En un principio existe la necesidad de realizar un mapa; después se elaboran los conjuntos de datos por medio de la recopilación (y la actualización) de los mismos que contienen información sobre el espacio y al menos otro conjunto de datos relacionados con hechos que puedan ser considerados “delitos” con el fin de elaborar una imagen; las imágenes son creadas y después utilizadas por alguien que necesita una leyenda que permita la “transferencia” de información del mapa a la realidad
- La necesidad de realizar un mapa de delitos
Esta cuestión es básica ya que conlleva la selección de información para que ésta sea introducida en el dibujo, su escala, su secuencia de tiempo, pero sobre todo la comprensión de la necesidad ayuda a comprender si un mapa es la herramienta correcta para responder a esta cuestión. ¿Para qué sirve un mapa de delitos? Se puede solicitar la elaboración de un mapa para ver la distribución de un fenómeno, para prever o pronosticar su evolución ¿o ambas cosas? ¿Es para análisis criminológico o para apoyar la acción policial? El contestar la cuestión principal sirve para seleccionar los datos que se considerarán, pero principalmente para centrarse en las expectativas del cliente. En concreto debe quedar claro que el componente geográfico de la realización de un mapa debe ser el elemento clave que ayude a los usuarios a comprender algo más que el observar bases de datos.
La diferencia entre las bases de datos y los mapas es que estos últimos tienen un vínculo con el espacio que será útil para su análisis. En ocasiones, el componente geográfico de un mapa de delitos es lo más interesante para su resultado gráfico (de aquí los mapas tan coloristas y atractivos) pero no para su potencial en la prevención del delito. Los mapas son utilizados para informar a los medios de comunicación, a los ciudadanos y a la policía, aunque de ellos no surgen ideas particulares ni se vierten éstas en el análisis del delito o en las estrategias sobre la prevención del delito. Ambos usos pueden justificar la elaboración de mapas, pero esto debería estar claro desde el principio ya que ello conlleva la creación de bases de datos y el significado de los resultados del mapa puede ser diferente.
La mejor virtud de un SIG (Sistema de Información Geográfica) es la demostración visual de los datos: los mapas son un medio de comunicación universal ya que ofrecen una percepción inmediata sobre dónde sucedió un acontecimiento en una zona concreta. La tecnología SIG se emplea para la recopilación, representación y análisis de todo tipo de información referenciada geográficamente. Un SIG es una tecnología de manejo de información geográfica por medio de equipos informáticos.
Esta información geográfica tiene dos vertientes distintas, la vertiente espacial y la temática (GabrielOrtiz.com, 2006). La espacial hace referencia a los mapas o representaciones cartográficas de enclaves naturales o urbanos, y la temática, a tablas que contienen información alfanumérica. La clave del SIG es que enlaza la información geográfica con la temática, de modo que trabaja al tiempo con una representación geográfica y sus atributos temáticos asociados. Se pueden distinguir varios tipos de programas que, aunque puedan denominarse conjuntamente SIG, tienen diferencias fundamentales en su ámbito de aplicación; entre ellos se encuentra lo que se ha venido a denominarse Desktop Mapping (DM) sistemas
de análisis y visualización integrados entre las aplicaciones Desktop del ordenador personal (Estrada Villegas, 2004). La tecnología SIG pretende ser útil para el estudio y búsqueda de soluciones de problemas del mundo real, trabajando sobre un modelo cartográfico de dicha realidad.Para ello, tiene una serie de funciones que se pueden resumir en las siguientes: Captura y Almacenamiento de datos geográficos y tabulares, Consulta, Análisis y Presentación de los datos, y Resultados presentados en diversos formatos (ESI, 2004).
- La elaboración de conjuntos de datos
Los mapas contienen información espacial sobre los hechos que tienen lugar en el espacio físico y tienen, por tanto, coordinadas geográficas. La selección del tipo y el número de datos de los mapas depende de las necesidades del cliente, de la dificultad para conseguir información y de los recursos disponibles para la realización del mapa. Los datos relativos al espacio son actualmente fáciles de encontrar: los mapas digítales pueden comprarse a bajo precio y se actualizan regularmente ofreciendo la base para la elaboración de mapas temáticos. Por otra parte, se deben crear otros conjuntos de datos con el propósito en cuestión y esto puede ocasionar más problemas. En primer lugar, no se puede reflejar todo en un mapa, porque no todo tiene una ubicación geográfica o bien porque hay cosas que no son detectables. Por ejemplo, el realizar un mapa con el miedo ante el delito ocasionaría problemas conceptuales: ¿dónde está el miedo?, ¿cómo se puede localizar? ¿qué información contendría el conjunto de datos? El miedo es un sentimiento personal, de esta forma ¿debería el mapa mostrar la casa de una persona? ¿O su lugar de trabajo? ¿O el trayecto que recorre entre ambos? ¿O debería tener en cuenta si esa persona sale a menudo por la noche, dónde va, con quién se reúne? ¿De dónde surge ese miedo?
Aparte de esto, los problemas que surgen de la elaboración de un conjunto de datos para realizar un mapa sobre violencia doméstica o sobre corrupción son evidentes, aunque estos delitos no son evidentes, a menudo no se denuncian, y la cifra negra conlleva a un mapa “invisible” que solaparía al mapa visible que contiene la imagen correcta.
Contrario al problema de la falta de información está la “sobrecarga de datos”, un problema relacionado concretamente con el progreso tecnológico, que trajo consigo la disponibilidad de bases de datos siempre más amplias y de potentes instrumentos analíticos. El exceso de información disponible ha conducido a la tentación de poner todo en los mapas con un doble efecto. Uno está relacionado con la creciente importancia de las capacidades e instrumentos geo-estadísticos, que sirven para gestionar estas bases de datos, reduciendo de esta forma la función de las capacidades necesarias para comprender los resultados y deducir las consecuencias a partir de ellos. El análisis estadístico se hace tan difícil, los resultados tan impredecibles y complicados que es necesaria una estadística posterior para comprender si el resultado puede tener un significado o no, de esta forma el análisis y la validación de sus resultados se convierten en el resultado del mapa, que es obviamente diferente de la finalidad de su uso. La elaboración del mapa conlleva el riesgo de que éste se convierta en el resultado y no se consideren una posible reflexión o las consecuencias posteriores. El otro efecto es que la elaboración de mapas a partir de un conjunto de datos que no se pueden interpretar hace que el análisis de estos mapas sea difícil. Cuanto más complejos sean los datos y el sistema -y los mapas- más difícil es el análisis de la información.
En cuanto a la prevención del delito es importante descubrir qué información es útil para el análisis, sobre todo la información intermedia, extrayendo todo lo innecesario del mapa.
La consecuencia de esta masa crítica de datos es que los mapas se convierten en bonitas imágenes a la vista pero no conducen a nada perdiendo su finalidad original. La elaboración del sistema debe ser suficientemente abierta para responder a las necesidades de los diferentes usuarios, cada uno de los cuales tendrá un mapa con aquellos datos en los que está interesado, y flexible para que se le puedan añadir nuevos datos y hacerlo adaptable a los progresos del análisis de dichos mapas.
Atendiendo a la necesidad original, se crean las bases de datos y finalmente se elabora un mapa. ¿Quién lo interpretará? ¿Cómo? Estas cuestiones generan cierta reflexión sobre los instrumentos con los que se contarán para interpretar dichos mapas y transformar la información contenida en ellos en algo que debería tener lugar en el espacio analizado. Una vez más, un mapa puede tener un fin informativo, pero la asignación de recursos en el complejo sistema de elaboración de mapas debería justificar algo más que la mera información y el mapa debería ayudar a que alguien tome la decisión correcta. Esto es particularmente obvio en la elaboración de mapas de delitos. ¿Por qué elaborar mapas de delitos? ¿Cuál es el valor geográfico añadido para la prevención del delito? ¿Quién interpretará los mapas de delitos? La policía por su misma naturaleza los utilizará para responder a la demanda de servicios, para apoyar en la organización interna de sus recursos, identificar los lugares calientes del delito, asignar medidas que lo reduzcan, detener a delincuentes en serie o criminales profesionales.
Asimismo los mapas pueden ayudar a comprender la distribución real del delito y explorar los mecanismos, la dinámica y los generadores de la actividad criminal, evaluar el impacto de las iniciativas de reducción del delito, comunicar al público las estadísticas sobre delitos en su zona y las respuestas que están aplicándose para atajar los problemas que conllevan. Los mapas pueden ayudar a la policía -si existe esa necesidad- a saber qué lugares de la zona son más peligrosos o tienen tasas de delincuencia mayores.
Aparte de esto, el uso de mapas para la previsión del delito puede ser útil para comprender dónde es más probable que suceda un delito, ofreciendo la oportunidad de que los policías se trasladen a esa zona en la que puede darse ese hecho. Lo que sucede en la realidad es que ciertos tipos de delito suceden tan frecuentemente y en tantas zonas de la ciudad que elaborar mapas es poco útil, el análisis estadístico puede predecir si un delito puede aumentar o disminuir en cierta zona -como tendencia- pero es muy difícil que pueda el momento y el lugar en el que tendrá lugar este hecho. En cuanto a otros tipos de delito (por ejemplo los homicidios), son -afortunadamente- demasiado pocos para que se realice un análisis y una predicción fiable, a pesar de lo que muestra la TV, y la policía con frecuencia conoce las zonas de riesgo de su ciudad incluso sin mapas.
Los que toman decisiones deberían utilizar mapas de delitos para adoptar decisiones estratégicas. Una vez más, se debería reflexionar sobre la necesidad de la elaboración de un mapa, o si las estadísticas oficiales, la victimización y los estudios sobre inseguridad pueden ser más útiles.
Los criminólogos deberían interpretar y utilizar los mapas de delitos para apoyar las políticas de prevención del delito. Los mapas pueden ayudar en la investigación que prueba y desarrolla teorías criminológicas, que deben estar siempre presentes detrás de la elaboración de mapas de delitos. El riesgo de elaborar mapas y alcanzar conclusiones sin un contexto teórico es tener cierta confusión en el ámbito político y en la investigación.
La posibilidad de contar con grandes bases de datos y mapas elaborados requiere, más que capacidades técnicas concretas, teorías sólidas que ayuden a los analistas a interpretar dicha información de forma adecuada. En segundo lugar, los investigadores pueden elaborar instrumentos innovadores para análisis del delito (por ejemplo por medio de las redes neurales) y para la predicción del delito (por ejemplo descubrir alertas tempranas).
La misión de los investigadores es explorar nuevas oportunidades de análisis y nuevos potenciales de los instrumentos ya disponibles con el objetivo final de aumentar el conocimiento del delito y sus causas y apoyar los intentos para reducirlo y prevenirlo.
Los técnicos también pueden utilizar los mapas de delitos para entender la distribución de los mismos y en concreto explorar los mecanismos, la dinámica y los generadores de la actividad criminal, evaluar el impacto de las iniciativas para la reducción del delito.
¿Cómo se interpretan los mapas de delitos?
Si el mapa de delitos sólo se pretende que sea una herramienta para gestionar y vincular el delito y los datos geográficos y representarlos gráficamente, más que un proceso de creación y análisis para comprender el delito, está claro que las imágenes no pueden ser el resultado del mapa del delito, sino el primer paso para un conocimiento más profundo. Cuando un mapa es elaborado bajo una petición basada en una estructura teórica sólida y una clara expectativa sobre qué puede hacer la “geografía” para atajar el delito, entonces los resultados de la imagen pueden ser útiles en la prevención del delito.
El mapa del delito es una herramienta para que los investigadores desarrollen nuevas estrategias para que se instaure la prevención del delito, demostrar las hipótesis, evaluar la efectividad de una intervención; la policía puede utilizarlo para buscar rastros de asesinos en serie, aunque el mapa del delito tiene un fin último, muy efectivo, que es el ser un medio de información.