Varias teorías criminológicas que podrían explicar el fenómeno “hot spots” serían las teorías de la oportunidad delictiva o la teoría ecológica o desorganización social.
Teoría de las actividades rutinarias (Cohen & Felson, 1979)
Según Cohen & Felson (1979) en la teoría de las actividades rutinarias para que concurran las circunstancias de oportunidad y delito se tienen que presentar a la vez tres circunstancias:
- Tiene que existir la presencia de un ofensor, esto es, una persona con inclinaciones criminales y con una motivación para delinquir.
- Tiene que existir la presencia de una persona u objeto que representen un «objetivo apropiado» (posible víctima, cosa o bien propicio).
- Tiene que existir la ausencia de guardianes capaces de prevenir las infracciones, como por ejemplo la policía, ciudadanos e incluso otros medios. (p. 590)
Los tres elementos son absolutamente necesarios para que se produzca el delito, con la ausencia de alguno de estos factores ya no se produciría el delito.
Para que se produzcan puntos calientes en una determinada zona geográfica y tomando de referencia la teoría de las actividades rutinarias tendrá que existir un delincuente (capaz de cometer el delito), víctima o bien ajeno (consecuencia del acto delictivo) y ausencia de impedimentos para la comisión del delito (policía, cámaras, localización y vigilancia de puntos calientes, etc.)
El trabajo pionero de Brantingham y Brantingham (citado por Vázquez, Fernández, Planells-Struse & Belmonte, 2014) en concreto el desarrollo de la teoría del patrón delictivo, es clave para entender cómo se mueven en el espacio y el tiempo los actores involucrados en un delito. Coincidiendo con el enfoque de la actividad rutinaria sugiere que los patrones de movimiento de los delincuentes son iguales a los de cualquier otra persona, lo que facilita la convergencia espacio-temporal de delincuentes y víctimas.
Teoría de la elección racional (Cornish & Clarke, 1986; Cromwell et al., 1991)
Por otro lado, tenemos la teoría de la elección racional (Cornish & Clarke, 1986; Cromwell et al., 1991), que se centra más en la persona que es autora del hecho delictivo, así como de sus motivaciones para cometer el delito y del previo análisis de costes y beneficios en relación de la comisión del hecho delictivo y del objetivo del delito. Este hecho difiere de la teoría de las actividades rutinarias y de la teoría del patrón delictivo, ya que éstas centran su actuación en el lugar del delito, el delincuente y la víctima.
Al centrarse esta teoría en el lugar del delito habrá que referenciar los puntos calientes de las zonas determinadas para que al delincuente le resulte más complicado decantarse por los costes que supondría cometer el acto delito.
Teoría del patrón delictivo (Brantingham y Brantingham, 1981)
La teoría del patrón delictivo (Brantingham y Brantingham, 1981), que da bastante relevancia al lugar físico en el que ocurren los hechos, zonas o barrios donde ocurren los hechos, recorridos hacia el lugar del delito, lugar de residencia del autor de los hechos, etc.
Las tres teorías anteriores se complementan, dando lugar a las teorías de la oportunidad en el marco de la criminología ambiental. Es de suma importancia el contexto de un escenario espacio-temporal donde se delimitará la racionalidad del delincuente como hipótesis explicativa.
Por este motivo emerge las circunstancias de que para que se dé un hecho delictivo en un lugar y tiempo determinados sea fruto de la presencia del delincuente motivado y racional, objetivo adecuado y que exista una ausencia de guardianes capaces (Cohen y Felson, 1979).
Estas teorías se utilizan como fuente de cómo prevenir el delito reduciendo las oportunidades, dando paso a modelos de prevención situacional (Cornish y Clarke, 1987) que son necesarios para prevenir este tipo de delincuencia y actúan de referencia para delimitar los hot spots de las zonas que presentan mayor criminalidad, dando lugar a la confección de mapas delimitados por puntos calientes.
Estas teorías ambientales ponen de manifiesto el hecho del desplazamiento del delito cuando algunos delincuentes cometen delitos fuera de sus barrios, lejos de su lugar de residencia y evitar la tentación de delinquir en establecimientos comerciales y de ocio o la escuela/instituto. Es entonces en otros barrios o en el itinerario y dónde y cuándo surgen la mayor parte de oportunidades delictivas. Así mismo, en el caso de delitos premeditados (como puedan ser robos, hurtos, venta de droga, etc.) es muy probable que estos delincuentes se desplacen a otras zonas de las que se ha hablado anteriormente, que actúan como atrayentes del delito (Vázquez, Fernández, Planells-Struse & Belmonte, 2014).
Teoría ecológica o desorganización social (Shaw y Mckay, 1942)
La teoría de la desorganización de Shaw y McKay parte de la base de la ecología social donde se crea un ambiente construido y moldeado por las personas que actúan dentro él. Es decir, la criminalidad tiene base alrededor de un barrio específico sin tomar de referencia quien lo habite en ese momento determinado. Cuando la criminalidad que se ha ido generando y creando puntos calientes se convierte en la cultura de la zona delimitada se convierte en una tradición transmitida de generación en generación. En esta teoría se le da mayor importancia al lugar donde se reside.
Shaw y Mckay (1942) pertenecieron al Instituto de Investigación Juvenil de la ciudad de Chicago y usaron el concepto de desorganización social para describir el contexto social más proclive para el desarrollo de la conducta criminal.
La desorganización social hace referencia a un proceso de deterioro del tejido físico y social de un barrio que tiene como consecuencia la pérdida de capacidad de control y contención de sus instituciones formales e informales de control social, produciéndose un mayor desarrollo de la actividad delictiva y por consiguiente, generándose hot spots.