Un estudio de Europol afirma que el aislamiento, la frustración laboral, social y política de los jóvenes es un caldo de cultivo para ser reclutado. Sin embargo, Internet es la herramienta principal de captación, propaganda, proselitismo y radicalización del yihadismo en Europa. Los terroristas consultan páginas extremistas donde se recogen fatuas, libros sobre la yihad, vídeos violentos o manuales sobre la fabricación de bombas. Y es que el terrorismo yihadista no requiere de una estructura de corte jerarquizado, funcionando principalmente a través de estructuras en red.
Como es sabido, fue en 1998 cuando Osama bin Laden presentó su entramado terrorista a nivel mundial y afirmó que la muerte de individuos norteamericanos y sus aliados constituía una obligación para cualquier individuo musulmán en cualquier parte del mundo. Así, antes del 11-S, parecía que Al-Qaeda era una organización jerárquica con un control determinado, sin embargo, se ha ido transformando hacia una idea o concepto compuesto por individuos y grupos afines ideológicamente
repartidos por todo el mundo. De esta manera se ha podido observar que la principal tarea de Al-Qaeda actualmente es difundir sus mensajes a través de Internet para impulsar las actividades de los diferentes grupos adscritos al islamismo radical, a la vez que reclutar y movilizar a nuevos adeptos.
Como vemos, la evolución de las nuevas tecnologías, aplicaciones móviles y demás herramientas virtuales generan constantemente nuevas oportunidades en las redes, sin embargo hasta el momento no se cuenta con una investigación sólida en cuanto a la radicalización propia en Internet. No obstante, existen muchas evidencias que muestran en los últimos años que organizaciones extremistas terroristas de gran entidad como Al-Qaeda han ido incrementando exponencialmente su apuesta por el uso de Internet con fines de radicalización e inspiración de atentados. Y es que según recoge Schneckener (2002), la red global de Al-Qaeda está abierta a todos aquellos que han asumido como propia la ideología radical islamista (en cualquier parte del mundo) y están dispuestos a llevar la guerra santa contra aquellos que consideran infieles.
Asimismo es posible constatar cómo ha aumentado significativamente la cantidad de material, propaganda e informaciones radicales disponibles y fácilmente accesibles en el ciberespacio, así como el número de personas que acceden a estos contenidos y los utilizan. En este sentido, podemos confirmar que desde 2009 han aumentado considerablemente los incidentes terroristas (consumados o fallidos) protagonizados por individuos que se radicalizaron con ayuda de Internet y cuyos contactos con organizaciones terroristas fueron inexistentes o tardías.
Por tanto, es obvio que las organizaciones terroristas utilizan el Ciberespacio y las nuevas tecnologías para conseguir objetivos muy diversos, tales como financiación, planear atentados, organizar ciberataques, comunicarse con fines de mando y control de sus miembros, lograr adiestramiento de nuevos terroristas, formar de manera online, y sobre todo, realizar propaganda y movilizar o reclutar a nuevos integrantes radicales.
Internet ofrece a la radicalización terrorista desde websites oficiales, websites de distribución, chats y foros (públicos y privados), blogs, juegos que incitan a la violencia, correos electrónicos, mensajes y publicaciones multimedia, hasta comunidades virtuales, entre otros. Un claro ejemplo del uso de dichas posibilidades por parte de un grupo terrorista es Al-Qaeda, cuya organización cuenta con medios de comunicación propios: productoras y distribuidoras de canales de televisión, canales on-line, servidores, páginas web, software, servidores proxy anónimos, foros muy importantes y amplios directorios. Todo ello es parte de su capacidad de comunicación a través del ciberespacio.
En esencia, el ciberespacio adquiere unas funciones radicalizadoras de gran importancia, pues da acceso a argumentos y relatos que apoyan ideologías extremistas y fomentan la violencia. Además otorgan oportunidades de comunicación entre individuos y grupos ya radicalizados o en proceso de radicalización. Permite validar socialmente las actitudes y argumentos extremistas propios. También se fomentan a través de Internet las oportunidades para llamar la atención de grupos y organizaciones terroristas, así como de contactar con ellas con el fin de ingresar o colaborar en un futuro.
En este sentido y respecto a la radicalización en el Ciberespacio, éste permite desde la puesta en marcha del proceso radicalizador hasta alimentar, potenciar y formalizar su desarrollo. Asimismo Internet permite la posibilidad de llevar a cabo una autorradicalización (aunque no es habitual al completo por Internet), y facilita el reclutamiento de nuevos activos terroristas (proceso de captación de personas que tiene como fin la utilización de la violencia para subvertir el orden constitucional).
A tenor de los estudios realizados hasta la fecha se ha demostrado que en un alto porcentaje de casos se ha potenciado la radicalización de los individuos a través del Ciberespacio. Esto es debido, entre otras cosas, al elevado consumo de información radical online (propaganda), al alto porcentaje de individuos radicalizados que se comunicaban con otros activos terroristas frecuentemente y de forma prioritaria a través de Internet, además de canalizar el resultado de la radicalización hacia actividades de apego a causas extremistas vía Internet.
Como afirma Jordán (2009), el apoyo a la causa yihadista radical ha aumentado de forma directamente proporcional a la divulgación yihadista que existe en el ciberespacio, lo que permite evidenciar el entusiasmo de un número inquietante de seguidores, en su mayoría jóvenes.
En conclusión, Internet asegura un efecto facilitador o reforzador sobre los procesos de radicalización violenta. No obstante, los estudios revelan que no es posible afirmar que la misma se realice de forma integral y completa vía Internet. La mayor parte de las veces se produce una radicalización mixta entre la formación en el ciberespacio y el contacto personal. Por tanto, es inhabitual que el aprendizaje por Internet sea suficiente como para completar con éxito un proceso de radicalización violenta. En consecuencia, es más lógico afirmar que el reclutamiento puede llegar a producirse con más facilidad en el mundo real, y la radicalización verse apoyada en el mundo virtual.