Un ejemplo comparativo de la transición de jóvenes tutelados a extutelados independientes establecido entre Estados Unidos y España reveló similitudes en cuanto al perfil de los jóvenes y a la edad de final de tutela (18 años, pudiendo alargarse hasta los 21 de forma excepcional), y a los mecanismos de apoyo en el proceso de emancipación (programas de vivienda transitoria y viviendas independientes, así como planes de gestión económica y apoyo a través de ayudas económicas) entre los dos países.
Sin embargo, existen diferencias que suponen puntos fuertes del sistema de Estados Unidos que podrían adaptarse para solventar las debilidades del sistema español, como por ejemplo, la disponibilidad total de los educadores cuando los jóvenes estadounidenses se trasladan a un piso asistido; o la diversificación en programas especializados para mejorar las competencias de empleabilidad que existe en Estados Unidos, así como programas especializados de apoyo a grupos con necesidades específicas (colectivo LGBT, padres jóvenes, enfermos mentales, etc.) o la extensión en el tiempo hasta los 21 años de los procesos de reunificación familiar (Sala-Roca, Arnau, Courtney y Dworsky, s.f.).
Los resultados muestran que, con el apoyo necesario, estos jóvenes alcanzan una aceptación sociolaboral y que, además, el grado de satisfacción personal, sus competencias, el modo de convivencia y la vida autónoma así como la madurez personal se hallan dentro de lo habitual en comparación con el resto de grupos. Sin embargo, ante la escasez de recursos de apoyo a estos jóvenes, se encuentran bajas expectativas de inserción laboral y social adecuadas.
Debido a esto, resulta de especial importancia la evaluación de los recursos disponibles y el buen uso de ellos para facilitar a los jóvenes extutelados este gran cambio en sus vidas (Stein, 2006).
Monserrat y Casas (2012) evalúan en su artículo la importancia de la educación de los niños tutelados y jóvenes extutelados en Europa, haciendo referencia al programa Young People from a Public Care Background (YIPPEE) que trata de analizar los itinerarios educativos seguidos por jóvenes extutelados en distintos países de Europa, entre los que participó España. Destacan a este respecto el incremento de niños y jóvenes en acogimiento durante los últimos años, y sin embargo, los estudios sobre su educación, nivel de escolarización y perspectivas futuras son muy bajos.
Estos autores realizaron entrevistas recopilatorias de información durante los cursos académicos de 2008 a 2010 para evaluar la situación académica de este subconjunto de la población. Entre los datos más interesantes obtenidos, resalta el hecho de que a nivel educativo, suponen factores determinantes del fracaso escolar la situación de su entorno familiar, la inestabilidad, las carencias de diferentes tipos acumuladas y las etiquetas sociales impuestas.
Además, la mayoría de los entrevistados reconocieron que tanto ellos, como personas conocidas en su situación personal, optaban por dejar los estudios al finalizar el ciclo obligatorio o en su lugar, acceder a ciclos de formación cortos para poder buscar empleo, generalmente en construcción, restauración o peluquería. En lo referente a su vida privada en el momento de las entrevistas, las preocupaciones que los jóvenes extutelados refirieron con mayor frecuencia fueron los temas económicos y laborales, la falta de tiempo para estudiar y formarse y las responsabilidades familiares.
Cabe destacar que de los participantes en este estudio, aproximadamente la mitad de ellos residían en pisos asistidos para extutelados, que determinaban en sus vidas la estabilidad necesaria para desenvolverse de forma autónoma. Por otra parte, los jóvenes que habían convivido con familias de acogida seguían residiendo con ellos y aproximadamente un 30% restante vivían de forma totalmente independiente.
En cuanto a su relación con los familiares biológicos, la mayor parte de los entrevistados sufrieron durante su infancia y hasta su separación, abusos generalmente coincidentes con adicción a las drogas y alcohol de sus progenitores o trastornos mentales, muerte o abandono de uno de los cónyuges. Por otro lado, el disfrute del tiempo de ocio se encontraba asociado a las amistades establecidas en el centro de estudio más que a las creadas durante la residencia en el centro de acogida. En el estudio también se valoraban sus planes de vida futuros así como su mundo interior y sus expectativas.
Una de las conclusiones más interesantes extraídas de este estudio es la identificación de la población extutelada como uno de los grupos con mayor riesgo de exclusión social.
Finalmente, Oriol Granado (2013) establece el riesgo potencial que supone para estos menores tutelados un extutelaje sin ir acompañado de un correcto sistema de ayudas a los diversos niveles establecidos (económico, de vivienda, de formación, etc.). Debido al contexto especial en que han discurrido sus vidas al tratarse en muchas ocasiones de separaciones forzadas de sus progenitores por problemas de violencia familiar, abusos sexuales o desamparo, y la convivencia a continuación en centros de acogida especializados a cargo de la Administración, estos niños y jóvenes muestran de forma frecuente traumas y problemas psicológicos que deben tratarse de la manera adecuada.
Oriol Granado expone que, el hecho de enfrentarse completamente solos a una realidad nueva en la que deberán valerse por sí mismos sin ayuda, puede provocar que sus perfiles de desarrollo socioemocional y apego deficitarios, así como algunos de los perfiles delictivos se manifiesten en esta etapa de sus vidas, convirtiéndose en jóvenes delincuentes.
Por todo ello, resulta esencial el tipo de intervención que se realice en los centros a nivel de generar un ambiente emocional y psicológico estable, potenciar la empatía y favorecer la seguridad en el apego (López, 2006); así como facilitar en la medida de lo posible una estimulación positiva, dado que durante la infancia y la adolescencia, la enorme plasticidad cerebral determina las conductas en función de los estímulos que percibe del entorno (Siegel, 2010) moldeando su perfil para su etapa adulta (Gaviria, 2002).
Sin embargo, este ambiente no debería sufrir una escisión brusca y repentina al llegar a la edad a la que el Estado los considera adultos, sino que debería ser una separación paulatina y siempre recibiendo apoyos por parte de la Administración.