Para poder entender mejor cuál es la relevancia y las aplicaciones que puede tener esta disciplina psicológica, es importante en primer lugar, hacer referencia a sus orígenes históricos, y cuál ha sido la importancia que ha tenido este concepto a lo largo de la historia y a través de su desarrollo.
Los orígenes de la psicología criminal se pueden encontrar relacionados a otras disciplinas, especialmente, la criminología, la sociología y la psicología (Otín del Castillo, 2009).
Pero, debe destacarse sobre todo, que el desarrollo de la psicología criminal, no puede entenderse a parte del desarrollo de la Psicología como ciencia general. Algunos de los acontecimientos más importantes que han de destacarse de la Psicología, en relación al desarrollo de la psicología criminal, son, en primer lugar los estudios realizados acerca de la memoria por Ebbinghaus. Estos tienen esta relevancia para valorar el ser testigo ocular de algunos hechos y comprobar su veracidad. En segundo lugar, es destacable también, el énfasis en la psicología social en las dinámicas de grupos, aumentando así, el interés en el estudio de la toma de decisiones por los diferentes individuos. Y, finalmente, es destacable también, el desarrollo de test en diferentes áreas de la psicología, como pueden ser la académica, la clínica o la educativa, que propiciarán el desarrollo de diferentes técnicas de evaluación y medida de ofensores y criminales (Otín del Castillo, 2009).
Pero, a pesar de esta estrecha relación con la evolución de la Psicología, la psicología criminal tiene también relación con diferentes cambios históricos y sociales acontecidos. En este aspecto, se debería destacar la aparición del feminismo en los años sesenta y setenta, además de la detección de que el abuso sexual infantil era un fenómeno que se encontraba en la sociedad mucho más presenten de lo que se creía hasta el momento, llevando a la psicología criminal, al entendimiento y el afrontamiento de una mejor manera de los diferentes efectos de este fenómeno, además de desarrollar e implementar tratamientos para los abusadores y de estudiar la habilidad de los niños para dar evidencias en el juzgado del hecho ocurrido (Otín del Castillo, 2009).
A parte de la relación existente con el desarrollo de la Psicología, existen otras disciplinas, aunque algunas ya obsoletas, que han contribuido en gran medida al desarrollo de la psicología criminal. En primer lugar, es posible destacar la Fisonomía. Ésta considera que el alma y el cuerpo se hallan en íntima relación, de modo que las deformidades somáticas se corresponden con defectos espirituales, es decir, y como afirmaba Edicto de Valerio, “cuando existan dudas entre dos presuntos culpables, condena al más feo”.
En segundo lugar, se encuentra la Frenología de Gall. Este autor, propugna una teoría de la localización, en la que cada función anímica, hace referencia a una parte cerebral, y se pueden observar en el cráneo signos externos de esas localizaciones. Por tanto, las causas del crimen residen en malformaciones y/o disfunciones cerebrales, que, mediante la observación del cráneo, están sujetas a su estudio e investigación.
Otra de las principales aportaciones a esta disciplina ha sido la Psiquiatría, mediante la distinción entre aquellos individuos que eran enfermos mentales y aquellos individuos que eran delincuentes. En un principio, la criminalidad se atribuía a la locura moral de Prichard, que sería una degeneración del núcleo moral de la personalidad, pero que ésta, no tenía ninguna relación con la enfermedad mental. Este concepto de locura moral, fue finalmente sustituido en el siglo XIX, por personalidad criminal, término que reconoce que la conducta delictiva se produce a causa de rasgos criminales presentes en la personalidad del individuo.
Por último cuanto a aportaciones para la psicología criminal, debe resaltarse la antropología criminal, que afirma que el delincuente pertenece a una subespecie humana inferior y degenerada. Dentro de esta antropología criminal, pueden incluirse dos teorías. En primer lugar, la degeneración que ciertos factores desfavorables hacia el individuo podrían provocar en pocas generaciones, haciéndose hereditario, y la teoría evolucionista Darwiniana, en que la supervivencia depende del más fuerte (Otín del Castillo, 2009).
Pero a pesar de estas diversas aportaciones, la psicología criminal moderna, tiene sus orígenes o sus antecedentes en el siglo XIX con el positivismo criminológico o en la Escuela Positivista Italiana, con una tendencia determinista. Dos autores son destacables. En primer lugar Lombroso, quien pretendía demostrar que ciertas degeneraciones mentales llevaban al acto criminal, es decir, que existían ciertas anomalías estructurales en el cráneo que eran comunes a los criminales, e interpretó esas anormalidades como un indicador (Howitt, 2006). Defendía que ciertas personas nacen con una tendencia innata a la delincuencia (Soria, 2006) También debe destacarse a Garofalo, en cuya teoría de la criminalidad cobra especial relevancia el concepto de anomalía moral. Es decir, el delincuente tiene una carencia en el desarrollo de la sensibilidad moral, condicionado por una base orgánica. Puede comprobarse que la psicología criminal en sus orígenes, presente una base muy biológica (Otín del Castillo, 2009), partidarios de un método empírico inductivo, basado en la observación tanto del delincuente como de su medio (Soria, 2006).
Otro hecho que tiene especial relevancia en el origen de la psicología criminal, es la publicación de la primera estadística oficial de crímenes en Francia en el año 1827. Esta publicación permitió el desarrollo de la investigación en la distribución geográfica del crimen, cosa que continúa actualmente en una disciplina llamada mapping criminal, una de las áreas más importantes de la psicología criminal actualmente (Howitt, 2006).
A la hora de considerar el desarrollo de esta disciplina, debe tenerse en cuenta que existen cuatro formas básicas en las que la disciplina se ha consolidado. Estas han sido la formación de asociaciones, que a pesar de que varían de país a país, suelen estar sujetas a asociaciones profesionales de psicólogos, como la American Psychological Association (APA), y la British Psychological Society (BPS), soliendo ser estas las más importantes actualmente (Howitt, 2006), también destaca la creación de libros y revistas especializadas y la creación de cursos universitarios en relación al tema (Howitt, 2006).