Interaccionismo simbólico

El Interaccionismo Simbólico es una corriente de pensamiento propia de la sociología, la antropología y la psicología, definida a partir del primer tercio del siglo XX. La premisa elemental es entender a las personas como seres sociales que viven en interacción con el resto, y ver en los procesos de interacción el peso relevante en la configuración del significado para el individuo y su consecuente contribución a su personalidad.

El Interaccionismo Simbólico es una corriente de pensamiento propia de la sociología, la antropología y la psicología, definida a partir del primer tercio del siglo XX. La premisa elemental es entender a las personas como seres sociales que viven en interacción con el resto, y ver en los procesos de interacción el peso relevante en la configuración del significado para el individuo y su consecuente contribución a su personalidad.

Es una teoría perteneciente a la perspectiva microsociológica. Es decir, la conducta del individuo está condicionada por sus interacciones sociales próximas. No son los macrofenómenos los que determinan la conducta, sino el entorno comunitario. Es en base a las relaciones en escala reducida las que definen y modifican las normas, roles o creencias.

Su origen en la perspectiva microsociológica obliga a centrarse en esta escala reducida, y ello comporta que la principal herramienta utilizada en el estudio de las teorías microsociológicas sea la Observación Directa, con preferencia a los datos estadísticos. Ejemplo de esta singularidad, es el estudio de Ervin Goffman (1961) publicado mediante su ensayo Asylums.

 

Es un concepto que nace en la Escuela de Chicago y aunque se considera a George Herbert Mead su máximo representante, el sociólogo Herbet Blumer fue el primero en acuñar dicho término en 1969.

La premisa básica desde la que se parte para entender el concepto es la Teoría del Acto social de Mead (1934) Se considera toda interacción social como un entramado de estímulos-respuesta entre dos o más personas las cuales otorgan un significado concreto a esos estímulos que emiten y a las respuestas que reciben de forma recíproca.

Entre dos actores, cada acción que un actor emite es un estímulo en respuesta del otro. Es decir, la acción de uno es estímulo para el otro y la respuesta de este último es un nuevo estímulo para el primero que ha actuado. Que estos actos constituyan estímulos se debe a que las personas atribuimos significados a los propios acciones sociales, y de ahí que las personas acabemos teniendo una comunicación simbólica, tanto verbal como gestual. Esa atribución de significado se debe a múltiples variables como puede ser la relación previa que exista entre las personas que interactúan o la situación en la que se encuentren.

Por lo tanto, partimos de esta teoría para determinar básicamente dos hechos:

En primero lugar que en todo acto social, la comunicación verbal o gestual, tiene la función de anticipar/predecir lo que pueda ocurrir y es la reacción del otro la que otorga significado a esta comunicación. Por otra parte, observamos como el lenguaje se convierte en la herramienta simbólica que nos permite, además de interaccionar con otros, hacerlo con nosotros mismos, el llamado diálogo interior.

Mead destacaba la importancia del diálogo interior, que desembocaba en la teoría del self social, que entiende que la interacción condiciona/estructura a la persona en tres aspectos:

–          Yo: Reacciona a las actitudes de otros hacia él. Es la parte donde se encuentran los valores más importantes para el sujeto. Posibilita la creación de una personalidad definida. Parte de la persona que se define en la forma en la que se actúa en base a los otros.

–          Self: El sí mismo. Parte por el que el yo puede tomarse como objeto y analizar la imagen de uno mismo ofrecida al exterior. El Self permite a las personas autopercibirse y tener una concepción de si mismos. Dicha teoría queda interelacionada con todo lo expuesto, ya que es esa parte psicológica que se crea a medida que se interactua con el medio. Son las reacciones de las personas de nuestro entorno, el ambiente que nos rodea… lo que nos proporciona la información en la que basaremos nuestra idea del Self. Ello permite ponerme en lugar del otro (no solo verme en tercera persona, sino objetivizar una situación en la que participo como observador, incluso la propia actuación)

–          El mi: Parte por el que yo se conciencia del Self (siendo en cierto sentido el recuerdo de la memoria del yo) Adopción del “otro generalizado”, la adopción de una actitud de conjunto como podía ser un equipo de deporte3. Generalizo lo experimentado con el self a un modo de actuar del yo para ese colectivo o ámbito concreto de la vida.

2Mead nunca plasmó sus amplias ideas de forma sistemática en libros. Fue después de su muerte en 1931 cuando sus estudiantes reunieron apuntes y conversaciones con su mentor para publicar Mind, Self and Society en su nombre. Blumer uno de esos estudiantes e intérprete de Mead acuñó el término y propuso la esencia influyente de la perspectiva.

3Ejemplo: Dentro de un equipo de fútbol tengo el rol como portero (yo) pero a la vez se entiende que se forma parte de un equipo del cual se forma parte (conciencia del self, el mi) adquiriendo un sentimiento común, forma de actuar sincronizada con el equipo, celebrar gol con los aliados…

Desde esta perspectiva de la teoría del acto se produce una bifurcación de corrientes: Por un lado tenemos la teoría general de la acción social de Parsons que integra en ella el concepto de rol, y por otro lado encontramos el Interaccionismo Simbólico.

La Teoría General de la Acción Social de Parsons entiende a la persona como una estructura influenciada por los diferentes subsistemas: familia, compañeros de trabajo, amigos íntimos… En cada subsistema la conducta es dirigida en función de qué considere más importante en el contexto en el que se sitúa en la que entran en juego a su vez: las necesidades fisiológicas, la motivación de la persona y las normas y valores estipulados en el contexto.

El interaccionismo simbólico entiende que la interacción se lleva a cabo mediante el intercambio de actos simbólicos como son los gestos, las palabras, la entonación o la expresión de la cara. Ese manejo de símbolos en nuestra comunicación, la dota de significado. A su vez permite transmitir información y expresar ideas, entender las experiencias propias y la de los otros, así como compartir sentimientos y entender el de los demás.

El interaccionismo simbólico pone en relieve que para entender al ser humano lo importante no es la conducta en si, sino el significado que ésta tiene. La intención con la que actúa el emisor y la interpretación que le da a ese mismo acto el receptor, forman el significado de la conducta para cada parte de la interacción.

Al interactuar lo hacemos mediante símbolos y estos pueden coincidir o diferir, por ello hemos de definir la situación en la que se interactúa (saber si es un ambiente serio, desenfadado, hasta que punto puede se puede ser bromista en una determinada situación…) Aunque la propia simbología permite que uno mismo ya atribuya una definición concreta a contextos determinados en los que se encuentre por reconocer elementos determinados (por ejemplo entrar en un sitio donde todo el mundo está en silencio y de negro: nos puede evocar un ambiente solemnidad).

Las personas creamos el mundo social. Asumimos y esperamos acciones del otro y con ello vamos formando nuestro Self. Por ello se establece que la comunicación tiene la función de anticipar o predecir lo que pueda ocurrir, siendo la reacción del otro la que otorga el significado a ésta comunicación. El significado se construye a partir de las diferentes relaciones que el sujeto ha establecido con el objeto (Blumer, 1969)

El interaccionismo a nivel metodológico es claro y establece que no se debe generalizar, ya que cada sujeto es diferente y por tanto el significado que él otorga a los símbolos puede ser entendible desde su marco interpretativo. Por ello defiende una observación participante y la investigación cualitativa. Para comprender la realidad de los actores, el investigador debe entrar dentro de esa realidad, de la situación, interactuando con ellos.

 

La Etnometodología se trata de una rama del interaccionismo simbólico que estudia los métodos utilizados por las personas para entender el mundo social y así poder intervenir en él y construirlo. Ello explica de qué modo los miembros de una sociedad proceden a ver, describir y explicar el orden social compartido a pesar de que cada uno tenga unas perspectivas propias y diferenciadas del resto.

 

El interaccionismo simbólico, al igual que el resto de teorías, han influido en los subcampos sociológicos. La sociología de las emociones, de la desviación, el comportamiento colectivo o movimientos sociales y la sociología de las relaciones sexuales son los ejemplos más destacados.

Criminológicamente, son destacables las aportaciones de Erving Goffman ja que estableció una de las corrientes del interaccionismo más útiles para comprender la motivación en los actos sociales. Su teoría dramatúrgica (1959) entiende la interacción como la representación de roles. La vida social de una persona es la escena, y cada persona va actuando conforme a la situación en la que está inmersa en cada momento. Cada persona crea una máscara distinta en función de la interacción que se tiene en ese instante.

En criminología es a partir de los 60’ cuando se empieza a estudiar la llamada sociología de la desviación, desde la perspectiva del interaccionismo simbólico, dando lugar a la teoría representativa de esta perspectiva en esta ciencia: La Teoría del Etiquetamiento (labeling approach) del que Howard Becker (1963) es su máximo representante junto a las aportaciones de Lemert (1951; 1967) y Goffman (1963) entre otros.

BECKER, H. (1963, revised 1973). Outsiders. New York: Free Press, p. 9

BLUMER, H. (1969) Symbolic Interactionism; Perspective and Method. Englewood Cliffs, NJ: Prentice-Hall

GOFFMAN, E. (1959) The Presentation of Self in Everyday Life, University of Edinburgh Social Sciences Research Centre.

GOFFMAN, E. (1961) Asylums. Essays on the Social Situation of Mental Patients and Other Inmates. California: Reprint.

GOFFMAN, E. (1963) Stigma: Notes on the Management of Spoiled Identity. Englewood Cliffs, NY: Prentice-Hall.