Iter Victimae

El estudio de las causas por las que determinadas personas son víctimas de un delito ha derivado el término iter victimae, bajo el cual se concibe que las víctimas de crímenes siguen un camino lleno de variables que les conduce hacia el encuentro con su victimario y determinan su conducta antes de que el delito sea cometido, mientras este tiene lugar y luego de que ha sido consumado. Con el fin de comprender este término desarrollado por la Victimología se analizará su definición, las relaciones posibles entre agresores y víctimas y los factores que conducen a la confluencia de los miembros de la pareja penal.

La imagen representa el camino que recorre un sujeto hasta convertirse en víctima de un hecho delitivo. Está representado con la misma imagen que el "Iter Criminis", puesto que en algún punto del camino víctima y victimario coinciden.

El análisis del fenómeno criminal requiere no sólo el estudio de la conducta de los agresores, sino de todos los protagonistas que concurren en  el delito. El Derecho Penal ha creado el término iter criminis para hacer referencia a las fases por las que pasa un agresor hasta cometer un delito, comenzando por la concepción de la idea de delinquir hasta la realización del hecho criminal. Por su parte, la Victimología ha dado lugar al término iter victimae para definir el camino por el que cursan los individuos hasta que son victimizados, incluyendo el estudio de las condiciones que les hacen proclives a convertirse en víctimas, antes, durante y después de consumado el delito.

De este modo, la convergencia en el tiempo y en el espacio de los itinerarios de los agresores y de las víctimas es lo que da lugar a los delitos (Rodríguez, 2008; Cardoso, 2008; Collado, 2010; Morillas, Patró y Aguilar, 2011).

Variables de relación 

El encuentro entre la víctima y su agresor constituye una forma de relación, la cual puede ser más o menos compleja. Este vínculo puede analizarse desde tres variables (Rodríguez, 2008):

  1. Relación y conocimiento: El itinerario que lleva a un individuo a convertirse en víctima puede estar condicionado por el hecho de que es una persona conocida del agresor o exactamente por serle desconocida. Hay delitos que nunca se cometerían a un conocido y, por el contrario, hay ilícitos que es imposible cometer si no se conoce a la víctima, como ocurre en muchos delitos contra la libertad sexual. Existen, por tanto, cuatro posibilidades vinculadas con el conocimiento entre la víctima y su agresor:
    1. Ambos se conocen y, por lo tanto, hay una vinculación interpersonal.
    2. El criminal conoce a la víctima, pero esta no a su
    3. La víctima conoce al agresor, pero este no conoce a la víctima.
  1. La víctima y el victimario no se conocen previamente y su encuentro es
  1. Actitudes: La actitud es la disposición mental de un sujeto hacia una experiencia concreta que puede ser positiva, negativa o neutra. En el análisis del camino de la víctima y su relación con el camino del agresor, la atracción, el rechazo y la indiferencia son tres actitudes se tornan relevantes; estas pueden manifestarse de distintas maneras:
    1. La víctima y el agresor se atraen (proxenetismo, estupro, incesto).
    2. El criminal se siente atraído por la víctima, pero esta rechaza al criminal (violación).
    3. El criminal rechaza a la víctima, pero esta se ve atraída por aquel (estupro).
    4. Víctima y victimario se rechazan (violencia, violación, riña, duelo, venganza).
    5. El criminal se ve atraído por la víctima pero esta es indiferente (acoso).
    6. La víctima repudia al victimario, pero este adopta una actitud indiferente (terrorismo).
    7. La víctima y el agresor son indiferentes entre sí (delitos imprudentes).
  1. Percepción: La percepción que tenga el agresor de la víctima puede jugar un papel en el encuentro de ambos itinerarios. Por ejemplo, el agresor que tiene un vínculo con su futura víctima probablemente tome distancia afectiva de ella; de lo contrario puede arrepentirse al percibir a la víctima con respeto, piedad, compasión, o temor

Núñez (http://www.nunezdearco.com/victimologia.htm) aborda esta variable desde la perspectiva de la pareja penal. El término precisamente se ha creado para hablar de la víctima y de su agresor como si se tratara de un ente dinámico que tiene la capacidad de influir en la configuración de un hecho delictivo.

Desde la perspectiva de la pareja penal, el agresor pasa por un proceso de desensibilización y distorsión cognitiva previas a su relación con la víctima. Esto le permite sentirse legitimado en su accionar y restarle valor a la víctima, ya que logra neutralizar cualquier percepción  negativa de sí mismo. Este proceso del infractor le permite cancelar la resistencia moral y, por tanto, sobreponerse a la inhibición.

No obstante, en variados casos, los agresores ingieren sustancias prohibidas para alcanzar la desinhibición y darse valor.

En cambio, las víctimas pueden reaccionar de distintas formas durante y luego de una agresión. Al recibir una agresión, la víctima puede experimentar un choque (shock), enojo, rabia, temor, miedo, desamparo, incredulidad y culpa. Posteriormente, puede haber una adaptación. En caso contrario, puede ser que la víctima curse por una etapa de “desorganización”, consistente en efectos psicológicos como pensamientos penosos sobre la agresión, pesadillas, depresión, culpa, miedo y una pérdida de confianza o en el abuso de alcohol u otras sustancias, ruptura de relaciones sociales, evitación de todo lo relacionado con el evento traumático. La concurrencia de una u otra etapa, claramente, dependerá del tipo de crimen que se haya padecido y la forma en que la víctima asuma su realidad.

 

Collado (http://www.marisolcollazos.es/victimologia/Victimologia- Relaciones-víctima-victimario.html) explica que del encuentro entre agresores y víctimas pueden derivarse esquemas que ayuden a entender la relación entre víctima y criminal. Los más sobresalientes son los siguientes:

Esquema del encuentro de los itinerarios del delincuente y de la víctima

Iter Criminis1

Esquema del delito de homicidio en que el camino de la víctima desaparece en el momento de comisión del delito

Iter Criminis2

Esquema de la finalización del iter criminis por el fallecimiento del victimario

Iter Criminis3

Esquema de transformación de la víctima en agresor y creación de una pareja criminal

Iter Criminis4

Esquema de transformación del agresor en víctima

Iter Criminis5

Las relaciones entre delincuentes y víctimas pueden dar lugar a diversas esquematizaciones, las cuales evidencian que hay ocasiones en que la distinción entre el papel de agresor y de víctima incluso puede llegar a confundirse, turnarse y cambiar de un momento a otro.

 

 

 

La mayoría de los autores coinciden con que las características biológicas, psicológicas y sociales de una persona inciden en su victimización (Cabrera, 2010; Morillas, Patró y Aguilar, 2011). Collado (2010) divide estos factores victimógenos en predisponentes, preparantes y desencadenantes. Morillas, Patró y Aguilar (2011) consideran que las variables que inciden en el proceso de conversión en víctima pueden tener distinta naturaleza: biológicos, físicos, ambientales, comportamentales, socio-culturales, económicos, etcétera.

Rodríguez (2013) explica que otros autores “(…) hablan de factores victimo-impelentes y victimo-repelentes. Los primeros impulsan al sujeto a una situación víctimal y los segundos le protegen de ella. A la victimización se llega cuando los factores victimo-repelentes no son suficientes para compensar los victimo-impelentes” (p. 467).

Cabrera (2010) aporta una clasificación más general en factores endógenos y exógenos, la cual desarrollamos a continuación:

Factores endógenos

 Corresponden a factores inherentes a las personas y pueden dividirse en biológicos y psicológicos.  Como ejemplos de los primeros tenemos los siguientes:

  • Padecimientos físicos: Una persona con minusvalías físicas o psíquicas es proclive a convertirse en víctima debido a su imposibilidad de defenderse ante ataques. “La sensopercepción, relacionada con los órganos de los sentidos tiene influencia lógica en la victimización, las fallas sensoriales (olfativas, visuales, auditivas, gustativas, etc.) nos hacen vulnerables ante ciertos delitos” (Rodríguez, 2008).
  • Edad: Las personas de cierta edad son más propensas a ser victimizadas; tal es el caso de los menores de edad y ancianos. Generalmente la primera victimización se sufre entre los 10 y 20 años, al igual que los primeros actos
  • Sexo: Los varones son víctimas de delitos de lesiones en un porcentaje mucho más elevado que las mujeres. En cambio, las mujeres suelen ser objeto mayor de agresiones sexuales, robos e injurias que los Entre los factores psicológicos figuran características de la personalidad que pueden resultar riesgosas (Turvey, 2011) como:
  • Agresividad: Las personas que son más agresivas y que tienden a la confrontación tienden provocar conductas agresivas en
  • Impulsividad: Los comportamientos impulsivos se ejecutan sin planificación o previsión. Como consecuencia, los individuos impulsivos generalmente no están preparados para afrontar los retos que se les presentan y no logran evalúan las consecuencias de sus
  • Comportamiento autodestructivo: Algunas personas se involucran en conductas que rutinariamente les producen daño. Su comportamiento va desde la imprudencia hacia acciones abiertamente autodestructivas como conducir con exceso de velocidad, consumir alcohol en exceso o comer demasiado rápido, tomar medicamentos en dosis mayores a las prescritas, entre
  • Pasividad: Los individuos pasivos son aquellos que permiten o aceptan las acciones y decisiones de los demás, sin cuestionarlas o desafiarlas. Esta pasividad puede persistir incluso cuando se ponen en situaciones que les exponen a daños.
  • Autoestima baja: Las personas con baja autoestima son más propensos a estar deprimidos, a participar en comportamientos autodestructivos y a que otras personas se aprovechen de ellas. La baja autoestima puede crear un fuerte deseo de ganar y mantener la aprobación de los demás, la cual es una tendencia que puede ser objeto de abuso por parte de personas con malas intenciones. En algunas personas, la baja autoestima puede conducir a la creencia de se merece ser
  • Comportamiento sexual aberrante: La promiscuidad sexual puede llevar a un aumento de la exposición a enfermedad de transmisión sexual y a conocer amantes celosos o posesivos. Las conductas sexuales extremas pueden llegar a ser físicamente

 

Asimismo, en el ámbito psicológico también ubicarse algunos padecimientos, de los cuales proporcionamos los siguientes ejemplos (Turvey, 2011):

  • Adicción a las drogas: Las personas adictas a las drogas sufren un deterioro de la capacidad de pensar racionalmente; asimismo, adoptan un comportamiento violento y progresivamente criminal en función de mantener su hábito de consumo de
  • Alcoholismo: Los alcohólicos pueden envolverse en actividades ilegales debido a la falta de inhibición y al deterioro del pensamiento racional que resultan del consumo de alcohol. Los problemas de juicio, memoria y destreza de los alcohólicos pueden combinarse y aumentar su vulnerabilidad a daños provocados por sí mismos u
  • Trastornos o defectos mentales: Los defectos mentales orgánicos y los trastornos mentales afectan de manera importante la forma en que las personas sienten, piensan, actúan e interactúan con otros individuos.

Factores exógenos

Rodríguez (2008) dice que “los factores exógenos, [son] aquellos que vienen del exterior del individuo, pueden ser de la más diversa especie, así desde los fenómenos naturales (temperatura, lluvia, desastres, etc.) hasta toda la estructura social, desde la familia hasta el Estado”. Entre todos los factores exógenos posibles, abordaremos el estado civil, educación, procedencia, carrera/profesión/ocupación, los lugares por los que se transita y los momentos en que las víctimas realizan sus actividades (Cabrera, 2010):

  • Estado civil: Las personas que han enviudado o que se han divorciado tienden a deprimirse y a aislarse son más fácilmente victimizables.
  • Escuela: Los centros educativos pueden tornarse victimógenos cuando las presiones de grupo no son controladas o se presenta una mala dirección pedagógica.
  • Procedencia: Los extranjeros son propensos a convertirse en víctimas en tanto que en algunos casos no entienden el idioma del lugar en que se encuentran; no conocen la zona que visitan, sus costumbres; y en ocasiones también sufren discriminación y xenofobia. Un ejemplo claro de esto son los inmigrantes ilegales, quienes son explotados laboralmente, engañados y/o
  • Carrera/profesión/ocupación: Turvey (2011) proporciona tres ejemplos de cómo la ocupación que las personas escogen inciden en su victimización: Muchos abogados y agentes que integran las fuerzas y cuerpos de seguridad tienen contacto regular con criminales, lo que les expone a violencia o a venganzas. Las prostitutas, por otra parte, se introducen en vehículos de desconocidos para ir a lugares donde no serán vistas. Los traficantes de drogas se mantienen en presencia de estupefacientes, dinero y armas, los cuales,  respectivamente, atraen crímenes y pueden ser usados para ejercer violencia. Rodríguez (2008) se expresa en el mismo
  • Lugar y tiempo: En cuanto a este factor puede afirmarse que en las zonas urbanas, más masificadas, competitivas y anónimas se experimenta un aumento de victimización mayor que en las zonas rurales en las que todos se conocen. Asimismo, existen locaciones en que suelen haber más victimizaciones en determinados meses del año o días de la semana, como los sábados. Rodríguez (2008) agrega que si bien existen “Existen zonas victimógenas (que pueden coincidir o no con las zonas criminógenas), así como tiempos victimógenos, (…) no basta estar en el lugar y el momento equivocados para ser elegido(a) como víctima”.

A pesar de que muchas personas pueden presentar estos factores endógenos y/o exógenos, lo que puede afirmarse con certeza es que facilita[n] la victimización pero no la produce[n] necesariamente en todos los supuestos. Podemos  encontrar dos personas con los mismos factores de victimización y una puede llegar a ser víctima y la otra no, de la misma manera que hay muchas personas que tienen factores criminógenos y no llegan a ser criminales (Cabrera, 2010: 117).

Cabrera, J. (2010). Crimen y castigo: investigación forense y criminología. España: Ediciones Encuentro, S.A. Obtenidode http://site.ebrary.com.publicaciones.umh.es:8080/lib/bibliotecaum h/reader.action?docID=10680733

Cardoso, M. (2008). La Victimología frente al delito de violación, desde el punto de vista en que la víctima puede llegar a ser el sujeto activo del  delito. Obtenido de: http://dspace.udla.edu.ec/bitstream/33000/538/1/UDLA-EC-TAB- 2008-07.pdf

Collado, J. (2010). La investigación criminal y sus consecuencias jurídicas. (2010). España: Dykinson. Obtenido          de http://site.ebrary.com.publicaciones.umh.es:8080/lib/bibliotecaum h/reader.action?docID=10845159

Morillas, F., Patró, H. y Aguilar, C. (2011). Victimología: un estudio sobre la víctima y los procesos de victimización. España: Dykinson. Obtenido de http://site.ebrary.com.publicaciones.umh.es:8080/lib/bibliotecaum h/reader.action?docID=10845223

Rodríguez, A. (2013). La investigación policial y sus consecuencias jurídicas. Obtenido de http://site.ebrary.com.publicaciones.umh.es:8080/lib/bibliotecaum h/reader.action?docID=10889652

Rodríguez, L. (2008). La elección de la víctima. Eguzkilore. Cuaderno del Instituto Vasco de Criminología, (22), 155-168.Obtenido de  http://www.ehu.eus/es/web/ivac/cuaderno-eguzkilore-22

Turvey, B. y Freeman, J. (2011). Case Linkage. Offender Modus Operandi and Signature en Turvey, B. (Ed.), Criminal Profiling: An Introduction to                Behavioral Evidence Analysis (332-360). Consultado en http://books.google.com.ni/books?id=GSJ7Ja95oegC&dq=criminal+ profiling&source=gbs_navlinks_s

Casell, L., Gómez, P. y Gálvez, P. (2010). Criminología. Obtenido de http://site.ebrary.com.publicaciones.umh.es:8080/lib/bibliotecaum h/reader.action?docID=10431172

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