrollo de las medidas impulsadas por la policía para combatir el crimen transnacional en las fronteras de la Unión Europea, el desarrollo de medidas de seguridad en las viviendas de Europa Occidental (Aebi y Linde, 2010b; Killias y Aebi, 2000), el desarrollo de la situación social y económica de muchos países de Europa Central y del Este y, el desarrollo de la seguridad privada en gran parte de los países europeos occidentales (Aebi y Linde, 2010b, 2012).
Asimismo, otros autores también destacan la aplicación de las teorías de la oportunidad delictiva en el descenso de los delitos contra la propiedad, en el sentido de que al mismo tiempo aumentó el robo y hurto de determinados productos novedosos y caros (teléfonos móviles, portátiles y GPS) que junto con la explosión de Internet y sus nuevas formas de criminalidad dio como resultado la reducción de determinados delitos de esta tipología. Por ello, de esta afirmación se extrae que las variaciones en estos delitos responden a la disponibilidad e idoneidad del objetivo y, por lo tanto, de su oportunidad delictiva (Farrell et al., 2010).
3. CRIME DROP EN OTROS CONTEXTOS GEOGRÁFICOS
En la evolución de los homicidios en África, parece existir un descenso desde 1995 a 2010, bastante más alto que en Asia, Europa y Oceanía. No obstante, la realidad es que no puede ser atribuido al continente mismo, sino que más bien es provocado por un solo país, en concreto Sudáfrica, que presenta un descenso bastante alto en este periodo (Alvazzi del Frate y Mugellini, 2012).
En Asia, ha existido un descenso general de su índice de homicidios intencionados desde 1995 a 2010. Además, se ha confirmado que este hecho se ha observado principalmente en el este y sureste de Asia. No obstante, este continente presenta unas cifras de homicidios muy bajas en general, por lo que el cambio no se ha manifestado bruscamente (Alvazzi del Frate y Mugellini, 2012).
Nueva Zelanda ha experimentado disminuciones en los delitos contra la propiedad (robo con fuerza en las cosas, robo de vehículos a motor y otros robos), pero no en crímenes contra las personas. En general, en 2010 el índice de criminalidad era un 12% más bajo que en 2000. Con respecto a las agresiones y acosos descendieron en la década de los 90, pero volvieron a aumentar desde 2005-2006, descendiendo en 2011 (Mayhew, 2012).
Algunos de los factores asociados a la explicación de la tendencia en este país, es la confianza empresarial en relación con el descenso en los delitos fraudulentos y, el descenso del Producto Interior Bruto (PIB) respecto al aumento de la violencia y los daños en la propiedad. Además, el incremento de los delitos relacionados con las drogas se ha intentado explicar con el aumento del número de jóvenes. El descenso de los índices de encarcelación se ha asociado con el incremento de algunos delitos contra la propiedad (Triggs, 1997, citado en Mayhew, 2012).
Australia ha experimentado un decrecimiento alrededor de 2001, donde a partir del descenso de robo de vehículos a motor comenzaron a decaer los robos en con fuerza en las cosas, hurtos y robos con violencia o intimidación. Además, los homicidios también han destacado por su descenso significativo desde 2001. Por el contrario, las agresiones físicas y sexuales han ido aumentando (Mayhew, 2012).
En general, el índice de criminalidad en los cinco estados más grandes de Australia se encontraba un 30-40% más bajo en 2009 que con respecto a 1995. En la reducción de los delitos de robos en automóviles se tuvo en cuenta la implicación de la mejora en la calidad y cantidad de seguridad en los automóviles (Mayhew, 2012).
En Canadá el índice de homicidios se redujo en la década de los 90 en un porcentaje muy similar al de Estados Unidos, ya que el primero descendió en un 35% y el segundo en un 42%. Este suceso suscitó un gran interés, pudiéndose comprobar que existen grandes similitudes entre Estados Unidos y Canadá no solo en la tendencia general del índice de homicidios (Farrell et al., 2014) sino también del crimen a nivel global (Knepper, 2012; Ouimet, 2002).
En otras regiones de América, existen varios casos reseñables como el de los homicidios en México, los cuales han incrementado de 2004 a 2010, en parte por el crecimiento de los homicidios realizados con armas de fuego, que ascendieron en este periodo de un 26 a un 46%. Por el contrario, en Colombia los índices de homicidios se han reducido a casi la mitad desde 2001 hasta 2010, gracias a la gran prevención en la reducción de la violencia armada (Alvazzi del Frate y Mugellini, 2012).