La evolución de los enfoques policiales a lo largo de la historia va en consonancia con los objetivos hacia los cuales las organizaciones policiales orientan sus esfuerzos. Así, las estrategias teóricas de trabajo de la Policía se han ido transformando, adaptando su Misión, Visión y Valores a las diferentes realidades sociales. De esta manera, atendiendo a la acertada clasificación de Ramírez (2005) y de forma sintética, la actividad policial se puede organizar en torno a cuatro visiones tradicionales: el enfoque basado en la respuesta, el enfoque basado en el orden, el enfoque basado en la comunidad y el enfoque basado en el análisis. Complementariamente, la asociación y conjunción de estas cuatro visiones da como resultado el enfoque compensado de Policía, al que también se hará referencia a continuación.
- Enfoque basado en la respuesta.
Este enfoque constituye el paradigma de Policía más tradicional, que proporciona principalmente una visión de la actividad policial llevada a cabo hasta las últimas décadas del siglo XX (Rodríguez, 2014). A partir de este momento, la evolución en los enfoques policiales resulta inevitable, aunque este modelo sigue manteniéndose en algunos cuerpos policiales hasta la actualidad.
El enfoque policial centrado en la respuesta está orientado esencialmente hacia una postura reactiva – y en ocasiones represiva – de las actividades delictivas, y tiene como objetivo fundamental la aplicación de la Ley y la protección frente al menoscabo del orden, identificando y deteniendo o sancionando a los criminales y poniéndolos a disposición de la Autoridad competente que corresponda. Es decir, se trata de un enfoque que no tiene en consideración la prevención del delito, por lo que la eficacia de la organización se mide únicamente en función el tiempo de reacción o respuesta frente a la comisión de un ilícito. Esta visión está centrada exclusivamente en el delito, y es de naturaleza eminentemente reactiva; orientándose al desarrollo de operativos especiales o al impulso de la investigación post-delictual, dejando a un lado otro tipo de funciones – por ejemplo, las de tipo preventivo- .
Esta visión se caracteriza por la profesionalización de las organizaciones policiales, así como por un aumento en la percepción de legitimidad social – basada en la autoridad – y su consecuente refuerzo de la imagen corporativa (Rodríguez y Salafranca, 2014).
La primera estrategia que surge bajo este enfoque se denomina estrategia de Autoridad, caracterizada por el cumplimiento de órdenes sin contemplaciones por parte de la Policía. Inevitablemente, esta estrategia supone la instrumentalización de la Policía por parte de quien detenta el poder. Como solución a esta cuestión, surge la denominada estrategia Legalista, la cual aboga por un estricto cumplimiento de la ley de forma igualitaria por parte de toda la sociedad.
- Enfoque basado en la comunidad.
Esta visión nace con el objetivo de propiciar el acercamiento entre la Policía y el ciudadano. En este sentido, postula que la legitimidad policial otorgada por la ley ha de ser completada por el respeto y la confianza ciudadana. Y es que obviamente, no hay legitimidad para la Policía más allá del ciudadano, ya que es este el que ha de aprobar de forma constante todas sus actuaciones y prácticas, siendo la legitimidad de la Policía el objetivo central del modelo policial (Rodríguez, 2014; citado por Guillén, 2015).
La estrategia derivada del enfoque comunitario es la Policía Comunitaria (Community Policing) (Trojanowicz, 1983), en la cual se acentúa la idea del ciudadano como pieza clave de la producción y mantenimiento de la seguridad pública. Así, este paradigma postula por un lado, que la comunidad debe participar de forma activa en la toma de decisiones que afecten a su seguridad, y por otro, que la comunidad debe corresponsabilizarse y colaborar en el mantenimiento de su seguridad, a través del conocimiento de las causas de su inseguridad y la asunción de prioridades vecinales, fijando objetivos y tareas y diseñando indicadores para medir y evaluar su eficacia. En este sentido, se desprende que esta nueva filosofía no sólo pretende la reducción del delito y del desorden, sino también la disminución del miedo al delito y la inseguridad ciudadana (Trojanowicz y Carter, 1988).
Cabe destacar que el enfoque comunitario está basado en la actividad proactiva, por tanto, influye positivamente aumentando los niveles de satisfacción que tiene la comunidad sobre la Policía, así como reduciendo la sensación de inseguridad ciudadana. Sin embargo, este tipo de actividades no tienen por qué afectar necesariamente a la tasa real de delitos o infracciones.
- Enfoque basado en el orden.
Esta visión está basada, en relación con su construcción teórica, en el contenido de la obra Disorder and decline de W. Skogan (1992), así como en el conocido ‘experimento de la ventana rota’ (Zimbardo, 1969) y el trabajo devenido de éste, la Teoría de las Ventanas Rotas (Wilson y Kelling, 1982). Esta teoría del crimen se basa en que los signos, señales o evidencias de desorden social o físico (la acumulación de basura, la mendicidad, la drogadicción y el alcoholismo, la prostitución, etc.) provocan sensación de abandono y degradación del entorno social, generando inseguridad ciudadana, reduciendo el tránsito de personas por estos lugares y disminuyendo así el control social informal – lo que puede estimular el aumento de la delincuencia.
Por tanto, este enfoque concluye que la observación de desorden puede incrementar las tasas de criminalidad e incivismo. De esta manera, postula que actuando rápida y contundentemente contra pequeñas infracciones (generalmente de naturaleza administrativa o penal leve), problemas de convivencia y actos incívicos o que atenten contra la “calidad de vida”, se pueden evitar hechos más graves y satisfacer así las demandas de seguridad desde una perspectiva más amplia. Se trata, por tanto, de una visión de naturaleza notablemente preventiva, siendo la labor represiva el último recurso a utilizar en estos casos.
Extrapolando la lectura de la Teoría de las Ventanas Rotas, aparece la primera de las estrategias de Policía centrada en el orden, la de la Policía de Tolerancia Cero. Ésta propone la persecución agresiva de actos de desorden social, incluso si estas acciones tan solo constituyen, desde el punto de vista legal, infracciones administrativas o delictivas de tipo menor. Así, se regula la restricción de uso de espacios públicos o la limitación de libertad de movimiento y actuación de los individuos que puedan crear alarma social.
La manifiesta estigmatización de la práctica de la Tolerancia Cero y algunos de sus defectos se corrigen en cierta medida con la estrategia de Trabajo en Coalición (Lafuente, 2000) que aboga por la identificación de situaciones de marginalidad y exclusión social y sus causas, la atención social y el trabajo en coalición de instituciones públicas y privadas, a partir de un modelo basado en la transversalidad interdepartamental.
- Enfoque basado en el análisis.
Este enfoque surge como consecuencia de la observación de los síntomas de repetición en las actuaciones policiales, siendo su objetivo fundamental la detección de los problemas que más se repiten y el análisis del origen de sus causas. Se trata de un enfoque de naturaleza eminentemente preventiva y específica, basado en el reconocimiento de los problemas de inseguridad ciudadana, la búsqueda de respuestas a sus causas y la posterior creación de un banco de conocimiento. El análisis se realiza desde una perspectiva técnica, estudiando minuciosamente el problema propuesto, haciendo uso de los medios técnicos disponibles para inquirir la solución más conveniente. Teniendo en cuenta que la erradicación completa del problema resulta impensable, lo que pretende este enfoque es su reducción hasta límites socialmente tolerables.
La estrategia fundamental de este enfoque es la de la Policía Orientada a la Solución de Problemas (POP: Problem Oriented Policing), desarrollada por Goldstein en 1979. Se basa en la asunción de que los incidentes son causados por una serie de problemas interconexionados, que no pueden ser tratados aisladamente; de ahí que sea necesario desarrollar métodos de búsqueda e investigación sistemáticos que permitan dar una solución específica a cada caso, siendo posteriormente todo ello sometido a la evaluación de resultados y análisis de los efectos y el impacto de las intervenciones policiales (Vidales Rodríguez, 2012).
Asimismo, englobadas dentro de esta visión se asientan las bases de una serie de estrategias innovadoras y otras, basadas en la explotación de diversas tecnologías aplicadas a la gestión de la seguridad pública. Entre ellas, cabe destacar las siguientes:
- Compstat Policing. Esta estrategia, implementada en el Departamento de Policía de Nueva York en los años 90, se asienta en el análisis del crimen basado en estadísticas computerizadas, aplicaciones informáticas y el uso de software de Sistemas de Información Geográfica (SIG).
- Hot spots Policing. Se basa en la interrelación existente entre los incidentes y determinadas variables temporales y espaciales, haciendo uso de software de Sistemas de Información Geográfica (SIG).
- Evidence Based Policing. Esta estrategia está centrada en aplicar o implementar únicamente metodologías y prácticas eficientes, con base concluyente y ratificada mediantes estudios e investigaciones científicas.
- Inteligence-led Policing. Este modelo de gestión está apoyado por el uso de información policial (inteligencia) para dirigir, gestionar y fundamentar el proceso de toma de decisiones de la organización policial.
- Predictive Policing. Esta estrategia pretende predecir y anticiparse a los posibles problemas futuros de seguridad que puedan surgir, analizando y estudiando exhaustivamente la información actual disponible.
- Smart Policing. Se centra en la utilización herramientas tecnológicas e innovadoras en aras de soportar el proceso de mantenimiento de la seguridad y mejorar el rendimiento y eficiencia de la organización policial.
Esta visión aboga por aunar los cuatro enfoques anteriores, aplicando a cada uno de ellos distinta intensidad; es decir, el objetivo consiste en distribuir los recursos policiales disponibles en función de los diferentes enfoques, en aras de prestar un servicio eficiente frente a las demandas ciudadanas. De hecho, como acertadamente apunta Ramírez (2005), no existe un mal enfoque en una organización policial, sino una ineficiente organización cuando la Policía únicamente se centra en un enfoque.
El modelo o estrategia compensada de Policía se estructura, por tanto, sobre los cuatro enfoques mencionados (orden, respuesta, comunidad y análisis), siendo esta configuración la que más se acerca más al paradigma de servicio de seguridad integral. Así, este modelo pretende ofrecer una gestión óptima de la seguridad pública, conociendo el estado del contexto social en que se integra la organización y asignando sus recursos en función de las necesidades y prioridades establecidas.