Síndrome del emperador

El síndrome del emperador es el comportamiento precoz que tienen un grupo de jóvenes los cuales habitualmente amenazan, extorsionan y vejan tanto psíquica como físicamente a sus padres (normalmente hacia la madre), a pesar de éstos esforzarse para que no realicen estos actos. Estos jóvenes quieren hacer las cosas como ellos quieren y en el momento que quieren sin escuchar las recomendaciones de sus padres.

Esta problemática va en auge y con el paso de los años se ha convertido en un verdadero problema para las familias de estos niños, puesto que por vergüenza o miedo no denuncian la situación y esto agrava más la situación.

En este trabajo se trata la problemática desde las diferentes perspectivas, analizando tanto el comportamiento de los hijos como el de los padres.

En la sociedad muchas personas piensan que los hijos son violentos con sus padres por culpa de estos, por no haberles educado correctamente. Esto es falso. Con las investigaciones realizadas se ha visto que existe un grupo de chicos y chicas que amenazan, extorsionan y vejan psíquica y físicamente a sus padres que no encajan en esta teoría. Se trata de menores que actúan habitualmente así a pesar de todos los esfuerzos de sus padres para que no se comporten de esta manera. Muchos padres que sufren este tipo de violencia por parte de sus hijos merecen la ayuda y comprensión de la sociedad, no reproches. Los padres tienen mucho que ofrecer a sus hijos, pero es imposible moldear la psicología y conducta de ellos.

El síndrome del emperador aparece cuando un niño que debería ser feliz y hacer feliz a sus padres se convierte en el símbolo de una falta de tolerancia de la frustración que parece cada vez más dominante. Este joven quiere hacer las cosas como él quiere y en el momento que él dice, y no le retiene la conciencia a la hora de ser violento; no quiere escuchar ni parece entender lo que sus padres le intentan enseñar.

Siempre ha habido padres que han sido golpeados por sus hijos, pero desde hace unos diez años, este tipo de violencia se ha incrementado. Esto puede ser debido a que han aparecido otros tipos de violencia juvenil y el acoso escolar;  también debido a que estos hechos son muy difíciles de que salgan a la luz y los padres lo denuncien; y muchos casos llegan a manos de sanidad privada, principalmente psicólogos clínicos o psiquiatras.

La adolescencia, es el camino intermedio en el que el sujeto abandona la infancia para llegar una adultez inmadura que él mismo debe resolver y que puede carecer de las herramientas suficientes para que se desarrolle con normalidad. Son muchos los miedos e incertidumbres de un adolescente: qué hacer con su vida, de quién enamorarse, cómo hacer para conseguir aquello que quieren, cómo hacerse entender frente a sus padres, etc (Rabadán y Giménez, 2014).

Es importante que los padres tengan en cuenta las pautas que los expertos de nuestro país se proponen ante el Síndrome del emperador. Es cierto que estos niños nacen con una genética, pero la educación hay que trabajarla para que de esta manera se corrijan las malas conductas y comportamiento. Es importante el diagnóstico y detención temprana de este trastorno tanto por parte de los padres como por parte de los docentes para que posteriormente se deriven los casos a los profesionales pertinentes y realicen un tratamiento correcto y adecuado para que estos niños sean unas personas normalizadas tanto en la sociedad como con su familia.

A continuación se muestran los principales aspectos destacados de esta problemática, divididos en diferentes apartados.

El Síndrome del Emperador es el comportamiento precoz que tienen un grupo de jóvenes los cuales habitualmente amenazan, extorsionan y vejan tanto psíquica como físicamente a sus padres (normalmente hacia la madre), a pesar de éstos esforzarse para que no realicen estos actos. Esta violencia no la han aprendido en sus hogares, es decir, los padres no son los responsables de estas conductas violentas (Garrido, 2005). El hijo abusa sistemáticamente de los padres sin que haya causas sociales que lo expliquen, y sin que éstos hayan sido negligentes (Garrido, 2008).

Estos jóvenes, que actúa de forma habitual de esta manera, poseen un temperamento vulnerable y son educados por unos padres los cuales sufren unas exigencias de sus hijos a los que no se pueden enfrentar (Garrido, 2005).

Esta violencia suele comenzar entre los 12 y 13 años (preadolescencia) o  entre los 14 y 15 años (adolescencia temprana), aunque bien es cierto que la aparición de las conductas de maltrato hacia los padres ya son visibles en edades más tempranas, en muchos casos, indicadores de rebeldía y hostilidad, o bien de desapego afectivo en la relación con los padres y en algunos casos con los hermanos (Garrido, 2009).

El perfil de estos hijos es de un/a chico/a de clase no marginal que mientras vive en el hogar familiar extorsiona a sus padres usando cualquier medio (amenazas, violencia tanto física como verbal) para obtener lo que quieran. Si el menor consigue tener el control de la situación, su comportamiento puede estar más motivado solo por el hecho de disfrutar del control y de dominar la situación (Fernández, Cruz, Domínguez, Abellereira y Amado, 2009).

Según Garrido (2009) este comportamiento violento de los hijos hacia los padres puede ser debido a:

  • Que los hijos han sido maltratados o educados negligentemente por parte de sus progenitores.
  • Que han sido testigos de violencia doméstica en sus casas.
  • Que hay niños con problemas mentales, como por ejemplo con psicosis o esquizofrenia, y debido a sus alteraciones perceptivas y pensamientos erróneos se ven amenazados cuando realmente no lo son, y esto puede llevar a estos niños a herir o incluso matar a sus progenitores.
  • Que existen hijos que debido a una adicción a las drogas, pueden golpear y extorsionar a sus padres para que de esta forma se vean obligados a darles dinero y así los hijos mantener su dependencia.

Cabe decir que el síndrome del emperador hace más referencia a hijos que tienen carencias afectivas y de control de impulsos. La genética de estos niños influye mucho en su desarrollo personal.

Fernández et al (2009) hacen referencia a las posibilidades de expresión de este síndrome las cuales son muy variadas:

  1. Violento/explotador.
  2. Irresponsable/vago.
  3. Delincuente/drogadicto.
  4. Temerario, impulsivo/buscador de riesgos.
  5. Encantador/seductor.
  6. Mentiroso/manipulador.

Cuanto más profunda sea la carencia de conciencia más intensa y persistente será la conducta abusiva del hijo que manifiesta el síndrome del emperador, en cualquiera de sus combinaciones de rasgos.

La intensidad de la violencia vendrá dada por el grado en que se manifiestan los rasgos esenciales, es decir, que cuanta menor conciencia moral tenga más fácil es que presente síntomas de violencia y de explotación. Un hijo muy violento mostrará un juicio moral muy egocéntrico, y le será difícil comprender el punto de vista de los otros y empatizar. Existen evidencias de que los jóvenes tiranos que se aíslan son más propensos a acometer acciones muy violentas, como puede ser un asesinato a compañeros de clase. Por otro lado, los niños que son muy manipuladores pueden abusar, extorsionar y hundir psicológicamente a sus rivales sin tener que ser físicamente violentos. También podemos hallarnos ante un joven que puede resultar inteligente, que no va mal en la escuela y que procura no ofrecer un frente duro en su casa. Finalmente, el rasgo de vivir de forma parásita es una condición muy habitual entre los hijos tiranos (Fernández et al, 2009).

Fernández et al (2009) y Garrido (2005) han expuesto las variedades del síndrome del emperador:

  1. El hijo tirano envidioso:
  • Piensa que la vida que le ha privado de cosas y cualidades que tienen otros y que esa situación es intolerable y ha de modificarse.
  • La vida le ha ofendido y la venganza es el motivo más poderoso de su existencia.
  • Las víctimas de estos planes de venganza no saben que son el objetivo de existencia de los hijos tiranos.

2. El hijo tirano narcisista:

  • Son capaces de sentir la mayoría de las emociones con la misma intensidad que cualquiera pero no son capaces de entender lo que otras personas sienten.
  • El narcisismo supone un fracaso de la empatía que se debería tener hacia otras personas.
  • El narcisista sufre psicológicamente y para aliviar su dolor busca ayuda especializada.
  • El narcisista pierde a la gente que le importa porque no es capaz de responder ante las necesidades emocionales de los que le rodean, y éstos, hartos de sufrir a alguien incapaz de empatizar lo abandonan.

Garrido (2009) refleja que existen hijos los cuales están diagnosticados con algún trastorno, como puede ser un TDAH o un trastorno disocial, pero este diagnóstico puede servir para que los padres e hijos no se relacionen de una manera correcta, puesto que hay muchos diagnósticos secundarios. Es cierto que hay hijos que son violentos con sus padres y que han sido diagnosticados con un trastorno, pero también es cierto lo contrario, hijos diagnosticados con trastornos los cuales tienen una relación maravillosa con sus progenitores.

En los estudios realizados por Garrido, éste manifiesta que los padres, los cuales padecen esta problemática, declaran que sus hijos quieren hacer lo que quieran y cuando quieran. Les gusta lo prohibido, no quieren seguir los estudios, se muestran muy rebeldes, las normas que ponen los padres en el hogar se las saltan, no piensan más que en el presente y no en el futuro… Se piensan que son lo mejor del mundo haciendo lo que quieren. Se enfrentan a la vida sin sentido común lo que hace comportarse de estas maneras.

Es un síndrome al que no se le puede culpar a los padres de padecerlo. Los padres le han tratado con cariño y amor, dándole las atenciones básicas, aunque no hayan sido unos padres perfectos. Son las madres solteras las más afectadas debido a que la ausencia de la figura paterna hace más difícil la educación y supervisión de los hijos por lo que si éstos no cumplen las normas es más difícil el castigo inmediato (Garrido, 2009).

Garrido (2005) diferencia a Emperadores y delincuentes y a Emperadores y jóvenes violentos. En primer lugar, hace referencia a los primeros nombrados puesto que hace hincapié en que jóvenes que tienen el síndrome del emperador no son delincuentes comunes ni proceden de familias desamparadas ni de la marginalidad. Los delincuentes comunes no suelen ser tiranos con sus padres puesto que éstos no les hacen demasiado caso ni tienen interés en ellos, aunque bien es cierto que la relación suele ser conflictiva. En segundo lugar, hace referencia a emperadores y jóvenes violentos y es aquí donde entran los jóvenes con enfermedades mentales o trastornos adictivos.

Fernández et al (2009) reflejan que el trastorno antisocial de la personalidad se caracteriza por la falta de conciencia. Su diagnóstico exige que la persona cumpla, mínimo, tres de los siguientes criterios:

1) Incapacidad para cumplir con las leyes y normas de la sociedad.

2) Engaño y manipulación.

3) Impulsividad, actuar sin pensar en las consecuencias.

4) Irritabilidad y agresividad.

5) Despreocupación temeraria por la propia seguridad o la de los demás.

6) Irresponsabilidad, huida de las obligaciones.

7) Falta de remordimientos o sentimientos de culpa por haber herido, maltratado o dañado de alguna forma a otras personas.

Por otro lado se encuentra la Psicopatía. El psicópata cuenta con dos rasgos de personalidad que lo hacen más temible que el antisocial (Fernández et al, 2009): a) posee un carisma propio que esconde un ego de gran intensidad. Está convencido de que es superior al resto de personas y por eso no acepta las instrucciones que le dan las personas con autoridad; b) es incapaz de sentir las emociones morales básicas y de vincularse de manera honesta y sincera con alguien. Diferentes investigaciones reflejan dos hechos interesantes respecto a los psicópatas:

  • Los psicópatas responden igual ante palabras de emoción que ante otras que no tengan carga emocional.
  • Los psicópatas muestran dificultad a la hora de procesar emociones y muestran una mayor actividad cerebral que los no psicópatas en tareas que requieren que tomen decisiones implicando palabras cargadas emocionalmente.

A modo de resumen, cabe decir que tanto un hijo con trastorno antisocial de personalidad como un joven con psicopatía destacan porque muestran un trato explotador, una amenaza franca o bien oculta y más sutil que el resto de personas sin estos trastornos; y no reaccionan con normalidad a las acciones de los padres además de que se intenta explicarles las cosas pero parece que no entienden de verdad (Fernández et al, 2009).

Los padres educan a sus hijos según creen ellos que es la mejor manera. Es cierto que hay padres permisivos pero no por ello tiene que resultar un hijo tirano, sino más bien un hijo caprichoso e irresponsable. Por otro lado, decir que si la permisividad implica una desatención en el cuidado de los hijos ya se hablaría de padres negligentes (Garrido, 2009).

La permisividad de un padre hacia su hijo puede hacer que éste se convierta en un vago, se junte con gente que no le conviene, abandonar estudios…pero si existe violencia puede ser debido a la falta de educación y poca implicación en los hijos (Garrido, 2009).

Los hijos malcriados se comportan de manera violenta en ocasiones muy puntuales y en el final de la adolescencia, hecho que no ocurre con los hijos tiranos. Además, estos hijos malcriados suelen tener afecto mínimo a uno de los progenitores, hecho que no ocurre con los hijos que tienen síndrome del emperador (Garrido, 2009).

Es entre los 6 y 11 años cuando se observan los primeros signos que son: dificultad para desarrollar emociones como la empatía, el amor… lo que lleva a que el hijo no sea capaz de mostrar arrepentimiento o culpa por sus acciones violentas hacia sus padres; incapacidad para aprender de los castigos y errores cometidos; y finalmente mostrarse desafiante y con mentiras de forma reiterada hacia sus más allegados como son hermanos y amigos. Si los hijos presentan estos signos, es recomendable que los padres pidan ayuda y asesoramiento a profesionales (Garrido, 2009).

Es en la pre-adolescencia o primera adolescencia cuando se manifiesta de modo más intenso, si anteriormente han aparecido signos y no se han tratado. El comportamiento violento de estos hijos puede durar varios años, si las condiciones que mantienen este comportamiento disruptivo no cambian (Garrido, 2009).

Según Garrido (2009) los padres deberán de llevar a cabo de forma intensa, prolongada y sistemática las siguientes instrucciones:

  • Desarrollar emociones morales y conciencia de los actos que realizan.
  • Poner límites firmes sin tolerar violencia y mentiras.
  • Ayudar a sus hijos a que desarrollen habilidades no violentas.

En la escuela hay que comunicar al tutor la situación y que sepan el porqué de algunos castigos puestos a sus hijos. Estos niños, como se ha dicho anteriormente, son muy mentirosos e inventan historias para justificar los actos que realizan, como por ejemplo no llevar hechos determinados trabajos o deberes (Garrido, 2009).

Alba, Aroca y Cánovas (2012) definen el estilo educativo como una serie de pautas y patrones de  crianza que se aplican a los hijos y que persiguen la adecuada socialización de los menores. En esta tarea influyen los rasgos de personalidad, las experiencias vividas y las características tanto de los hijos, como de los padres y del sistema social en el que se desenvuelven.

Según Fernández et al (2009), se reconocer cuatro estilos educativos parentales y se muestran a continuación:

  • Estilo dictador: los padres poseen la autoridad y tiene que ser respetada por sus hijos los cuales tienen que obedecer todas las normas que sus padres han impuesto. Cuando estas normas no son cumplidas, los padres le ponen un castigo inmediato e inevitable a los hijos. Estos padres son rígidos puesto que necesitan controlar y sus normas no son flexibles ni pueden ser negociadas. No dejan crecer a sus hijos puesto que se rigen bajo la ley del más fuerte.
  • Estilo angustiado: los padres intentan controlar a sus hijos en todos los aspectos, todo ello derivado de que no piensan más que en que les va a pasar algo. Estos padres se alteran con facilidad y tienen mucha ansiedad debido a que no saben tranquilizarse y relacionarse de manera correcta con sus hijos. Les da miedo que sus hijos se vayan haciendo mayores y el pensar en su independencia les aterra. Son incapaces de ayudar a sus hijos cuando llega a la adolescencia, puesto que éstos cometen errores y los padres angustiados no saben ayudarles, por lo que el hijo se retrae para no padecer el miedo ante los fracasos. Sobreprotegen a sus hijos en exceso.
  • Estilo apaciguador: los padres dan mucha importancia a la libertad de expresión tanto verbal como artística. Piensan que los hijos son seres únicos y valiosos y que sus cualidades saldrán a flote en su debido tiempo. Los padres creen que las emociones negativas tienen que entenderse como una expresión de creatividad que tiene el niño y pueden no fijar unos límites y normas adecuadas por miedo a reprimir al niño y no dejarle ser él mismo.
  • Estilo maestro: el niño puede controlar los conflictos puesto que los padres han proporcionado a sus hijos la información, la formación y las opciones suficientes para resolver sus problemas. Los padres sirven como modelos de referencia para sus hijos y ponen los límites cuando los hijos tienen un episodio de emociones negativas, como puede ser la rabia. Además de esto, los padres fomentan la comunicación directa, los problemas que ocurren sirven de aprendizaje y fomentan la discusión de las soluciones de forma democrática y el autocontrol con el ejemplo.

El estilo que se debería emplear diariamente es el Estilo Maestro, puesto que es la mejor manera de comunicarse debido a la forma calmada y racional de actuar si los conflictos aparecen, y además se les da a los niños autonomía. La diferencia con los otros estilos se ve a continuación:

  • Los padres con un Estilo Dictador se muestran muy propensos a atacar y ser demasiados rígidos, por lo que para llegar a un Estilo Maestro sería aprender a resolver los conflictos que se generan en su familia.
  • Los padres con un Estilo Apaciguador no deben disculpar ni tolerar las rabietas de sus hijos. El objetivo sería aprender técnicas efectivas de disciplina.
  • Los padres con un Estilo Angustiado se ven dominados en cada situación por la indecisión y la necesidad de poseer mayor información, por lo que les resulta muy difícil tomar decisiones en pleno conflicto. En este caso, su objetivo para llegar a un Estilo Maestro sería aprender a actuar con decisión.

Los padres de niños con un temperamento y carácter difícil y complicado han de mostrarse de la siguiente manera para que en el futuro no tengan esta problemática en su hogar (Fernández et al, 2009):

  • Competentes con su papel de padres puesto que deben de cuidar las necesidades emocionales desde que los niños son muy pequeños.
  • Concienciados en la educación de los hijos de acuerdo a los valores humanos.
  • Positivos, optimistas, con un buen autoestima y estable.
  • Deben esforzarse en desarrollar la conciencia de sus hijos y el sentimiento de culpa estableciendo límites, no dejando la autoridad en manos de sus hijos, enseñándoles actos morales, promoviendo la participación en actos altruistas…

El objetivo de los padres es favorecer el desarrollo óptimo de unas condiciones para que sus hijos cubran sus necesidades básicas que son la supervivencia, la autonomía, el amor, el poder/logro y la alegría. Para llegar a cubrir todas estas necesidades, la persona ha ido realizando diferentes actos y ha construido su identidad (Fernández et al, 2009).

De acuerdo con el ambiente en el que se encuentra el niño, Garrido (2005) manifiesta que actualmente no se saben cuáles son los factores ambientales de la psicopatía, una vez nacido el niño con este trastorno, aunque es cierto que esos ambientes donde predomine la violencia y la falta de atención al cuidado de las emociones serán situaciones que facilitarán los síntomas de psicopatía. Cabe decir también que hay niños tiranos que muestran algunos rasgos de la psicopatía y en ambientes pobres de estímulos y emociones o educados negligentemente, será un factor de riesgo para que aparezcan comportamientos violentos.

Garrido (2005) divide a los padres en competentes e incompetentes y a los hijos en facilidad o dificultad de educar socialmente. Sobre los padres incompetentes refleja que el camino de sus hijos va a ser la delincuencia y la vida antisocial, si éstos son difíciles de educar socialmente. Cuando ocurre otra situación, es decir, con padres incompetentes e hijos fáciles de educar socialmente, lo recomendable es que los padres realicen programas de intervención para ser mejores educadores y así sus hijos crecer correctamente. Al contrario, cuando los padres son competentes pero los hijos difíciles de educar, hay que facilitar programas complementarios a la educación paterna para estos niños. En conclusión, cuando los padres eduquen correctamente a sus hijos tienen que esforzarse en evitar que sus hijos se conviertan en tiranos.

Por otro lado, Garrido (2005) habla de las necesidades de Glasser. Su visión de las necesidades de las personas tiene enseñanzas importantes para los padres. Estas necesidades son:

  • La supervivencia: hace referencia a satisfacer las necesidades primarias (alimentarse, hogar…).
  • La libertad/autonomía: es la necesidad de no sentirse forzado al tomar nuestras propias decisiones. Cuando la familia no establece un apego emocional con los hijos, el niño tiene dificultades en sentirse seguro ante la vida, por lo que esta necesidad se ve insatisfecha, y puede dar lugar a hijos tiranos.
  • El amor/pertenencia: todas las personas necesitamos querer a alguien y ser queridos. Glasser manifiesta que esta necesidad está ausente en los psicópatas y los hijos tiranos la tienen muy disminuida.
  • El logro/poder: es la necesidad de una persona en ser productivos y ser útiles.
  • La alegría: las personas que no tienen alegría se ven limitadas.

La manera en la que una persona elige satisfacer estas cinco necesidades define su identidad. Los padres deben de tener estas cinco necesidades cubiertas para que a los hijos se las muestren y les enseñen lo importante de satisfacer estas necesidades para llevar una vida lo más completa posible.

Violencia Filio-parental, maltrato ascendente

Alba, A., Aroca, C. y Cánovas, P. (2012). Características de las familias que sufren violencia filio-parental: un estudio de revisión. Educatio siglo XXI: Revista de la Facultad de Educación de la Universidad de Valencia, (30), 231-254.

Fernández, M., Cruz, V., Domínguez, M., Abellereira, M. y Amado, A. (2009). El síndrome del emperador: ¿Un problema social o un problema educativo? Universidad de Santiago de Compostela. Actas do X Congresso Internacional Galego-Português de Psicopedagogia. Braga: Universidade do Minho.

Garrido, V. (2005). Los hijos tiranos: el Síndrome del Emperador. Barcelona: Ariel.

Garrido, V. (2007). Antes que sea demasiado tarde: cómo prevenir la tiranía de los hijos. Barcelona: Nabla.

Garrido, V. (Febrero, 2008). El Síndrome del Emperador y sus desafíos en el ámbito científico y profesional. Jornadas sobre violencia intrafamiliar, Valencia.

Garrido V (2009). El delincuente psicópata. Revista Electrónica de Motivación y Emoción, (12), 1-31. Recuperado de http://reme.uji.es/articulos/numero32/article4/texto.html

Rabadán, J.A. y Giménez, A.M. (2014, 20 de junio). Validación de un registro observacional para la detección del Síndrome del Emperador en el aula. International Journal of Psychology and Psychological Therapy, (14), 397-408.