En la actualidad, la mayoría de los estudios que abordan conflictos sociales se centran en el análisis de los factores de riesgo, obviando o dejando en un segundo plano los factores de protección.
Para comprender la importancia del estudio de los mismos, a continuación voy a exponer tres casos que muestran que la valoración de los mismos, es imprescindible para realizar una intervención o una prevención adecuada.
Estudio 1
Los factores de protección frente a la conducta antisocial: ¿Explican las diferencias entre chicos y chicas?
Este estudio fue llevado a cabo por Raquel Bartolomé, Marta Montañés, Cristina Rechea y Juan Montañés, en el año 2009 (Bartolomé, Montañés, Rechea, y Montañés, 2009)
A pesar de que numerosos autores afirman que una de las vías de investigación con más desarrollo es aquella dedicada a identificar los factores de riesgo y protección de la conducta antisocial y violenta, según Belknap (1996) y Pollock (1999), todavía hay una carencia tradicional en la investigación sobre la delincuencia ya que apenas hace hincapié en el rol que representa el sexo/ género en los mismos.
Si bien es cierto, se considera que la mayor parte de las investigaciones y teorías sobre delincuencia juvenil, en realidad son teorías sobre delincuencia juvenil masculina y por tanto, los programas de intervención están dirigidos a ese sexo, de tal forma, que no se diseñan teniendo en cuenta las características y necesidades femeninas. Por tanto, el sexo femenino se encuentra en una clara situación de desventaja.
En el estudio llevado a cabo por Bartolomé, Montañés, Rechea y Montañés, se plantean dos hipótesis:
La primera de ellas consiste en explicar la mayor tendencia de los chicos a cometer conductas antisociales serias y violentas, de tal forma, que se compruebe si los chicos y las chicas están expuestos de la misma manera a los factores de protección.
La segunda hipótesis que plantea que las variables de riesgo y protección tienen efectos diferentes en los chicos que en las chicas.
Para comprobar ambas hipótesis plantean un estudio en el cual pretenden:
- Comprobar las diferencias y semejanzas entre chicos y chicas a los mismos patrones de conducta antisocial.
- Analizar si existe una exposición diferencial entre los chicos y las chicas a los mismos factores de protección.
- Estudiar si los efectos de las variables de protección identificadas tienen efectos diferentes en chicos que en chicas.
Para ello, han empleado una muestra de 642 estudiantes de Educación Secundaria Post- obligatoria de tres centros de la provincia de Albacete, de los cuales 319 son chicos y 323 son chicas. Las edades de los participantes oscilan entre los 12 y los 21 años.
Para poder realizar el estudio, se ha empleado un cuestionario auto- aplicado denominado Encuesta sobre Estilos de Vida de los Adolescentes, el cual ha sido creado por el Centro de Investigación en Criminología de la Universidad de Castilla la Mancha. En este cuestionario, se incluyen factores de protección y resiliencia externos, tales como la familia (relación con los padres, altas expectativas, oportunidad para la participación significativa y revisión), la escuela (alta vinculación escolar, participación significativa y percepción del trato justo con los profesores) y los amigos ( alto nivel de apoyo, amigos prosociales), además, se han incluido factores de protección internos tales como: apoyo social en la resolución de problemas, empatía, auto-eficacia, autoconocimiento, objetivos y actitudes hacia el futuro y resolución pacífica de problemas. Los resultados que obtuvieron fueron varios.
Teniendo en cuenta el primer objetivo, tras realizar el estudio, se ha llegado a la conclusión de que el porcentaje de chicos y chicas que han cometido las conductas antisociales estudiadas, es similar en ambos grupos. Además, analizando la frecuencia, se ha observado como la incidencia en las conductas antisociales en el último año del estudio, es semejante en ambos grupos, aunque es ligeramente mayor en los chicos.
Teniendo en cuenta la variedad de los hechos analizando el índice de violencia, el índice de la conducta anti- normativa y el índice de consumo, se observa que no hay diferencias significativas en la variedad de conductas antisociales cometidas, ni de sustancias consumidas, pero sí que han variedad de conductas violentas, siendo esta última superior en chicos que en chicas, es decir, a pesar de que los datos indican que hay grandes semejanzas entre los chicos y las chicas en su conducta antisocial, sí que hay mayor participación en conductas violentas por parte de los chicos.
Explicando las posibles diferencias entre los chicos y las chicas a la hora de llevar a cabo conductas violentas, se ha analizado si las chicas se encuentran más influenciadas por los factores de protección que los chicos.
Los resultados que obtuvieron es que las chicas tienen una mayor supervisión por parte de los padres, tienen más interés en seguir estudiando y su vía para resolver los conflictos se centra más en la comunicación y es más pacífico. Tienen además, más relaciones con amigos prosociales. Es decir, las chicas están más expuestas que los chicos a los factores de protección que están relacionados con la teoría del control social.
Estudio 2
Diferencias en factores de protección del consumo de sustancias en la adolescencia temprana y media (Cava, Murgui, y Musitu, 2008)
Este estudio se ha llevado a cabo por María Jesús cava, Sergio Murgui y Gonzalo Musitu.
Como consecuencia de la preocupación de educadores e investigadores por las múltiples repercusiones negativas que se derivan del consumo de sustancias tanto en chicos como en chicas, se han llevado a cabo diversos modelos explicativos y preventivos. Estos modelos, comenzaron centrándose en los factores individuales de cada sujeto, pero actualmente, se considera que hay tanto factores de protección como de riesgos individuales, sociales y familiares.
Por tanto, este estudio, tiene como objetivo evaluar las diferencias en la influencia que presenta el consumo entre la adolescencia temprana y media, así como, ver qué diferencias puede tener la influencia tanto la autoestima familiar y social del adolescente, como la calidad de comunicación paterno-filial.
Para dicho estudio se emplearon dos muestras. La primera de ellas estaba formada por 450 chicos y chicas en la etapa de la adolescencia temprana (12-14 años) y la segunda, por 203 chicos y chicas adolescentes medios (15-17 años).
El Cuestionario de Comunicación Familiar de Barnes y Olson (1982) sirve para medir si hay buena o mala comunicación paterno filial.
Ilustración 1.
Cuestionario de Comunicación Familiar de Barnes y Olson
*Fuente: Barnes y Olson (1982)
Para medir la autoestima social y la autoestima familiar se utilizó el Cuestionario de Autoestima de García y Musitu (1999), el cual está formado por 30 ítems que miden la autoestima académica, emocional, social, familiar y física.
Para la medición del consumo habitual de sustancias de los adolescentes, se realizó un cuestionario compuesto por cinco ítems, los cuales miden el consumo de bebidas alcohólicas y sustancias ilegales, la autoestima que presenta el sujeto cuando se relaciona en sociedad, la autoestima emocional, la autoestima física y la autoestima que presenta cuando se relaciona con su familia.
Tras realizar el análisis de los datos, se llegó a la conclusión de que la comunicación dentro del entorno familiar afecta positivamente en la autoestima familiar y esto provoca que se relacione negativa y significativamente con el consumo de sustancias. A pesar de esto, en la adolescencia media, la comunicación con la familia y la aceptación de la autoridad institucional sufre un ligero descenso y por tanto, es más débil. En la adolescencia temprana, aumenta la comunicación familiar así como el autoestima social.
Analizando la autoestima social, hay diferencias con respecto a la autoestima familiar, ya que en la muestra de los adolescentes de edad temprana, la autoestima social y la familiar correlacionan significativa y positivamente, mientras que no existe en esta etapa relación significativa entre la autoestima social y el consumo de sustancias. Sin embargo, en la muestra de la adolescencia media, la correlación entre autoestima familiar y social no es significativa, pero, la correlación entre la autoestima social y el consumo de sustancias sí que lo es.
Haciendo referencia al rechazo a la autoridad y el consumo de sustancia, se llega a la conclusión de que se relacionan significativa y positivamente tanto en los adolescentes de edad temprana como en los adolescentes de edad media.
En conclusión, Los resultados del estudio confirman:
- La importancia que tiene la familia como factor de protección frente al consumo de sustancias en adolescentes.
- Las expectativas motivaciones de los adolescentes sobre el consumo de sustancias, podrían tener relación con su actitud de rechazo hacia la autoridad.
Estudio 3
Las variables de protección que influyen en el consumo de alcohol y tabaco en adolescentes (Martinez González y Robles Lozano, 2001).
Este estudio ha sido realizado por José Miguel Martínez González y Luis Robles Lozano.
El objetivo principal del estudio es conocer el efecto que provocan algunas variables de protección sobre el consumo de sustancias legales, de tal forma, que se permita ahondar en qué factores de protección se encuentran en el entorno de los adolescentes, centrándose en el consumo de alcohol y tabaco. Para ello, se han analizado 21 variables las cuales nos permitan conocer la relación entre los factores de protección y el consumo de alcohol y tabaco en adolescentes, además, poder comprobar si dichas variables de protección, actúan de manera diferente dependiendo de la sustancia que se trate y también, se ha podido contrastar si existen diferencias estadísticamente significativas entre sexos teniendo en cuenta el lugar de residencia de los menores.
Para realizar el estudio, se ha seleccionado una muestra aleatoria de 534 sujetos, cuyas edades oscilan entre los 14 y 21 años. Además, para poder establecer los grupos de comparación teniendo en cuenta el criterio de residencia, se clasificaron los municipios en función de si tenían más o menos de veinte mil habitantes.
Para llevar a cabo el estudio, se realizó un cuestionario, el cual estaba compuesto por dos partes. La primera de ellas hacía referencia al estudio de los datos demográficos, características relacionadas con el consumo de alcohol y tabaco dentro del entorno familiar del sujeto, consumo propio tanto de alcohol, tabaco y otras drogas, existencia de algún problema con el alcoholismo en alguno de los padres, características específicas del tipo de alcohol que consume, tipo de tabaco, consumo previo de otras drogas y consumo actual de otras drogas ilegales. La segunda parte estaba compuesta por 21 preguntas sobre los diferentes factores de protección que se pretendían medir en el estudio.
Tras realizar el estudio, se pudo concluir que existe una mayor presencia de factores de protección en el grupo de sujetos que no consume alcohol de manera habitual. Además, los efectos que producen los factores de protección en los menores son diferentes dependiendo del tipo de droga que consuman.
Otra conclusión a la que se llegó es que el hecho de que el padre, la madre o una persona de su entorno cercano, sean fumadores supone un factor de riesgo para el menor y puede propiciar su consumo. Sin embargo, el hecho de que los padres estén separados, no supone un factor de riesgo que vaya a desencadenar el consumo del menor.