Racismo histórico
La lucha de la España cristiana frente al Islam, protagonizó un prolongado combate imperialista en el Mediterráneo, desde el tiempo de las Cruzadas.
Se entiende que la expulsión de los árabes de España, estaba enmarcada dentro de un proyecto de “pureza de sangre”, aunque no racialmente hablando, sino básicamente por la ascendencia religiosa.
En esa época se estaban colonizando las américas, lo que llevó al convencimiento de que los pueblos indígenas eran “gente sin Alma” (Grosfoguel, 2013), por lo que para el ideario cristiano eran seres sub-humanos, al nivel de los animales, lo que los convirtió en los primeros racializados del mundo.
Ya en esa época, el termino racismo, tenía varias acepciones o vertientes, prueba de ello fue el debate de la Escuela de Salamanca en 1552 entre Sepúlveda y Las Casas, donde se ofrecía el discurso del racismo biológico ( Sepúlveda, los pueblos indígenas no tienen alma, por lo que no son humanos) y el racismo cultural (Las Casas, los indígenas son salvajes con alma que deben ser cristianizados y no esclavizados).
Pero el racismo se extendió a los considerados “gentes con el Dios equivocado”, lo que hizo que se pasase de una relación imperial a una relación colonial, aunque en los siglos siguientes se degradó su definición hasta considerarlos como “animales”. Aquí se ve una inferiorización de las religiones no cristianas, llevándolos a convertirse en “semitas” (raza inferior).
Racismo cultural
Durante el último medio siglo, se ha producido una transformación histórica en los discursos racistas, disminuyendo radicalmente, pero el racismo cultural se ha hecho omnipresente (Grosfoguel, 2003).
La caída del imperio nazi, las revueltas anticoloniales y los movimientos pro derechos civiles a nivel mundial en defensa de las minorías colonizadas por imperios occidentales (estadounidenses y británicos), crearon el momento histórico ideal para la transición del racismo biológico al racismo cultural.
Esto resultó más una adaptación del viejo discurso en el que se obvia la palabra raza, enfatizando las proclamas en las costumbres, las creencias, los valores y el comportamiento de un grupo de personas.
Aquí se puede encuadrar la islamofobia como ejemplo de racismo cultural, al ponerse en duda la neutralidad de los gobiernos occidentales cuando los musulmanes reclaman igualdad de trato en la esfera pública, libertad de práctica religiosa, igualdad en los centros escolares o en el mundo laboral, etc.
Orientalismo
Uno de los argumentos racistas-culturales esgrimidos contra los musulmanes es el “abuso patriarcal y sexista de la mujer”. Denostando al pueblo islámico como “inferior” al occidental, con los mismos argumentos que hace cinco siglos, son “incivilizados, violentos, etc.”.
Es contradictorio que en occidente, patriarcas, fundamentalistas y conservadores religiosos cristianos, se refieran al feminismo como un bien que hay que proteger frente al Islam.
Es patente que la opresión de la mujer también se da en occidente, tanto por católicos como por protestantes y judíos, pero solamente se hacen públicos los casos sexistas y patriarcales que afectan al Islam, silenciando los demás casos.
Estos argumentos islamófobos son incoherentes, falsos e inconsistentes, sirviendo solamente a los propósitos racistas.
Se ha producido un choque de culturas (patriarcales), donde occidente defiende la familia monógama y el progreso, mientras el fundamentalismo islámico que propone la poligamia para los hombres (no para las mujeres). Aunque también existen voces que califican de patriarcado la actual interpretación del Corán (Mernissi, 1987), ya que entiende que los hombres secuestraron la interpretación de las Suras.
Racismo epistemológico
Occidente estableció el privilegio epistémico y la política de hegemonía occidental desde la que se crea el conocimiento.
La política occidental de identidad hegemónica y de privilegio epistémico frente al resto de epistemiologías del mundo, las inferioriza hasta el punto de mito, religión, folclores o cultura, degradándolas a categoría inferior a filosofía o ciencia.
El racismo epistemiológico conduce a que occidente no tenga que escuchar los pensamientos no occidentales, erigiéndose como los únicos en poder decidir qué es lo mejor para el desarrollo de los musulmanes como sociedad, al entenderlos como “primitivos”, “atrasados”, “incivilizados”, y así bloquear cualquier intercambio cultural serio.
Racismo epistémico en la teoría social
El racismo epistémico occidental ha sostenido que el conocimiento islámico es inferior al occidental.
En España, el problema de los moriscos, estaba lleno de concepciones islamofóbicas epistémicas (Perceval, 1992). A nivel europeo, otros pensadores sostenían que “el Islam es incompatible con la ciencia y la filosofía” (Renan, 2003).
De similar manera, en las ciencias sociales encontramos manifestaciones de islamofobia epistémica, en obras de Karl Marx y Max Weber. Sukidi, (2006) señala al respecto:
El islam, según Weber, era el polo opuesto del calvinismo. No había dos caras de la moneda en la predestinación en el islam. En lugar de ello, como lo aseveró Weber en su Ética Protestante (cap. 4, n. 36), el islam contiene una creencia en la predeterminación, no en la predestinación, que se refería al destino de los musulmanes en este mundo, no en el siguiente (p. 185). La doctrina de la predestinación que defendían los calvinistas, y que los llevó al trabajo duro como un deber (vocación, llamado), no es evidente entre los musulmanes. De hecho, como lo afirmaba Weber, “lo más importante, la prueba del creyente en la predestinación, no tenía papel alguno en el islam”. Sin el concepto de la predestinación, el islam no podía ofrecer a sus creyentes una actitud positiva hacia esta actividad mundana. En consecuencia, los musulmanes están condenados al fatalismo (2006: 197). Las racionalizaciones de la doctrina y la conducta de vida eran ajenas al islam. Weber usó la creencia en la predestinación como concepto clave para explicar la racionalización de la doctrina y la conducta de vida. En el calvinismo, la creencia en la predestinación podía desde luego generar un rigor ético, un legalismo y una conducta racional en esta actividad mundana. No había nada de esto en el islam (p. 199). En consecuencia, la creencia islámica en la predestinación no conducía a la racionalización de la doctrina y la conducta de vida. De hecho, convertía a los musulmanes en fatalistas irracionales. El “islam”, en opinión de Weber, “se desviaba por completo de cualquier conducta de vida racional por la aparición del culto a los santos y finalmente por la magia” (2006: 200).
Si llevamos la lógica de Weber hasta el final, los musulmanes son irracionales. Siendo la tradición cristiana la que ha llevado al racionalismo económico y al capitalismo moderno. Aunque también, según Weber, la ciencia y la tecnología son racionales, por lo que son desconocidas para las civilizaciones orientales, aunque posteriormente se haya demostrado la influencia de científicos islámicos al desarrollo científico mundial, tanto en matemáticas, física, biología, etc.
Misma islamofobia epistémica se encuentra en Marx y Enguels, que compartían estereotipos racistas, como en la cita de Marx:
La cuestión no es si los ingleses tenían derecho de conquistar la India, sino si vamos a preferir que la India sea conquistada por los turcos, los persas, los rusos, a que sea conquistada por los británicos. Inglaterra debe cumplir una doble misión en la India: una destructiva, la otra regeneradora –la aniquilación de la antigua sociedad asiática, y la colocación de los cimientos materiales de la sociedad occidental en Asia. Árabes, turcos, tártaros y mongoles, que invadieron sucesivamente la India, pronto se adhirieron al hinduismo, siendo los conquistadores bárbaros, por una eterna ley de la historia, conquistados por la civilización superior de sus sometidos. Los británicos fueron los primeros conquistadores con una civilización superior y, por ende, inaccesible a la hindú. No está lejos el día en que por una combinación de líneas ferroviarias y barcos a vapor, se acorte la distancia entre Inglaterra y la India, en términos de tiempo, a ocho días, y en que el otrora fabuloso país se anexe así en forma real al mundo occidental (Marx, 1853: 81-83).
Estas opiniones simplificadas y reduccionalistas del Islam, forman parte del racismo epistémico occidental. Aunque los musulmanes reconocían más derechos a las minorías cristianas y judías que los cristianos en Europa a los musulmanes.
Las ciencias sociales occidentales se configuran en base a prejuicios epistémicos islamofóbicos, siendo un pensamiento tradicionalmente masculino, pero para modernizar y descolonizar las ciencias sociales, se debe practicar un diálogo horizontal inter-epistémico donde la producción de conocimiento sea universal.