El proceso de la reconstrucción del crimen se construye a menudo sobre la asunción de que las evidencias que permanecen en la escena del crimen, una vez que éstas han sido reconocidas, documentadas, recogidas, identificadas, comparadas, individualizadas y/o reconstruidas, es un proceso inmaculado y “limpio”. Aunque pueda ser establecida una férrea cadena de custodia, las evidencias físicas pueden haber sido alteradas previamente al examen de la escena o durante él. Es decir, esa cadena de custodia, sola y en sí misma, no puede convertirse en un fundamento en el cual basar conclusiones forenses fiables.
En este sentido, hay muchas posibles influencias que deberían considerarse cuando se examina la escena del crimen. En una somera clasificación, basada en criterios de naturaleza etiológica puede decirse que esas influencias pueden ser debidas a elementos (tanto inanimados como animados) o a personas. Dentro de éstas últimas, quienes –de alguna u otra manera- pueden desvirtuar o modificar la escena del crimen son las víctimas del delito, los testigos, quienes acuden a actuar en la misma (como médicos, asistencias, servicios de emergencia…) y, por supuesto, los propios delincuentes.
Elementos animados.
Actividad de insectos.
La acción de moscas, hormigas, escarabajos y –en general cualquier tipo de insecto (- pueden disimular, e incluso hacer desaparecer, las heridas de un cuerpo. También pueden mover, desplazar, o destruir las pruebas o su presencia.
Animales.
Las actividades predatorias y de alimentación de cualquier clase de animal, tanto salvaje (desde los más grandes como osos o jabalíes, hasta ratones, pasando por lobos) como –en algún caso menos frecuente- de tipo doméstico, como perros o gatos, pueden desvirtuar, ocultar o disimular las pruebas o hacerlas desaparecer. También pueden simular, o imitar, heridas en un cuerpo como si tuvieran un origen criminal.
Elementos inanimados.
Descomposición.
El proceso natural de descomposición, y su ritmo temporal, pueden alterar, disimular u ocultar la apariencia de las heridas de un cuerpo, o simularlas en él. También puede cambiar las condiciones de la ropa que pueda encontrase en la escena, por contacto con el cuerpo en descomposición.
Climatología.
El clima en general de un lugar, o las condiciones concretas de tiempo, pueden tener influencia sobre la naturaleza y las condiciones metereológicas en las que se encuentra la escena de un crimen y las pruebas contenidas en él. Esto incluye cualquier tipo de destrucción o disimulación debida a fenómenos metereológicos o a la acción continuada del clima, que producen diferentes efectos.
Fuego.
En los casos en los que el fuego –con su amplio poder de destrucción- ha aparecido en la escena de un crimen, tanto de forma accidental como intencional, el resultado es la inevitable alteración de la misma. De esa forma, las acciones relacionadas con la intención primaria del criminal, y los efectos y pruebas del delito “principal”, pueden quedar disimulados o eliminados. Además de lo anterior, los esfuerzos para el control del incendio pueden tener el mismo efecto.
Acciones.
Transferencias secundarias.
La transferencia de pruebas se produce mediante el contacto entre personas y objetos. Ésta es secundaria cuando se trata de un intercambio de evidencias entre objetos o entre personas, y que ocurre subsiguientemente a otro intercambio previo y no asociado a las mismas circunstancias que originaron el intercambio original. Por ejemplo, un investigador se sienta en una silla de la escena del crimen y se adhiere a su ropa un pelo de la víctima. Luego, ese mismo investigador entra en el vehículo de un sospechoso dejando ese pelo inadvertidamente dentro de él. El resultado es que un indicio de la participación en el delito puede encontrarse en el vehículo del sospechoso.
Terceras personas.
Víctimas.
Las acciones de la víctima durante el transcurso del crimen, o en el intervalo inmediatamente posterior, pueden tener como resultado una indeseable influencia en la naturaleza y calidad de las pruebas que pueda encontrarse en ella. Esas acciones pueden incluir acciones de defensa, como las de lucha encarnizada, huida o lanzamiento o uso de objetos como protección. También pueden darse acciones de limpieza del escenario o de la propia persona después del hecho criminal. Todo ello tiene como consecuencia la modificación de la escena del crimen, y la producción de transferencias primarias y secundarias.
Testigos.
El comportamiento de los testigos en el periodo inmediatamente posterior al crimen también puede influenciar la naturaleza de la pruebas. Ese comportamiento puede incluir actos para preservar la dignidad de la víctima (como cubrir el cuerpo o cambiar su posición para que sea menos humillante), o también el robo de objetos de la escena del crimen, o incluso de algo que tenga encima una víctima que esté sin capacidad de defensa.
Policía y criminalistas.
La Policía es quien debe preservar la escena del crimen pero, a veces, puede desvirtuarla debido a moverse por ella sin los debidos cuidados de forma que se pueden ocultar, mover o modificar pruebas, provocar transferencias secundarias, o incluso “crear” pruebas que no existen. Los especialistas en Criminalística pueden, por otra parte, destruir pruebas por un almacenamiento inadecuado de ellas, o que ya no sean fiables por un fallo en la cadena de custodia.
Servicios médicos de emergencia.
Las acciones de los servicios médicos de emergencia que se emplean en las primeras atenciones de urgencia suelen desvirtuar las pruebas, ya que –lógicamente- el intento de salvar una vida tiene preferencia ante la preservación de la escena del crimen. Un ejemplo claro es cuando se infligen heridas de carácter terapéutico para tratar un herido (por ejemplo, una traqueotomía).
Servicios funerarios.
Los servicios funerarios también pueden actuar negativamente sobre la escena del crimen desvirtuando las pruebas. Entre las acciones que pueden tener ese efecto están las de retirar un cuerpo antes de tiempo, de forma inadecuada, o sin tener en cuenta las pruebas que pueda tener encima o alrededor. La introducción en la bolsa de transporte del cuerpo (por ejemplo en una bolsa ya utilizada para otro transporte) y la forma de transporte también tiene importancia, ya que esas acciones pueden deformar las pruebas del cuerpo o la ropa, y falsear las transferencias reales.
Delincuentes.
Actos de precaución delictiva.
Son comportamientos que afectan a las pruebas físicas y que pueden tener lugar antes, durante o después del acto criminal, y que se encaminan a confundir, dificultar o frustrar intencionadamente a los investigadores o anular los esfuerzos de los criminalistas, con la intención de ocultar su identidad, su conexión con el crimen, o el crimen en sí mismo. Suelen estar íntimamente relacionados con el concepto de modus operandi. Algunos ejemplos de precaución delictiva utilizados, de distintos tipos, pueden ser algunos de los siguientes: cambiar el aspecto del delincuente con disfraces, máscaras…, alterar la voz, utilización de elementos para evitar dejar indicios (guantes, preservativos…), modificar la escena del crimen mediante el incendio, eliminando rastros, etc.
Actos de escenificación (Ritual o fantasy acts).
Los actos de escenificación suelen responder a las fantasías del delincuente y están muy relacionados con el concepto de firma del delincuente. Por eso, suelen mostrar una forma intensamente ritualizada que tiene significación para el delincuente en relación con esas fantasías. Esa escenificación puede estar dirigida hacia sí mismo, para lograr una estimulación añadida, o hacia los testigos o los investigadores que puedan acceder a la escena del crimen (a modo de “mensajes” hacia ellos). Suelen consistir en actos de necrofilia, mutilación postmortem, disposición específica del cuerpo o de los objetos de la escena…
Escena ritualizada
Simulación de la escena del crimen (Staging)
Una escena del crimen amañada o simulada tiene lugar cuando las evidencias han sido intencionalmente alteradas por el delincuente para confundir a los investigadores y alejar las sospechas de él y se intenta que aparezca como otra la verdadera motivación del crimen. Por ejemplo, intentando que un homicidio parezca un suicidio para que éste quede impune y no se castigue al autor. En realidad, es caso especial de acto de precaución delictiva, que se diferencia de ese último en ese elemento de simular algo que realmente no es.
Escena presuntamente simulada
(Caso Sheppard, 1954)