Balística Forense

La balística forense es la rama de la balística relacionada con la investigación del delito. La definimos como “toda actuación o circunstancia en una investigación criminal que involucra un arma de fuego, sus municiones o componentes de los mismos, así como sus efectos”.
Los objetivos son 2: identificar el arma o sus componentes y sus efectos; y relacionarlos con un hecho criminal (homicidio, asesinato, robo con violencia o intimidación, tráfico de armas, tenencia ilícita de armas y terrorismo).
Desde esta perspectiva, la balística forense debe ofrecer al investigador todos los conocimientos necesarios para realizar con eficacia estas funciones.

La balística es un campo de la mecánica que se encarga de estudiar el lanzamiento, características de vuelo y efectos del impacto de los proyectiles. El impulso para obtener este movimiento se obtiene bien de la fuerza mecánica (primitivamente el brazo humano) y más tarde herramientas como el atlatl, arcos o ballestas, y tras la invención de la pólvora, de los gases de su combustión. Una última alternativa es el quemado de un propelente, lo que se emplea en cohetes y misiles.
El cuerpo balístico o proyectil, a no ser que cuente con un sistema de guiado que altere su movimiento en vuelo, seguirá una trayectoria llamada balística. Esta tiene forma de parábola, y se verá afectada por las diversas fuerzas que incidan en el proyectil (impulso de los gases, gravedad y rozamiento con el aire).

El impulso para obtener este movimiento se puede obtener de diversos modos:

  • Lanzamiento mecánico mediante una extremidad: se posee evidencia de la capacidad del hombre para arrojar proyectiles (piedras u objetos similares) desde hace 2 millones de años, lo cual constituía una forma de ataque y defensa sin arriesgarse al cuerpo a cuerpo. Aunque el hombre no es el único animal capaz de hacerlo, es mucho más eficaz que por ejemplo los simios. Actualmente un atleta entrenado puede lanzar objetos a 130
    km/h. En todo caso, el proyectil cuenta con escasa energía, y por lo tanto alcance y letalidad.
  • Honda: esta simple arma aparece en el Neolítico, y aún hoy en día es usada por combatientes sin otros recursos. En la guerra civil española fue usada para lanzar granadas, y ha sido profusamente empleada en las revueltas palestinas. El récord de alcance está en 437,10 metros.
  • Atlatl o lanzador: aparato diseñado para impulsar lanzas con mayor energía. Apareció en el Paleolítico medio, y permite alcanzar velocidades en torno a 150 km/h.
  • Arco: pieza flexible de madera o plástico unida con una cuerda que permite lanzar proyectiles aerodinámicos (flechas). Hoy en día se usa como modalidad deportiva (tiro y caza), pero durante siglos fue una eficaz arma de guerra y aún esta presente en tribus primitivas de sudamérica y África.
  • Catapulta: arma de asedio medieval diseñada para lanzar proyectiles pesados a gran distancia.
  • Arma de fuego: arma diseñada para disparar proyectiles a través de un cañón, gracias a los gases de la combustión de la pólvora o de gases comprimidos. Tras su aparición desplazan al resto de armas como instrumento bélico. Se clasifican en cortas (pistolas, revólveres y derringers) y largas (fusiles, carabinas, subfusiles, escopetas y ametralladoras).

La balística se divide para su estudio en 3 grandes campos:

  • Balística interna: estudio de todos los fenómenos que ocurren en el arma desde el momento del disparo (percusión) hasta que el proyectil abandona la boca de fuego.
  • Balística externa: análisis del comportamiento del proyectil desde que abandona el arma hasta que impacta con el blanco.
  • Balística terminal o de efectos: rama que se encarga de describir el comportamiento del proyectil al alcanzar el blanco y sus efectos en éste.

Por su parte, la balística forense es una aplicación de este campo de estudio a la investigación criminal, y puede tomar aspectos de todas las demás.

La balística forense consiste en todas las actuaciones de investigación criminal centradas en un arma de fuego, sus municiones o los componentes de ambos. El objetivo es identificar estos elementos y relacionarlos con un hecho criminal, así como con el posible autor del
mismo.
Estas actividades investigativas pueden dar comienzo de varios modos:

  • Detención de un delincuente que porta un arma de fuego: identificación de la misma (marca, modelo, calibre, número de serie, con guía/ licencia o sin ellas) y comprobación de relación con hechos delictivos.
  • Localización de zulos y depósitos de armas: igual que el anterior.
  • Localización de depósitos de municiones: identificación (calibres, fabricante, tipo) y comprobación de origen y propietario.
  • Localización de armas de fuego, municiones completas o partes de estas en escenas criminales: identificación, obtención de pruebas, comprobación de relación con hecho delictivo y sospechoso.

Dada la gran cantidad de modelos de armas y tipos de municiones existentes, incluso artesanales, los investigadores que trabajen en este área deben contar con formación específica en la materia.

En España, los centros de investigación más importantes en área de balística forense son:

  • Guardia Civil: Departamento de balística y trazas instrumentales del SECRIM, dependiente de la Jefatura de Policía Judicial, y esta a su vez de la Dirección Adjunta Operativa. El laboratorio del SECRIM pertenece a la Red europea de laboratorios forenses (ENESI) y al AICEF.
  • Cuerpo Nacional de Policía: Sección de balística forense de la Comisaría General de Policía Científica, la cual cuenta con una base de datos IBIS (Sistema integrado de identificación balística) y más de 2.400 ejemplares de armas de fuego para pruebas.

Una clasificación básica de las armas de fuego sería la siguiente:
Armas antiguas: según el Real Decreto 137/1993, de 29 de enero, por el que se aprueba el Reglamento de Armas, un arma antigua es aquella cuyo modelo o cuyo año de fabricación es anterior al 1 de enero de 1890. No obstante muchas armas anteriores a esa fecha tienen mecanismos y apariencia similares a las modernas. En este apartado nos referimos a armas de avancarga o retrocarga primitivas, las cuales a pesar de ser aparatosas de cargar y emplear, son letales si recibimos un disparo a corta
distancia. Su uso criminal puede estar relacionado con el depósito de armas/ coleccionismo, o uso de fortuna (el delincuente encuentra el arma y la usa por no disponer de otra más adecuada).

Pistolas, revólveres y dérringers: un dérringer es un arma de bolsillo, muy simple y de entre 1 y 4 disparos. Suelen emplearse como última defensa ya que son difíciles de emplear y con muy escaso alcance. No son comunes en España.

  • El revólver es un arma corta de repetición, con un tambor giratorio que alberga entre 5 y 10 cartuchos (lo habitual son 5 o 6). Son habituales como arma de defensa y fueron usados por las fuerzas policiales hasta los años 80. Hoy en día son reglamentarios en seguridad privada y usados por muchos deportistas. En el aspecto forense son interesantes ya que no expulsan la vaina disparada, por lo que si no existe recarga, no encontraremos casquillos en la escena criminal. Si son del calibre .22lr o 9mm luger (muy pocos), podría existir confusión con una pistola. Excepto los modelos más antiguos, la manipulación para su descarga es siempre la misma.
    Si no es un modelo artesanal, tendrá el marcaje del fabricante en el lado izquierdo del cañón, y el calibre en el derecho (puede haber excepciones). No tienen seguro manual.
    Los revólveres detonadores (e incluso de juguete) son más sencillos de convertir en armas de fuego reales que las pistolas.
  • Pistolas: se trata de un arma corta reconocible por poseer una pieza móvil (corredera), situada en la parte superior. En lugar de tambor o cilindro, se alimenta con un cargador en forma de petaca que se introduce por la empuñadura o en un alojamiento delante del guardamontes.
    Algunos modelos antiguos se cargaban con un peine a través de la ventana de expulsión y no poseían cargador separable. Pueden tener mecanismos de seguro automáticos o manuales de diversos tipos, situados en la empuñadura o en la corredera. Asimismo, pueden tener o no martillo percutor a la vista.
    La complejidad de estas armas aconseja contar con un mínimo de conocimientos para procesarlas con seguridad.
    Las pistolas se recargan tras cada disparo, por lo que un arma abandonada en la escena criminal muy posiblemente se encuentre alimentada y en condiciones de disparar.
  • Armas artesanales y convertidas: podemos encontrar armas artesanales (zip guns) fabricadas a partir de un elemento tubular (un trozo de cañería o un cañón de un arma real) y un rudimentario mecanismo de disparo. Son
    comunes en países no desarrollados como armas de insurgencia terrorismo o de delincuentes. Destacaremos su falta de seguridad, por lo que su manipulación ha de hacerse con el máximo de precaución.
    Otra opción muy común son las armas detonadoras convertidas para disparar munición real. Su apariencia puede ser exactamente igual a un arma real, pero sus marcajes (marca, modelo y calibre), no se corresponderán con el modelo que imitan. Estas armas no se fabrican con
    los mismos materiales que las reales, por lo que su uso es muy peligroso para el tirador.
    En ocasiones se han observado pistolas de este tipo convertidas a armas de avancarga de un solo tiro.
  • Escopetas y rifles de caza: se trata de armas largas, destinadas principalmente a uso deportivo. Las primeras pueden ser de 1 o 2 disparos y recarga manual, de repetición mediante corredera, cerrojo o palanca, o semiautomáticas. Las de corredera y semiautomáticas son utilizadas por personal de seguridad y policial.
    Respecto a su munición, comentar que la descarga de una escopeta puede ser complicada dependiendo del modelo, por lo que para hacerlo con seguridad debemos tener conocimientos adecuados.
    Son comunes en crímenes rurales (las licencias de escopeta son quizás las más numerosas entre las armas legales en España), por ejemplo citaríamos el crimen de Puerto Hurraco, y se han encontrado a veces en incautaciones a narcotraficantes y grupos de crimen organizado.
    Los rifles de caza pueden ser de cerrojo, palanca o semiautomáticos (raramente de corredera), y disparan munición de alta velocidad. Su uso criminal suele darse en actividades de francotirador, acoplándole un visor óptico (por ejemplo, intento de atentado al Rey Juan Carlos en el verano de 1995, o el asesinato del presidente Kennedy). Suelen tener un seguro manual de aleta en la zona del cerrojo o de botón pasante cerca del guardamontes.
  • Subfusiles y fusiles de asalto: este tipo de armas son cada vez más comunes en manos de grupos de crimen organizado. Eran típicos de terroristas como ETA y GRAPO, sobre todo robados a fuerzas de seguridad francesas y españolas u obtenidos de grupos criminales franceses. Más tarde comenzaron a aparecer fusiles del tipo Kalashnikov pertenecientes a criminales de la ex-Yugoslavia, y actualmente son frecuentes entre los narcotraficantes.
    Se trata en ambos casos de un arma larga rayada de fuego selectivo (podemos elegir tiro a tiro o ráfaga) y con cargador separable de petaca o tambor, que puede acoplarse delante del guardamontes, o en algunos modelos en la empuñadura (UZI, Ingram, MP-7, Vz23, Z-84). Algunos tipos, denominados “bull-pup” sitúan el cargador detrás de la empuñadura (SA-80, Steyr AUG, Tavor, FN-2000 -usado por el GEO-).
    La principal diferencia entre los dos es que el subfusil dispara munición de arma corta (igual que las pistolas), y el fusil de asalto de arma larga (igual que los rifles de caza). A simple vista es posible diferenciarlos por el tamaño de los cargadores (mucho más estrechos los de subfusil). Ambos tendrán un seguro manual de aleta cercano a la empuñadura, un retén del cargador cercano al brocal de éste, y una palanca de montar en la zona del guardamanos (tipo H&k), en el lado izquierdo del cajón de mecanismos (F.N.), en el lado derecho (AK) o en la zona superior trasera de éste (M-16).
    Un aspecto interesante referente a la investigación forense, es que es frecuente encontrar este tipo de armas convertidas a partir de unidades inutilizadas, las cuales son de venta libre a coleccionistas. También existen varios modelos convertidos a fuego semiautomático que pueden
    guiarse como armas de caza, y que han sido empleados en delitos.
    En ocasiones se han incautado subfusiles artesanales. Los grupos terroristas españoles solían emplear modelos CETME, Star Z-70, MAT, UZI y algún M-16 (quizás provenientes de Irlanda del Norte). Los grupos de Europa del este usan Kalashnikov, Skorpion (muchos con
    silenciador), y en ocasiones Vz23.
    Es muy importante comentar la proliferación de armas de airsoft, que disparan bolas de plástico para tiro de diversión, pero que exteriormente son exactamente iguales (incluso en marcajes) que los fusiles de asalto o
    subfusiles reales. En ocasiones son usadas por delincuentes para robos con violencia/ intimidación.
  • Ametralladoras, lanzacohetes y otras armas pesadas: la ametralladora es un arma larga rayada que hace fuego automático. Es de mayor tamaño que el fusil de asalto y suele contar con un bípode para apoyarla durante su uso. Se alimenta con cintas de munición.
    No es un arma común, pero se han encontrado a veces en depósitos de armas de coleccionistas o personas dedicadas a reconstruir armas inutilizadas.
    Los lanzacohetes y morteros eran muy habituales en los zulos de ETA, muchos de ellos de tipo artesanal. Las granadas-cohete deben ser manipuladas por el TEDAX. Las granadas de mano no son frecuentes en las incautaciones en España, pero son encontradas a veces por buscadores de metal en escenarios de la guerra civil.
    En cuanto a armas más pesadas, fue célebre la incautación a ETA en 1986 de misiles SAM-7, hecho que se volvió a repetir en 2004. Según la investigación, el objetivo era derribar el avión Falcon en el que sedesplazaba el presidente Aznar.
    Este tipo de armas son muy extrañas en territorio español, no obstante si pueden hallarse en envíos de armas de guerra que se interceptan en alta mar.
  • Munición de arma corta y larga: junto a las armas de fuego será normal encontrar munición, tanto alojada en los cargadores y recámaras como en cargadores extra y en embalajes comerciales. También es posible localizarla encintada o en cajas de uso militar (metálicas).
    Las municiones en las armas de fuego se documentarán e identificarán ya que es muy probable que sean del mismo tipo empleado en el delito. Las encontradas en cargadores extra o embaladas, se documentarán para relacionarlas con las mismas utilizadas u otras empleadas en otros delitos que se conozcan.
    La munición, al igual que las armas, contiene marcajes que nos indicarán su fabricante, calibre y año de fabricación. Esta información estará presente también en los embalajes, además de, en ocasiones, información sobre sus características (velocidad inicial, potencia, etc.).
    A simple vista es sencillo diferenciar las municiones de arma corta (más pequeñas) de las de arma larga metálica (en forma de botella) y semimetálica (con 2 partes, un culote metálico y un cuerpo de cartón o plástico).
    Cuestiones importantes son determinar si se trata de munición comercial o militar, su procedencia, y si corresponde con armas empleadas en delitos.
    El calibre nos puede dar información valiosa si no es reglamentario o común en España (por ejemplo, Alfredo Galán, el “asesino de la baraja”, usaba una pistola calibre 7,62×25 tokarev, traída de Yugoslavia). Calibres de la órbita soviética como el 9×18 makarov, el 7,63 máuser, el 7,62×39 (Kalashnikov) o el 7,62x54R (Dragunov) son habituales de delincuentes organizados y terroristas yihadistas.
    Por el contrario, los calibres 9 m/m Luger, .22lr, 7,65 y 9m/m corto son típicos de delincuentes españoles. Existen muchas armas robadas e incluso perdidas por militares y policías que acaban en manos de delincuentes, típicamente modelos españoles antiguos.
  • Elementos de recarga y fabricación: los delincuentes no suelen fabricar munición, pero no es raro en coleccionistas y personas dedicadas a reconstrucción de armas inutilizadas. Típicamente podemos encontrar prensas, díes y componentes a granel (pólvora, fulminantes, vainas y
    proyectiles).

Algunas consideraciones interesantes para un investigador serían:

  • Munición de arma corta: podemos encontrar proyectiles de plomo desnudo (coloración gris/gris oscura), blindados (totalmente cubiertos por una aleación de latón), o semiblindados (proyectil blindado cuya punta está descubierta permitiendo ver el plomo del interior). Asimismo son muy frecuentes las de punta hueca (con una cavidad en la punta).
    Por otro lado, y mucho menos comunes, existen proyectiles de perdigones/flechas, de fogueo (la vaina se encuentra cerrada por una cápsula de plástico, no existe proyectil), frangibles (se desintegran al impactar en un cuerpo duro), o diseños prefragmentados como el G2 RIP.
  • Munición de arma larga: la munición de origen militar/policial será toda blindada, pero la de caza puede tener diferentes diseños (semiblindada, punta hueca).
    El mercado de la cartuchería evoluciona constantemente, por lo que es necesario mantener una actualización contínua.

Una vez que se ha hallado o recuperado de una escena criminal un arma de fuego, sus componentes o municiones, el siguiente paso es realizar una investigación para obtener su identificación, así como relacionar su presencia con un supuesto hecho delictivo.

Hay que tener en cuenta que no siempre hallaremos armas o municiones completas, por ejemplo:

  • En la escena de un homicidio no se hallará el arma, posiblemente proyectiles, vainas (no si es un revólver o escopeta de 1 o 2 disparos y no debió recargar), cartuchos completos si debió solucionar una interrupción, o cargadores vacíos si recargó una pistola o un fusil de asalto.
  • Si el delincuente abandonó efectos personales en la huida, podemos encontrar armas completas, cargadores y/o munición.
  • Si el delincuente o la víctima cayeron abatidos, sus armas estarán presentes (casi con toda seguridad cargadas y alimentadas).
  • En zulos o depósitos de armas, podemos encontrar armas completas o partes de ellas, y municiones que pueden o no corresponder a las mismas. Si el delincuente es francotirador, podemos localizar vainas en el lugar desde el cual disparó.
    El procedimiento se centrará en documentar la localización y posición de las armas y municiones, su recogida con seguridad, y el estudio de los elementos relevantes para la investigación.
  • Breve reseña histórica: la investigación de proyectiles toma relevancia a partir del Siglo XVI, cuando la introducción del rayado en el cañón de las armas se generaliza. Este procedimiento (común hoy en día en todas las armas de fuego excepto en las escopetas -con salvedades-), consiste en el tallado de estrías o planos en el interior del cañón, los cuales obligan al proyectil a girar mejorando su precisión y alcance. Tras ser forzado por estas estrías, el proyectil abandona el cañón con unas marcas características, que son únicas para cada arma. A modo de anécdota, antes de la fabricación industrial, los cañones eran fabricados a mano, lo que los hacia aún más únicos.
    El primer caso conocido de identificación de un proyectil se realiza en 1835, cuando un policía londinense logró relacionar una bala recuperada de un cadáver con un molde utilizado para su fabricación artesanal (esto se sigue haciendo actualmente para las armas de avancarga). Las comprobaciones en esta época se podían realizar sin procedimientos o equipos especiales.
    Al comenzar la fabricación industrial de proyectiles, este método se torna inútil, por lo que se pasa a analizar las marcas microscópicas que el cañón del arma producía en el proyectil al dispararlo, sistema que es el empleado en la actualidad.
    No obstante, como vimos en el apartado correspondiente, existen gran variedad de proyectiles en función de su composición y diseño, que pueden ser identificados en relación a su fabricante, lo cual puede ser interesante en cuanto a la investigación (por ejemplo, munición militar, de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad o utilizada por determinados grupos terroristas -recordemos que ETA utilizaba predominantemente el calibre 9m/m Parabellum, y que el “Asesino de la baraja” utilizó una pistola calibre
    7,62 tokarev, lo que facilitó su identificación).
  • Examen del arma de fuego: además de identificar tipo, modelo y calibre, la investigación forense se centrará en 2 cuestiones: la anotación o recuperación del número de serie, y la obtención de huellas dactilares.
    El método más extendido para obtener las huellas es el revelado mediante vapores de cianocrilato. No obstante, puede ser complicado el trasplantado de huellas debido a la superficie de las armas (la empuñadura puede ser rugosa, encontraremos cambios de plano). En ocasiones se ha recuperado ADN de armas de fuego, pero la cantidad suele ser insuficiente para un cotejo.
    En cuanto al número de serie, las más antiguas pueden no tenerlo. En Estados Unidos no fue obligatorio hasta 1968. Antes de esa fecha puede no existir, o incluso repetirse en armas diferentes. Las armas modernas lo poseen y además existen bases de datos de armas robadas, perdidas o usadas en crímenes (INTERPOL).

A veces, los números de serie son borrados para dificultar la trazabilidad del arma. En estos casos podemos recuperarlos mediante 2 procedimientos: la inspección de partículas magnéticas y la restauración química, que deben hacerse en ese orden.

El primer método consiste en aplicar un campo magnético al arma, el cual se deformará por las irregularidades del metal (donde estaba marcado el número de serie). A continuación aplicamos virutas de hierro a esa área y serán atraídas por el
campo magnético alterado, adoptando la forma de los números borrados.
Se pueden añadir partículas fluorescentes para hacerlo más visible mediante luz ultravioleta.
La restauración química por su parte consiste en aplicar ácido a la superficie del armas, que eliminara capas superficiales del acero. Si el borrado del número de serie es superficial, podremos descubrir las capas inferiores del grabado y observar el número de serie.

  • Examen de municiones. El análisis de las municiones consiste en su identificación y el análisis microscópico de las lesiones que el arma causa en la misma: punto de impacto de la aguja percutora, zona donde apoya la uña extractora, zona donde impacta el expulsor, y en algunos casos marcas que deja la recámara (algunas armas tienen la recámara rayada).
    Por otro lado es posible localizar huellas dactilares usando cianocrilato (las huellas pueden sobrevivir al disparo). Algunos estados norteamericanos han propuesto un microestampado en la aguja percutor, de modo que permita identificar la marca de la misma en el fulminante. Sin embargo este procedimiento es costoso y los fabricantes son reticentes a introducirlo.

En cuanto a los proyectiles disparados y recuperados de una escena (incluyendo del cuerpo de la víctima), hay 3 aspectos a estudiar: estriado, calibre y paso de estría. Esto permite relacionar ese proyectil con el cañón de un arma en concreto. Una vez hecho esto, se disparan proyectiles de prueba con ese arma y se comparan microscópicamente con el recuperado en la investigación.
En Estados Unidos y Gran Bretaña cuentan con bases de datos de proyectiles recuperados, de modo que se puede relacionar rápidamente con otros crímenes.
Respecto a la identificación de un tirador, un elemento de fundamental importancia es el estudio de los residuos del disparo. Se trata de ciertos elementos que se depositan en las manos, rostro y ropa de quien dispara un arma de fuego, y que pueden comprender partículas sin quemar del fulminante y la carga propulsora, y en menor medida fragmentos del proyectil, la vaina (en ocasiones se dispersan hacia el tirador, ya que los gases expulsados se dirigen al cuerpo del tirador -especialmente cuando un zurdo dispara un arma que no está adaptada a él-) y el arma en sí (por ejemplo lubricantes u óxido). Se calcula que estos residuos pueden localizarse hasta 1.5 metros del punto donde se realizó el disparo.

La primera investigación documentada la realizó John Bochm en 1971, logrando fotografiar con un microscopio electrónico elementos de plomo, antimonio y bario en orificios de entrada de proyectiles.
Walter y sus colaboradores clasificaron en 1979 los diversos residuos dependiendo de su contenido en plomo, antimonio, bario, calcio y/o silicona.
Posteriormente, en 1984 Wallace y MqQuillan realizan un nuevo estudio, aislando aquellas partículas que contengan plomo, antimonio y bario, o antimonio y bario, así como otros elementos químicos.
Actualmente el método empleado mayoritariamente es comparativo, analizando el perfil de los residuos en relación con elementos recuperados en la investigación, como armas o municiones debitadas. Mediante el sistema SEM-EDX (combinación de microscopio electrónico y espectrometría de rayos X), se pude obtener un perfil químico que podamos aplicar a elementos dubitados, por ejemplo relacionar a un tirador con un arma concreta o con el lugar donde se produjo el disparo.

Hay que considerar que una persona puede contaminarse de residuos del disparo si estuvo en la escena tras el delito, si tocó el arma o incluso si ayudó a la víctima.
Por otro lado, limpiarse las manos (incluso meterlas en los bolsillos) puede eliminar los residuos.

Criminalística

Investigación criminal

Inspección ocular

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