A pesar de que la tasa de delitos cometidos por mujeres aumentase y hayan tenido lugar algunas transformaciones en lo que a los roles se refiere, las críticas fueron dirigidas a que la tasa de delitos cometidos por hombres será siempre mucho mayor que la de las mujeres (Steffensmeir, 1980).
Entonces, ahora la cuestión a debatir está en torno a por qué motivo el mayor número de oportunidades no supone un aumento del crimen femenino. Steffensmeir trató de contestar a esta pregunta explicando que, por un lado actualmente las oportunidades de que las mujeres delincan en delitos de poco dinero y fraude son muchas más a las de tiempos atrás, y por otro lado, el sistema de justicia y seguridad ha cambiado de opinión respecto a las mujeres, estando más dispuesto a arrestrar y juzgar a las mismas. “Las teorías tradicionales acerca de las conductas desviadas pueden explicar los modelos de delincuencia masculina y femenina, en lo que respecta a los delitos menores” (Steffensmeir, 1996). Sin embargo, en el ámbito de los delitos graves, las teorías tradicionales no han encontrado una explicación a la variabilidad de los delitos de este tipo cometidos por mujeres.
Las tasas masculinas y femeninas muestras una evolución similar a lo largo del tiempo. De este modo, las explicaciones que atienden a diferencias puramente biológicas o naturales no se sostienen; ya que las tasas femeninas no se han mantenido estables a lo largo de la historia, sino que han ido variando a causa de las características sociales y legales, tal y como lo han hecho las tasas masculinas.
Las tradicionales teorías no han tenido en cuenta el problema de la explicación diferencial por género, sin embargo nos aportan información relevante acerca de los bajos registros en las conductas delictivas femeninas. La teoría de la anomia por su parte, propone que las mujeres están menos sujetas que los hombres a los énfasis culturales en el éxito material, debido a que ellos prevalecen y se hacen más fuertes en las esferas públicas mientras que las mujeres pertenecen principalmente al ámbito privado y doméstico (Sánchez, 2004).
A partir de la ola de feminismo, las teorías criminológicas centraron sus esfuerzos en destacar los sesgos androcéntricos que caracterizaban a la criminología tradicional, la cual había sido escrita por y para hombres. La potente dominación masculina en la sociedad actual, se refleja en los delitos cometidos por y sobre las mujeres. Dentro de las posturas feministas se distinguen tres: liberales, radicales y socialistas, las cuales criticaban duramente este enfoque. Estas posturas aceptan que existe una mayor incidencia de hombres en la comisión de delito y violencia, pero trata de hallar una explicación diferente a la planteada hasta el momento. Los liberales, por su parte centran su atención en las diferencias en la socialización de hombres y mujeres; mientras que los radicales destacan las estructuras de poder que otorgan privilegios masculinos en una sociedad patriarcal. Pero, ninguna encuentra una explicación al hecho de que una mujer decida delinquir o utilizar la violencia en los hogares o en las calles.
El dilema siempre ha consistido en comprender por qué la delincuencia femenina presenta menores niveles en relación con la masculina. Observado a nivel universal en diferentes sociedades. En el 1924, ya Sutherland afirmaba la superioridad de las explicaciones sociológicas sobre las biológicas al darse cuenta de que las diferencias por género en lo que a tasas delictivas se refería variaban a través del tiempo y del espacio. Este autor, centraba su explicación en las diferencias en la igualdad de ambos géneros.
Las feministas radicales fomentaron una mayor atención en las víctimas y supervivientes de la violencia sexual y física ejercida contra las mujeres.
La hipótesis de igualdad de género ganó atención pública a partir de los setenta, cuando las corrientes feministas sugerían que el aumento de los arrestos femeninos podría estar relacionado con los logros en igualdad entre sexos. A este fenómeno se le bautizó como el lado oscuro de la liberación femenina (Sánchez, 2004). Según esta hipótesis, lo que determina y da forma a las desigualdades de género en el delito son las relaciones de poder patriarcales. En esta línea, a mayor igualdad entre los sexos, el porcentaje de delitos femeninos será menor.
Los papeles importantes en la creación del delito protagonizado por mujeres son variables como la discriminación y la pobreza. A pesar de ello, debido a que las mujeres no han experimentando grandes posiciones en el mundo económico, intentar explicar por esta vía el aumento de delito femenino es complicado. Parece que estarían más relacionados con este aumento la discriminación económica y la pobreza.
Este tipo de teorías centradas en la estructura social, cuyo factor explicativo principal de la delincuencia es la pobreza, no acaba de dar una explicación convincente en lo que a las diferencias de género se refiere.
Cabe destacar a Maureen Cain que desde la Criminología feminista criticó los postulados de la criminología tradicional, así como también a la Nueva Criminología que dejó de lado el efecto que tiene el delito en la víctima. Esta autora consideró la criminología feminista como una Criminología Transgresora mientras creaba “espacios sólo de las mujeres”. Sus estudios se dedicaron a estudiar a las mujeres como mujeres, comparando diferentes tipos de mujeres, en vez de comparar hombres y mujeres.
La nueva perspectiva se basa en que es necesario estudiar la construcción social de género, conocer las experiencias de vida de las mujeres, así como la estructura del espacio doméstico para llegar a entender lo que está ocurriendo. A diferencia de la tradicional criminología, la feminista se plantea cómo el género se constituye en las cárceles, las estaciones de policía, y en las diferentes instituciones.
Importante a su vez introducir a los hombres en los estudios criminológicos, no como se lleva haciendo hasta ahora, sino planteando cómo la construcción social de masculinidad se conecta con el hecho de que la mayoría de delitos se cometan por hombres.
El mundo se ha percibido siempre desde el punto de vista masculino. El empirismo feminista establece que la verdadera ciencia no debe ser androcéntrica, sino que debe tener en cuenta a los dos géneros.
Las características propias de la delincuencia femenina están fuertemente relacionadas con la socialización., tal y como afirmaban las feministas liberales. Las mujeres necesitan mayor nivel de provocación para cometer un delito, pudiendo relacionarse esto con el tipo de socialización que recibe, la cual incluiría controles internos más fuertes que desembocan en mayor supervisiñon y control sobre las mujeres, lo que a su vez reduce el riesgo de que se dedique a conductas delictivas.
Las áreas a las que se ha dedicado mayor atención en relación a las mujeres y la criminologías son las siguientes: tipo de infracciones cometidas, así como los arrestros, sentencias y motivos que llevan a las mujeres a infringir la ley; el tratamiento del sistema de justicia, es decir, qué trato institucional o que tiene el sistema de justicia hacia las mujeres y adolescentes; las pandillas callejeras, en las que predominan los hombres y en las que las mujeres tienen un papel menor en el grupo; los medios de comunicación en los que las jóvenes que actúan violentamente aparecen como casos aislados y esporádicos que provocan una elevada fascinación pública; y la violencia en la pareja, señalando que no siempre la mujer es víctima o maltratada. (Sánchez, 2004).